Me preguntaba porqué la dicha de alguien podría ser en cierta forma la desventura de otra persona. ¿La vida debe ser así de injusta? ¿Por qué los tiempos precisos, los momentos oportunos, los Kayrós anhelados no se dan para toda la humanidad a la vez?
Recordé la mano amiga, el alma noble, el amor filial de aquellos tiempos de antaño cuando estuve tristita. Pensé en las ilimitadas formas que ahora usamos para expresar nuestra solidaridad en el dolor. “Ánimo… mañana será otro día”.
Muchas veces lo único que nos queda hacer cuando el ser amado sufre es estar ahí, presente, conciente y quizás anhelante de que estos tiempos adversos pasen pronto. “Ánimo… debemos comenzar nuevamente… hay que volver a empezar”
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