Sísifo y la Eudaimonía

– ¿ah? ¿La qué?
– ¡La Eudaimonía es la felicidad!
– ¡Es un demonio, chica! Eso es lo que es…

– Sencillamente, «llamamos perfecto lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa». La Eudaimonía la elegimos por ella misma… es perfecta. Y entonces volvamos al telos y al contexto teleológico en nuestro arte, nuestra investigación, nuestras acciones y nuestras libres elecciones. Todas tienden a algún Bien…[«Si el descenso se hace ciertos días con dolor, puede también hacerse con gozo». Y entonces aquellas cargas angustiantes demasiado pesadas de sobrellevar, aquellas noches de Getsemaní pueden ser también la dicha de la victoria absurda. «La felicidad y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra».]

– Te quería preguntar si Sísifo encuentra la Eudaimonía y vive en ella en todos sus trayectos infinitamente vacíos y absurdos… lo digo porque intuyo que la Eudaimonía se afirma y se reafirma por el telos. Y con Sísifo ya no hay telos posible – creo – porque en el mismo momento en donde reconoce su tragedia, él expulsa a los dioses y se vuelve artífice de su propio destino. Ahora todo depende de él… He ahí su gozo silencioso – y trágico también -.

¿Y sabes por qué pregunto lo que pregunto? En esta vida no todos tenemos la gran fortuna y la gran oportunidad de trabajar por los más humildes y necesitados – como anteriormente lo mencionaste -. Nuestras vidas son un tanto más ¿miserables? Oh no… humildes diría yo, menos onerosas… más rutinarias. No somos superheroes de nadie. Nuestros oficios son humildes: trabajamos en oficinas, en fábricas, en negocios propios, como humildes profesores de universidad… yo no sé. Sísifo era el proletario de los dioses: impotente, rebelde, conciente de toda las dimensiones de su vacía y trágica condición. Y no es que quiera parecer decadente y amante del absurdo, ¿pero acaso la vida humana no tiene ciertas dimensiones absurdas?

[Yo no lo sé… no sé si se puede hablar de una visión teleológica en Sísifo… no lo sé. Y el horario de clases terminó muy pronto. Y yo me quedé con varias dudas y sólo con mi amor platónico unidireccional a A. Camus… debo dejar de enamorarme de autores que ya fallecieron.]

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