Shhh

– ¡Silencio!

– ¡Difícil!

– Es un silencio no sólo exterior, sino también interior. Comencemos…

– recomencemos entonces

***

– Y así fue como me quedé extasiada en el Principio y Fundamento… Extasiada completamente, levitando casi. Siempre me había quedado ahí. ¡Nunca había pasado más allacito! Hasta que todo cambió cuando me dijo que era “conveniente” entrar en el pecado

– El acabose

– del comenzose. Por supuesto, cuando me lo dijo no pude dejar de sonreirme: mi sentido del humor estaba a flor de piel. Yo muy presta y obediente, me volví luego una magdalena, nunca con culpa de nada. La culpa no es buena

– ¡La frescura!

– Así dijeron que sería: La culpa no es buena

– Ha llegado el punto en que estas bromas sólo las entendemos nosotras

***

– Pero yo no estuve con Ignacio

– ¿Qué? ¿Pero, por qué? ¿Por qué le hiciste eso a Ignacio?

– Es que estuve con Edith

– ¿Edith?

– Stein. Me enteré que fue discípula predilecta de Husserl. Me conmovió y me llenó de curiosidad…

– ¡Ay Diana! Entonces yo me hubiera ido todo el tiempo con Kant

– O con Karl… ¡ajhajá! ¡Qué pillina!

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