Esta tentativa de ensayo es un esfuerzo por responder a la pregunta sobre cuál es la relación entre la ética y la política en la realidad peruana. He querido, en estas páginas, reflexionar sobre el dolor y el escándalo de la injusticia, no solo en un plano personal, sino también colectivo; porque intuyo que pensar en ello es en cierta forma reflexionar también sobre lo ético ya que nos hace pensar en un proyecto de vida en común, en un sentido y en un futuro.
Me he visto interpelada a hacer referencia – no con toda la profundidad que debería – al informe de la CVR porque creo que nuestra historia de convivencia social la vivimos en continuidad, es decir que no podemos ignorar nuestro pasado, ya que es éste el que nos exhorta a trabajar en el presente para construir nuestro futuro. Yo creo que esto también tiene que ver con la ética.
Tímidamente he osado a hacer referencia a los paradigmas económicos actuales – hablo del neoliberalismo en su forma más carnívora y más renuente al diálogo – y también he planteado la pregunta de si este modelo es el que más bienestar nos está dando a todos. No me considero pionera en preguntar esto, todo lo contrario, me veo simplemente como un eco más de los tantos ecos de las voces que están discutiendo este tema con mayor competencia y autoridad de las que yo tengo. Yo intuyo que aquí trato un poco el tema de la política y de la construcción de ciudadanía porque vivir en un sistema que genera y tolera la pobreza, desanima a la ciudadanía y también a la democracia.
Desde un inicio quería tratar el tema intercultural, ojalá se haya percibido este esfuerzo – y es muy probable que haya caído en la repetitividad -, creo que nuestra naturaleza de Perú con anhelo de “ser intercultural” amerita la repetición para tener presente el tema, aunque probablemente me equivoque y no sea repetición sino profundidad lo que nos hace falta. Me parece que con ello intenté abordar el complejo problema de la realidad peruana – obviamente no con toda la rigurosidad que amerita-.
Espero sinceramente haber podido responder la pregunta inicial – al menos tácita y tangencialmente – a pesar de las limitaciones de conocimiento y competencias que tengo. En caso de que no haya sido así, les ruego me disculpen.
DKHH
19 de febrero, 2010
Esta es la apreciación de mi querido amigo Víctor Casallo, respecto de mi ensayo:
«Es un testimonio que nos aborda desde distintas perspectivas ideas. Su fuerza persuasiva (o, más bien, su invitación a dejarnos mover) viene de que trasparenta tu pasión por el tema. Das pistas e ideas e interesantes para medir nuestra propia actitud respecto al tema. Hablo de tu texto como “testimonio” porque creo que no has llegado –más bien, me parece que no has querido – formular una argumentación que responda a tu pregunta guía (la relación entre ética, política y sufrimiento): recoges ideas que muestran por qué debería haber esa relación, pero no tanto cuál sería.
Veo la primera parte de tu texto como una invitación a la invitación del tema que planteas; más bien la segunda parte es donde las ideas, comparaciones y propuestas entran verdaderamente en juego y provocan al lector a seguirlas o intentar otras interpretaciones. Se suele recurrir a La Peste para reflejar nuestras actitudes frente a la crisis; creo que tú –muy lúcidamente – sabes descubrir lo que hay en profundidad detrás de esos actos y actitudes (siempre me ha parecido genial cómo Camus, desnuda –sin necesariamente destruirlo – el heroísmo con el que tantas veces tranquilizamos nuestras conciencia frente a las desgracias). Tu lectura es muy interesante, argumentada y provocadora… por si fuera poco, invita a leer (nuevamente) La Peste. Quizás es en ese contexto interpretativo donde deberías recuperar un poco más sistemáticamente (en el mejor sentido de la palabra) algunos conceptos o intuiciones de la primera parte.
Un tema formal: creo que no es tan necesario repetir el carácter tentativo de tus reflexiones, que se tratan solo de tu humilde opinión, etc. Vale la humildad, como principio de realidad para el autor; pero no hay que exagerar. Puede desmerecer tu trabajo e incomodar (o volver suspicaz) al lector. Otro detallito (perdóname por lo odioso): no existe el verbo “aperturar” (a pesar de que los bancos). 😀
Finalmente, encuentro dos valores “metatextuales” en tu trabajo. El primero, el que una ingeniera desarrolle no solo una sensibilidad sino una racionaliadad tan articulada sobre esos temas. Creo que me entiendes: no digo que sea “raro” que un ingeniero siente o piense así; sino que lo que nos faltan son testimonios escritos como tu trabajo para recordar que existen y son posibles… sobre todo para nosotros los profesores. El segundo tiene que ver con esto último; para los profesores –aunque yo no lo haya sido de ti – es muy estimulante leer o ver los trabajos de sus alumnos. Enriquecen, enseñan… y animan mucho. Gracias por compartirlo. Un valor adicional –en mi caso- ha sido el leer y releer en tus palabras la impresión que ha hecho en mi vida Gustavo Gutiérrez y, en particular, el tema del libro que comentas. Le haces mucha justicia, con tus citas y comentarios…. Continúa por ahí, creo que puedes sacarle todavía más provecho proponiendo nuevas ideas más cercanas a los chicos y chicas de tu generación.
De nuevo, gracias por la deferencia de compartir tus ideas,
Víctor»
uhubhuhuhuh *-*