A inicios de noviembre fuimos con todos los maestros del CAEM a una expedición en el circuito del colegio. La ruta se llamaba “La Chingonga” y era como recorrer una selva virgen porque hacía mucho tiempo que nadie iba por ahí. Las expectativas que todos teníamos de cómo sería el recorrido fueron satisfechas y la caminata fue espectacular. Aproximadamente duraría 5 horas… ¿sobreviviríamos?
El profesor Marco Antonio era uno de mis amigos más queridos y con quien también más bromas hacía. Yo le decía de cariño “Bonito” y el me llamaba “Bonita”. Y pensándolo bien, con cada profesor yo tenía una chapa distinta: Belle, Serranita, “vienes y te vas”, Bonita, barbie, lepidóptera (era una especie distinta según los colores de mi ropa: algunas veces Dione Juno, Agraulis Vanillae, Colias Dimera , etc), simplemente “miss”… ah, y amaba cuando mi paisita me llamaba “profesorita”
Recuerdo que estaba cerca a desfallecer luego de caminar y caminar tanto por el monte. Las botas de gebe me quemaban, estaba sudando como elefante y prefería no tomar agua porque era conciente de mi naturaleza ishpatera… y definitivamente ahí, en esa precisa situación no quería demostrar mi vulnerabilidad ishpatera…
[Marco] Dale dale Bonita
[moi] buaaaaaaa
[Marco] Dale Bonita, sí se puede!!!
[moi] Sí Bonito, se puede… realmente no sé que se puede, pero se puede grrrrr!!!!
[Marco] jajajaja!!!
extraño muxo mi colegio y agradesco a mi tutor paul x sus consejos