DOLAR: Nadie quiere aceptar un naufragio

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Nadie quiere aceptar un naufragio
Madrid, 19 de noviembre 2010 (Por: Guillermo Fárber)

El Titanic hace agua por todas partes, pero el capitán insiste en proclamar que estamos en vías de recuperación. Qué criminal: el barco no sólo no llegará “un poco tarde” al puerto, sino que está a punto de hundirse. Pero qué le vamos a hacer.

Nadie quiere aceptar un naufragio. Las que estamos presenciando en el mundo entero son las consecuencias inevitables de la fatal decisión de Nixon en agosto de 1971, de desvincular al dólar de su respaldo en oro, para que el dólar no valiera ya más que por los pantalones de EU (su poderío bélico, pues).

Esa decisión marca el parteaguas visible y tangible, donde el mal ya inoculado en el mundo se declaró en forma evidente: el deseo demente de evadir la Realidad.

Con la decisión de Nixon el mundo se desconectó de la realidad en que vive la humanidad. Esa realidad es la escasez de los recursos que requiere el ser humano para mantener su vida.

La revocación del oro señaló que de esa fecha en adelante, la evasión de la realidad sería la política mundial. Esa Guerra contra la Escasez no fue sino la Guerra contra la Realidad. Jauja sería la nueva (y falsa) Realidad. La contienda humana es su continua batalla por agenciarse los recursos materiales para sostener su vida (alimento, techo, vestido, etcétera), frente a la permanente, omnipresente, inevitable escasez. En cuanto el ser humano deja de vivir en clanes autosuficientes y pasa a vivir en sociedades donde el trabajo se reparte, surge la necesidad de un medio de intercambio de bienes. Ese medio ensayó diversas formas y finalmente encarnó en metales, básicamente oro, plata y cobre.

Venganza del oro
El oro fue el que ganó la preferencia absoluta, seguido por la plata, y esto les otorgó la supremacía como medios de intercambio en un mundo de escasez. Curioso, nunca nadie llega a tener demasiado oro: su demanda es constante a pesar de toda acumulación previa, cosa que no ocurre con ninguna otra mercancía.

Al abolir Nixon el uso del oro como moneda, pretendió nada menos que desconectar toda la actividad económica del mundo de la realidad de la escasez.

Así, desde 1971 el mundo económico opera desconectado de la esencial escasez en la cual tiene que vivir la humanidad, porque el medio de intercambio ya no es parte de la realidad. Hemos vivido una ficción desde hace 40 años, y la locura monetaria actual no puede clasificarse más que como demencia terminal. La humanidad entra en la fase final de su próxima autodestrucción. La Quantitative Easing-2 que anunció la Fed hace días, es otro clavo en ese ataúd.

Todo va a terminar muy dolorosamente. No hay salida. La civilización que hemos conocido se evaporará como un sueño, porque eso ha vivido: el sueño keynesiano de que era posible eliminar la escasez. La humanidad no se extinguirá, pero su rencuentro con la Realidad le costará penalidades indecibles.

Guillermo Fárber
www.buhedera.mexico.org

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