Sinesio López Jiménez
El referéndum ha convertido al Congreso en una asamblea de fantasmas. Uno de ellos es la “mayoría” fujimorista que conserva la legitimidad de origen (porque fue elegida por 5 años), pero muy adelgazada y marchita, casi fantasmal. El otro es el vigoroso mandato del pueblo soberano que no tiene, sin embargo, quien lo encarne y represente en el Congreso para concretarlo. Es un espíritu que busca un cuerpo representativo que legisle.
Este vacío representativo del nuevo mandato soberano en el Congreso podría ser superado a través de la formación de una coalición de los grupos parlamentarios que apoyaron el referéndum. Esta coalición podría acoger a un grupo de congresistas fujimoristas dispuesto a asumir y concretar los mandatos del referéndum.
En el Congreso hay ahora dos legitimidades de origen en tensión, producto de dos decisiones soberanas tomadas en distintos tiempos cronológicos y políticos con propósitos diferentes. Una, la del 2016, dio origen a un nuevo gobierno y la otra, la del referéndum, ha impuesto algunos cambios constitucionales al país y al Congreso que estaba y está más interesado en legislar para los lobbies, obstruir al Poder Ejecutivo y blindar a los corruptos que en impulsar las reformas que los ciudadanos exigen.
El referéndum ha generado también un choque de escenarios. La mayoría fujimorista en el Congreso es ahora una minoría en la sociedad y en la ciudadanía. Estamos frente a una nueva verdad del poder como producto de la nueva correlación social y política fuerzas. Lamentablemente esta nueva mayoría social y ciudadana no tiene quien la represente o, en todo caso, tiene un representación muy fragmentada en la vida social.
La superación de este desencuentro entre el Congreso y el país requeriría un aggiornamento del fujimorismo o de un sector del mismo que se ponga a tono con las exigencias de cambio de los ciudadanos. La decisión de Salaverry, presidente del Congreso, de prolongar la legislatura hasta enero para trabajar en las reformas exigidas por el referéndum, va saludablemente en esa dirección.
El referéndum empodera al Presidente Vizcarra y al Ejecutivo. Vizcarra ya no reposa en los brazos de la señora K ni levita en el aire sino que tiene un anclaje político vigoroso en la ciudadanía. ¿Por cuánto tiempo?. Eso depende de la agenda que impulse de ahora en adelante. Si se limita a impulsar sólo las reformas del referéndum, el apoyo ciudadano, que hoy parece sólido, se puede evaporar pronto.
Si amplía y profundiza las reformas de la justicia y de la política y recoge otras demandas ciudadanas como la aceleración de la reconstrucción con cambios, la reactivación de la economía y del empleo, la seguridad ciudadana y la reforma tributaria, puede consolidar el apoyo ciudadano y tener suficiente oxigeno para llegar bien al 2021. Pero si quiere pasar a la historia, tiene que hacer una reforma profunda del sistema político (el sistema electoral, el sistema de partidos y la forma de gobierno), redefinir el régimen político (la relación del Estado con la sociedad, la economía y los ciudadanos) y reconstruir el Estado y sus capacidades.