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Columnas

SE BUSCA BUENA PLANCHA UNICA DE IZQUIERDA

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Sinesio Lopez Jiménez
Según la última encuesta de GFK no es Keiko Fujimori la que encabeza las encuestas (32%), sino los que no tienen candidato o candidata (36%). Salvo en el ámbito rural, en el que ella obtiene el 43% de respaldo electoral, los que no tienen candidato triunfan en el ámbito urbano, en Lima y en el interior del país y en todos niveles socioeconómicos. Es cierto que estos (que no tienen candidato) se han ido reduciendo desde la mitad de los electores hasta el actual 36% que se resiste a ser seducido por los candidatos en liza y por su respectiva oferta electoral.

La mayoría se concentra en el ámbito rural (39%), en el interior del país (37%) y en los sectores pobres y muy pobres (38%). Hay dos componentes en este rubro: los que votan blanco y viciado (19%) y los que no saben por quién votar. ¿Son sumables estos dos componentes o son como papas y camotes que no se pueden sumar?. Sólo son sumables en el hecho que no tienen candidato. En todo lo demás parecen ser diferentes. Los que no saben por quién votar tienen una composición heterogénea que va desde los abstencionistas hasta los desinformados pasando por los que no les interesa la política y otros similares.

Los que votan blanco y viciado son un grupo más homogéneo cuyo común denominador parece ser el rechazo a las actuales candidaturas. Ellos van desde los anti-políticos (que no les interesa o que rechazan la política) hasta los anti-sistema pasando por los que aún no encuentran un candidato de su confianza. Se concentran en el nivel urbano (21%) y en el rural (24%), en el interior del país (20%), en la clase media acomodada (20%) y en los sectores pobres y muy pobres (20%). Ellos son los desencantados de la política por muchas razones, las más importantes de las cuales son la corrupción, las promesas incumplidas y la traición de los políticos que fueron elegidos para cambiar el país pero terminaron sirviendo al establisment neoliberal.

Para salir del estancamiento en el que se encuentran, los candidatos del establishment (que son casi todos) solo pueden arrancharse los votos entre ellos y disputar el 17% que no sabe por quién votar. Están incapacitados para atraer el voto blanco y viciado que se dirige precisamente contra ellos. La izquierda, en cambio, está en mejores condiciones para atraer no sólo a los que no saben por quién votar sino también y sobre todo a los que votan blanco y viciado. Para lograrlo tiene que presentar una buena candidatura única combativa y creíble que supere la falsa polarización entre las derechas para recolocarla entre la derecha y la izquierda. Hic Rodhas, hic salta izquierda.

Esto exige plantear los problemas de fondo del país como ejes centrales del programa único de la izquierda: el modelo de desarrollo económico, la refundación del estado, la desigualdad, la descentralización, la informalidad social, la consolidación de la democracia y de sus instituciones, la globalización y sus desafíos, la multiculturalidad y la corrupción. Este es un enorme y complejo desafío porque, además de atraer a los desencantados con la política y a los desinformados, la izquierda tiene que ganar al centro para disputar con éxito las elecciones del 2016.

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO

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Sinesio López Jiménez
La izquierda la tiene difícil, pero no todo está perdido. Aún puede recuperar el tiempo perdido en el sentido de corregir los errores del pasado que la están conduciendo a la irrelevancia política. Sólo en ese sentido (de corregir los errores) porque el tiempo político, a diferencia de los tiempos económicos y sociales, no se puede recuperar. Las coyunturas políticas pasadas, que ofrecieron a las izquierdas oportunidades para actuar con éxito, ya no pueden volver.

Ante la podredumbre moral de los líderes de la derecha y ante la ceguera estúpida de los líderes de la izquierda, avanza un iletrado que ha hecho de la educación un pingue negocio. Viene de abajo, pero es lo mismo que los de arriba. Para recuperar el tiempo perdido y avanzar en la jungla electoral, la izquierda tendría que realizar algunas tareas como las que siguen:

1. Concretar un acuerdo electoral para tener una plancha única, un solo programa y una sola estrategia electoral. La izquierda necesita una candidatura única, combativa, popular y creíble en la que se reconozcan todos los descontentos con el establisment neoliberal. La izquierda no puede darse el lujo de la fragmentación como las derechas que tienen recursos abundantes, líderes conocidos y todo el apoyo de los medios concentrados.

2. Establecer la polarización política derecha-izquierda planteando los problemas de fondo del país: el modelo de desarrollo, la refundación del Estado, la desigualdad, la informalidad social, la consolidación de la democracia y de sus instituciones, la globalización y sus desafíos, la multiculturalidad y la corrupción. Hay que traer a la conciencia y experiencia de la gente y a la superficie política estos problemas de fondo para disipar la falsa polarización política entre las derechas.

3. Reavivar la polarización social entre los poderes fácticos y los movimientos sociales contestatarios. El modelo neoliberal fue impuesto por los poderes fácticos nacionales e internacionales (con la anuencia del poder oficial) y ha sido resistido con eficacia por el veto de los movimientos populares y socio-ambientales (el arequipazo, el baguazo, el congazo, el de Tía María, etc). Hay que pasar de la protesta a la propuesta de un desarrollo alternativo viable.

4. Ocupar el espacio sociopolítico de centro-izquierda para evitar su colonización por las derechas y por el arribismo sin banderas. Eso requiere una buena candidatura única y creíble, un programa alternativo al de las derechas, una campaña electoral imaginativa y eficaz que conecte a la izquierda con las masas contestarías del país.

5. Recuperar la calle como espacio político del pueblo y de la izquierda y producir acontecimientos políticos que los medios concentrados no puedan silenciar.

6. Enviar a todos los cuadros de la izquierda a los barrios populares, al campo y a las universidades a hacer campaña electoral. Si se suman todos los cuadros dispersos de las izquierdas forman un ejército de combate nada desdeñable para la campaña electoral.

7. Buscar los recursos económicos necesarios para la campaña electoral y para hacerse presente también en los grandes medios.

8. Organizar redes con las radios de regiones y provincias y con la prensa popular y progresista.

9. Organizar un equipo tecnopolítico de las izquierdas y del progresismo para concretar el programa general y para el debate público con los equipos de las derechas neoliberales.

UN PLEITO DE BLANCOS

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Sinesio Lopez Jiménez
Hasta ahora la pugna electoral es un pleito de blancos. La llegada de Acuña a la cancha grande no cambia el color de la escena. Los principales protagonistas son los líderes de la derecha que ya han gobernado el país. Los líderes de centro y de izquierda están jugando en cancha chica, pese a que su escenario social es muy ancho, y están permitiendo que este espacio sea colonizado por las derechas. Sin embargo, más del 30% de los ciudadanos sigue resistiendo a las candidaturas de la derecha. Existe una contradicción evidente entre el escenario político de derecha y un escenario social de centro-izquierda que no encuentra aún al candidato que lo represente.

Eso explica el esfuerzo de los candidatos de las derechas por presentarse con un ropaje de izquierda o progresista. Keiko quiere cambiar de piel, tomar distancia de su padre y ponerse el disfraz de caviar. García reivindica experiencia, liderazgo y promete resolver los ancestrales problemas del país con “nuevas propuestas” como si nunca hubiera gobernado y fracasado. PPK, un hombre que ha participado en varios gobiernos del pasado y es un operador del establisment financiero nacional e internacional, quiere aparecer hoy como un hombre progresista. Eso explica también los jales que están haciendo las derechas de algunos líderes que en algún momento de su vida política pasaron por la izquierda. Keiko, PPK y Acuña son los más empeñosos en cooptar a algunos personajes que vienen de la izquierda para darle un color rosado a su opción política conservadora.

La polarización política y electoral se desarrolla entre las derechas y no entre estas y las izquierdas. Esto la hace falaz y superficial porque no se discuten los problemas de fondo (el modelo de desarrollo, la refundación del Estado, la desigualdad, la consolidación de la democracia y de sus instituciones, la globalización y sus desafíos, la multiculturalidad, la corrupción). En estos temas las derechas están de acuerdo en la forma de enfrentarlos y resolverlos. Su polarización se organización en torno a temas de segundo orden o banales como el supuesto chavismo in pectore de Humala o la exageración de las diferencias con las políticas económicas del gobierno cuando, en la práctica, son las mismas, o las famosas agendas de Nadine.

La polarización es sólo política y no llega a ser social, pese a los problemas de empleo, de ingresos, de financiamiento de las políticas sociales, de recentralización política y fiscal. La emergencia de una polarización social podría dar vida y base material a la polarización entre la izquierda y la derecha. Si la desaceleración económica se profundiza y se acelera, ella podría impulsar la polarización social, redefinir la polarización política y tener un impacto importante en el escenario electoral.

El escenario de derecha, sin centro y casi sin izquierda (hasta ahora) ha sido trabajado a pulso por las derechas políticas y, especialmente, por los medios concentrados con la colaboración inconsciente (consciente según Carlos Bedoya) de algunos líderes de centro y de la izquierda. ¿Podrán los líderes de la izquierda (y del centro) frenar sus ambiciones desmedidas, superar su miopía intelectual y recuperar la racionalidad política para llegar a un acuerdo electoral que les permita tener una buena candidatura unitaria con un programa único?. Aunque el tiempo juega en contra, este es el urgente desafío que tienen que enfrentar y resolver.

ACUÑA

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Sinesio López Jménez
En el avance electoral de Acuña hay algo de justicia divina. Es David que vuelve a derrotar a Goliat. Parece que la misión de Acuña es hacer llorar a García. Ya lo hizo cuando fue elegido alcalde de Trujillo, el histórico bastión del Apra. El propio líder aprista lo ha declarado en público. Por eso la primicia de las encuestas no es tanto que Acuña avanza del quinto al tercer lugar en la carrera electoral como que ha desplazado a García.

Acuña ha construido su propia leyenda. Se presenta como alguien que emerge de la pobreza rural, de un padre con poco nivel de educación y de una madre analfabeta, pero que ha triunfado gracias a la educación. Se cuida de decir que en esta pequeña historia alude, no a la calidad de la educación que ha enriquecido su espíritu, sino a la educación como negocio que le ha permitido tener “plata como cancha”.

Como todo migrante exitoso, Acuña es un personaje complejo. Tiene un lado claro y otro oscuro. En un país de cachueleros, Acuña aparece como el informal exitoso en el que el 75% de los peruanos informales quisiera verse reflejado. En un país centralista, Acuña representa la reivindicación de la provincia olvidada frente a Lima. Como migrante exitoso ha logrado superar muchas dificultades y adversidades.

Acuña tiene también su lado turbio. La educación para él no es una forma de cultivar la mente de la gente sino un buen negocio. Acuña no presta atención a la mente sino al bolsillo de la gente. Sus universidades no son dechados de virtudes académicas, sino todo lo contrario. No tienen una planta de profesores a tiempo completo de alta calidad (doctores) como exige la ley universitaria. No cuenta con laboratorios, bibliotecas y un equipamiento logístico necesario para impartir una buena educación. Sorprenden, sin embargo, sus buenos locales que están en contradicción con la falta calidad educativa de las mismas. Ellas, sin embargo, satisfacen el acariciado sueño del cartón profesional y el arribismo de la clase media emergente.

Sus universidades son la plataforma de sus apuestas políticas. ¿En qué consisten estas?. No las sabemos, pero las podemos adivinar: un nuevo negocio. Gracias a la plata como cancha, Acuña despliega una agresiva política clientelista: coopta cuadros independientes o de otros “partidos”, financia campañas, compra votos. Tiene muchos recursos con los que puede financiar una costosa campaña electoral.

Hay varias preguntas que formular a propósito del avance electoral de Acuña: ¿Es consistente este avance o es un pequeño hipo que se va a evaporar?. ¿Es capaz Acuña para mantener el ascenso en forma sostenida?. ¿Tiene capacidad política para sostenerlo?. ¿Logrará representar a casi la mitad de los peruanos que no se sienten representados por los candidatos del establisment?.

Mi hipótesis es que Acuña carece de las capacidades para mantener el avance y para ir por PPK y por Keiko Fujimori. Por lo que ha hecho hasta ahora y por lo sabemos, Acuña no se diferencia sustantivamente de los candidatos de la derecha. En términos programáticos es más de lo mismo. Es probable que el avance de Acuña abra las puertas a un nuevo escenario electoral y a un nuevo candidato (que no es él) que acabe con la tranquilidad del establisment.

ACLARANDO EL PANORAMA

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Sinesio López Jiménez
Es una ironía de la historia que los herederos de la derecha oligárquica y de la actual derecha neoliberal se autoproclamen demócratas y se autoerijan en aduaneros del pensamiento democrático y en un jurado severo que califica quien es demócrata y quien no lo es. No tienen pergaminos para eso, pero lo hacen. Para ir más allá del anatema y para iniciar una discusión basada en fundamentos teóricos de las tradiciones democráticas, sugiero algunas ideas iniciales sobre el tema.

Desde una perspectiva procedimental la democracia es un conjunto de reglas y procedimientos tanto para acceder al gobierno como para dirigirlo y gestionarlo en su relación con la sociedad y los ciudadanos. Las reglas para acceder al gobierno se expresan en el sistema electoral que, para resumirlo, se condensa en el acto del sufragio y en el proceso electoral. El debate actual se centra, no en el primero, sino en el segundo, en su institucionalidad, equidad y competitividad, esto es, en el carácter justo o injusto del proceso electoral. La dificultad proviene del hecho que ni la academia ni la política han logrado establecer el nivel de injusticia a partir del cual un proceso electoral injusto puede ser considerado ilegítimo y no otorga, por consiguiente, el derecho a gobernar.

Las reglas y procedimientos de dirección y gestión del gobierno y del Estado dependen de la forma de gobierno (presidencialismo, parlamentarismo, semipresidencialismo). El presidencialismo parlamentarizado del Perú tiene un presidente que es jefe de Estado y jefe de gobierno, cuenta con una división de poderes enturbiada por interferencias parlamentarias que afectan la gobernabilidad, se somete al dominio de la ley en el que enmarca sus decisiones y sus acciones para que sean legítimas, reconoce y respeta los derechos de los ciudadanos como legítimos titulares del poder. Pese a todo esto, es frecuente en AL elegir presidentes democráticos para que nos gobiernen dictadores bajo un ropaje democrático.

Fue el gran sociólogo alemán Max Weber el que definió la democracia como un procedimiento o un método para elegir a los gobernantes y convirtió al ciudadano en un mero elector. Pero fue Schumpeter el que extremó la democracia procedimental al definirla como “libre competición por un voto libre” y como un método a través del cual las élites se hacen elegir por los ciudadanos convirtiendo a éstos, no en electores, sino en meros votos.

La democracia procedimental es, sin embargo, insuficiente para las clases populares y para la izquierda que demandan, no sólo procedimientos, sino también bienestar, igualdad, equidad e inclusión, esto es, una democracia procedimental y sustantiva. Los procedimientos que nada tienen que ver con el bienestar de las mayorías genera en éstas desafección con la democracia. Robert Dahl, un destacado teórico del pluralismo que nada tuvo que ver con la izquierda, sostuvo que el proceso y la sustancia de la democracia no pueden estar realmente separados: “el proceso democrático no sólo es esencial para el derecho de la gente a gobernarse a sí misma sino que es en sí mismo un rico conjunto de bienes sustantivos”. Es quizás por esta razón que Dahl, cuando aborda los casos de la vida real, prefiere referirse, no a “democracias” ideales, sino a las “poliarquías”. Estamos frente a la democracia procesal.

ESCENARIOS POSIBLES

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Sinesio López Jiménez
La crisis política actual tiene varios desenlaces posibles que dependen de la correlación social y política de fuerzas entre los actores centrales del conflicto, de los cambios en el contexto y de la intervención de nuevos actores. El golpe, la confrontación exacerbada y el juego moderato ma non troppo parecen ser los posibles escenarios en los que ella puede desembocar. Mi hipótesis es que la coyuntura electoral se va a mover entre la confrontación exacerbada y el juego moderato ma non troppo, descartando el golpe.

El escenario del golpe (autogolpe de Humala o golpe del Congreso) supondría una elevación máxima de la confrontación política entre el gobierno y García (y el Apra); el seguidismo de las consignas de García por todas las derechas, especialmente del fujimorismo; la elevación de la temperatura política por los medios concentrados que echan más leña al fuego; el agravamiento de la desaceleración económica y de sus secuelas económicas, sociales y políticas; y el debilitamiento de la influencia de la CONFIEP y de los EEUU en la coyuntura de crisis. Este es un escenario exagerado porque ni los ascensos militares preparan un autogolpe ni los potenciados escándalos de corrupción llevan a la vacancia presidencial por incapacidad moral. García y el Apra prefieren este escenario porque él les permite salir de su incómoda situación política actual y recolocarse mejor en el escenario post-golpe.

El juego moderato ma non troppo supone el aislamiento de García dando cauce a las acusaciones constitucionales en su contra para mantenerlo a raya; la iniciativa de las derechas, especialmente del fujimorismo, de moderar el partido y dejar de lado el aventurerismo de García; el abandono de las pretensiones de Nadine de encabezar la lista parlamentaria del nacionalismo por Lima y la consolidación de la candidatura neoliberal de Von Hesse; la moderación política, informativa y editorial de los medios concentrados; y el mantenimiento en el actual nivel de la desaceleración de la economía. A Keiko, que está a la cabeza de las encuestas, le favorece este escenario. Supone la despolarización y el repliegue o la derrota de Nadine y de García.

El escenario de la confrontación exacerbada supone llevar la actual polarización política hasta el límite del abismo sin caer en él. Keiko se suma a García y a la polarización contra el gobierno poniendo límites a sus objetivos y estrategias desestabilizadoras. Nadine insiste en seguir como presidenta de Gana Perú y en encabezar la lista parlamentaria por Lima. Los medios concentrados siguen echando más leña al fuego. Esta polarización exacerbada entre el gobierno, García y Fujimori puede dar pie a una campaña violenta, mezclada con legítimos movimientos sociales de protesta y puede llegar a cansar a la gente y abrir un mayor espacio a los otros candidatos, especialmente a PPK, a Acuña o a Toledo o al outsider que algunos esperan.

Y ¿cuál es el papel de las izquierdas en estos escenarios?. Ninguno mientras sigan fragmentadas. Sólo un acuerdo electoral que les permita presentar una buena candidatura unitaria y un programa atractivo para las mayorías los puede sacar de la irrelevancia política actual. Si la buena voluntad y la racionalidad política fracasan, sólo que queda un milagro.

LA CRISIS POLITICA

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Sinesio López Jiménez
La crisis política actual es quizás la más grave del gobierno de Humala. Ella consiste en el enfrentamiento del Ejecutivo con los otros poderes del Estado. Un gobierno débil e inexperto, sin partido de gobierno, sin mayoría parlamentaria y sin respaldo ciudadano es acosado por el Congreso, el Poder Judicial (la Fiscalía principalmente) y el Tribunal Constitucional (TC), no sabe cómo defenderse y, para salir de las cuerdas, comete una serie de torpezas que echan más leña al fuego. Los principales actores del drama son la pareja presidencial, García y los medios de derecha, principalmente los medios concentrados.

El contexto en el que se desarrolla la crisis política es definido por los deficientes resultados económicos (debido al shock internacional y al mal desempeño del gobierno) y la entrada de lleno al escenario electoral. Si la tasa de crecimiento del 2011 y 2012 se hubiera mantenido, la ofensiva de García y de los medios concentrados se hubiera diluido y las torpezas de Humala y Nadine no se habrían percibido. El escenario electoral pone luna de aumento a los malos resultados económicos, al mal desempeño del gobierno y potencia la ofensiva política y mediática de la derecha.

La crisis política actual tiene una pequeña historia. Ella comienza con la investigación de las corruptelas del gobierno de García. Este responde con el cuento de la voluntad de perpetuación en el poder del humalismo. La prensa concentrada le pone megáfonos al cuento de García mientras la pareja presidencial ningunea la denuncia o, cuando responde, repite tontamente “no está en agenda” en lugar de negarlo y responder políticamente a las acusación de García y la derecha.

Sigue luego la negativa del indulto a Fujimori por parte de Humala. El fujimorismo se convierte entonces en tropa de García en una serie de denuncias contra el gobierno, algunas de ellas francamente irrelevantes como el caso de López Meneses. Viene luego la acusación de los narcoindultos del gobierno aprista. García se defiende, acusa al humalismo de quererlo sacar del juego electoral del 2016 y abre temprano la cancha electoral en la que quiere ser protagonista. Mientras tanto los fiscales y los jueces apristas y filoapristas lo limpian y lo blindan y la prensa concentrada lo respalda.

Ante el agravamiento de los narco-indultos y ante los destrozos que estos producen en el partido de la estrella, García responde con las mal habidas famosas agendas de Nadine que los medios de derecha, especialmente la prensa concentrada, levantan hasta el nivel del escándalo y atosigan a la opinión pública desde hace cuatro meses. En vez de dar una respuesta política clara, Nadine las niega, se enreda en declaraciones contradictorias, apela a subterfugios y a blindajes legales, despide a una honesta Procuradora y pierde en el TC.

Comparadas con los Vladivideos y los narcoindultos y con la corrupción de Fujimori y de García, las agendas de Nadine son, sin embargo, chancay de a medio. En ellas no se muestra un saqueo del Estado sino el financiamiento chavista de la campaña del 2006 y del 2011. Otros candidatos hacen lo mismo con otros financiamientos externos, además de coimas y asaltos al Fisco (que no es el caso de las agendas). Todo el escándalo ha convertido a Nadine en la mujer más corrupta y a Keiko en la virgen inmaculada. Una pérdida total del sentido de las proporciones.

UNA PLANCHA DE LUJO

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Sinesio López Jiménez
Si no fuera por la división, las elecciones primarias de las izquierdas serían ejemplares en el contexto peruano. Compiten varios pre-candidatos (7 en el FA y tres en la nueva alianza de Democracia Directa, Bloque Nacional Popular y Unete), son abiertas y masivas: cerca de 30 mil en el FA. No se sabe el número de votantes en el otro agrupamiento izquierdista, pero sus dirigentes más optimistas calculan no menos de 100 mil. Pago por ver.

Las elecciones de los partidos de derecha y de centro, en cambio, no son competitivas, ni abiertas ni masivas (salvo quizás la del Apra). Ellas se hacen para confirmar al dueño del partido y de la pelota como pre-candidato único (con excepción quizá de AP) y la mayoría de los “partidos” derechistas va a recurrir a la fórmula más fácil que les permite la ley: la nominación del candidato por delegados.

La división lastra las elecciones más o menos ejemplares de las izquierdas. La mayoría de la gente de a pie no entiende la división y tiene razón. No tienen diferencias programáticas ni estratégicas. Sólo los diferencia el tamaño de sus ambiciones y de los prejuicios de unos con respecto a otros. Los elegidos de cada agrupamiento creen que reciben un mandato irrenunciable de sus bases para representarlas, se encapsulan en su propia candidatura y marchan juntos al abismo.

Los frentes de izquierda protagonizan una doble competencia: una, entre ellos y dos, la de cada uno de ellos con las derechas. Los núcleos duros de los frentes creen que los electores escogerán al mejor (al propio) para enfrente las futuras batallas con la derecha. Temo que no habrá futuro porque, ante la división, los electores los van a abandonar por otros candidatos o anularán su voto. La fragmentación de las izquierdas es lamentable porque tiene buenos candidatos que tendrían un importante respaldo ciudadano si marcharan juntos.

Verónica Mendoza, por ejemplo, es una muy buena candidata que recibe el respaldo de un buen sector de la izquierda y de un progresismo plural. Carismática, honesta, combativa y, pese a su juventud, cuenta ya con una experiencia política ganada en buenas lides y tiene ideas claras sobre el Perú, sus problemas y sus posibilidades. Gonzalo García y Sergio Tejada del otro agrupamiento izquierdista son también buenos candidatos. Los tres serían una plancha de lujo.

Toda organización política (partido o frente) tiene un núcleo duro (los militantes), otro, más grande, de seguidores; y, finalmente, uno, mucho más vasto, de simpatizantes periféricos. Mi hipótesis es que el FA tiene un 10% de núcleo duro (unos tres mil militantes de todos los partidos), un 30% de seguidores (9 mil) y el 60% de simpatizantes periféricos (izquierdistas y progresistas). Eso explica que Verónica Mendoza, dirigente de un pequeño partido (Sembrar) gane las primarias del FA, mientras la mayoría del núcleo duro y de los seguidores votaron por Arana.

Ante la incapacidad de constituir un sujeto político único y ante la inminente debacle que los amenaza, la izquierda tiene una tabla de salvación: la constitución de un frente electoral con un programa común y una plancha presidencial unitaria para enfrentar a la derecha neoliberal. Que la virtud y la fortuna los acompañen.

RECENTRALIZACION

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Sinesio López Jiménez
El boom exportador favoreció la descentralización política y fiscal y su actual agotamiento estimula los intentos de recentralización. Desde 2002 cambió la administración fiscal del país: “El gobierno nacional ha transferido importantes funciones y recursos fiscales a los gobiernos regionales, a la vez que ha reforzado los ingresos de los gobiernos municipales. Estos han duplicado sus presupuestos en solo cinco años. Sin embargo, se financian principalmente con transferencias del gobierno central y no tanto con recursos propios recaudados por ellos. Los presupuestos fiscales de los gobiernos regionales y municipales equivalen al 30% del presupuesto del gobierno nacional, casi el doble de lo que era antes de 2002. Asimismo, más de la mitad de los trabajadores del sector público están en los gobiernos subnacionales, mientras que la inversión pública a cargo de estos gobiernos equivale al 55% de la inversión pública nacional” (Vega, 2009: 17).

La principal fuente de recursos de los gobiernos regionales no proviene del canon sino de los recursos ordinarios (77%) del tesoro público. El canon, sin embargo, especialmente el minero, ha sido el recurso de mayor crecimiento, registrando un notable aumento hasta el 2012. Los gobiernos locales cuentan, en cambio, con algunos recursos propios (tributarios y no tributarios) y dependen relativamente menos del gobierno nacional. Sin embargo, esta dependencia es todavía alta, ya que, en promedio, solo el 27% de sus ingresos provienen de recursos propios. Las transferencias aumentaron su participación de 55% en el 2002 a 73% en el 2006. El sistema de transferencias fiscales a los gobiernos regionales muestra cierta regresividad puesto que las regiones más pobres reciben relativamente menores transferencias presupuestales del gobierno nacional.

La política de recentralización se inicia en el 2014 y se acentúa en el 2016 en el que el gobierno central se autoasigna el 75% del presupuesto en el nivel nacional. El gobierno nacional arguye, por un lado, una supuesta incapacidad de gasto de los gobiernos descentralizados y, por otro, un alto nivel de corrupción en ellos. Pero el gasto ejecutado por los gobiernos descentralizados al 31 de agosto llega al 35.3%, cifra superior al ejecutado por algunos sectores del gobierno central (Salud, Mujer, MIDIS y Ambiente) y la corrupción corroe más al gobierno central que a otras instancias del gobierno.

La Red de Municipalidades Urbanas y Rurales del Perú (REMURPE) plantea para el corto plazo que el gobierno central reponga los recursos recortados a los gobiernos locales a través de transferencias compensatorias financiadas con el fondo de contingencia 2015, incremente el FONCOMUN para atender las necesidades de las poblaciones rurales, más pobres y con mayor número de necesidades básicas insatisfechas y reactive el PREBAM y lo incorpore al presupuesto 2016 para que las municipalidades cuenten con las maquinarias necesarias para atender las emergencias como la del fenómeno del Niño que se anuncia.

La REMURFE pide también instalar el Consejo de Coordinación Intergubernamental (en base al reglamento concertado por el Ejecutivo y las asociaciones de gobiernos descentralizados: REMURPE, AMPE y la ANGR) que espera la decisión de la PCM desde el 2013.

LA CASCABEL AL GATO

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Sinesio López Jiménez
Si el Congreso no quiere autoreformarse, hay que reformarlo. Hay muchos problemas que impiden la reforma, pero el problema central es de agencia, esto es, de actores que impulsen el cambio: ¿Quien le pone la cascabel al gato?. El Congreso es el poder más desprestigiado e impopular, pero, a primera vista, la gente parece estar poco interesada en reformarlo. Dígase lo mismo de los partidos políticos. La gente los rechaza, pero casi la mitad de la población sigue apostando a ellos. Lo dicho puede extenderse también al Poder Judicial. Jalando el hilo de la madeja se puede llegar al repudio a la política, a la antipolítica que conduce a la indiferencia y a la parálisis decisoria de la gente.

¿Es la falta de interés o la dificultad para encontrar el camino del cambio lo que inmoviliza a la gente?. Es más probable que sea lo segundo que lo primero. Puede haber muchas razones por las cuales la gente no se moviliza, pero la principal parece ser el hecho de que las propuestas de reforma son meramente procedimentales y no tocan su vida material. Lo procedimental, sin embargo, es importante para todos, en particular para las clases medias y altas que han resuelto los problemas materiales de su vida. Pero si se quiere que la mayoría de la gente se involucre en los cambios procedimentales es necesario vincularlos a sus necesidades materiales. Los procedimientos políticos tienen que estar vinculados a los contenidos sociales.

Esta vinculación puede ser directa o indirecta. Es directa cuando la reforma política está estrechamente asociada a cambios materiales: unir, por ejemplo, los derechos políticos y los derechos civiles con los derechos sociales. Es indirecta cuando los cambios procedimentales ayudan a la gente a tener más poder, a fortalecer sus organizaciones (sindicatos, asociaciones, partidos) que les permiten obtener conquistas materiales. La organización propia le da poder a la gente. Si las reformas se quedan en lo meramente procedimental la gente va a responder también con procedimientos: va a ir a votar, pero cada vez con menos ganas.

Además de la masiva movilización ciudadana, ¿pueden otros actores reformar a los poderes del Estado y a los partidos políticos?. ¿Pueden ellos autoreformarse?. Pueden, pero sus propuestas de cambios son muy limitadas, cuando no contraproducentes, esto es, son contrareformas. Es difícil que cambien las situaciones y los procedimientos que los favorecen. El cambio tiene que venir de fuera. ¿De dónde?. Mi hipótesis es que el cambio puede venir de la acción combinada de las organizaciones de la sociedad civil, de la presión persistente de los medios y del apoyo masivo de la gente. Como fue el caso de la ley Pulpin y de otras movilizaciones que tuvieron un impacto efectivo en los poderes del Estado. Este es un camino democrático.

Otro camino es “el caballazo” de las dictaduras (Velazco, Fujimori, entre otros) contra los poderes del Estado y los partidos que suscitó un entusiasmo pasajero, pero que luego se disipó porque no logró el cambio que esperaba la gente de a pie.