Archivo del Autor: Sinesio López Jiménez

Acerca de Sinesio López Jiménez

Sinesio López Jiménez es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Hizo estudios de doctorado en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de la Universidad de París bajo la dirección de Alan Touraine. En la actualidad es profesor principal de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Fue coordinador de la maestría en Sociología de la PUCP, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la PUCP, Director de la Biblioteca Nacional del Perú (2001-2005), Director de El Diario de Marka (1982-1984) y columnista político del mismo. Los campos de interés académico son la Teoría Política, la Política Comparada, el Estado, la Democracia y la Ciudadanía. Ha sido profesor visitante de FLACSO, Quito, Ecuador y del CAEM. Es autor de los libros El Dios Mortal, Ciudadanos Reales e Imaginarios, Los tiempos de la política, coautor de varios libros de sociología y política y ha escrito muchos artículos y ensayos de su especialidad publicados en el Perú y en el extranjero. Actualmente es columnista del diario La República.

ACUERDOS Y CONFRONTACIONES

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Sinesio López Jiménez
Pese a que Humala se entregó a los brazos de la derecha desde el comienzo mismo de su gobierno, esta lo sigue combatiendo. Con menos saña, es cierto, pero lo hostiga y lo presiona. ¿En qué están de acuerdo y sobre qué disputan?. Concuerdan en el manejo económico, pero se enfrentan en el campo de la política. El gobierno de Humala, las derechas (fujimorismo, Alianza para el Gran Cambio, la CONFIEP, la mayoría de los medios) y el centro-derecha (Apra, Perú Posible, Solidaridad Nacional) están de acuerdo con el modelo económico neoliberal y con el equipo tecno-político que lo gestiona. Las discrepancias en este campo son menores. Las únicas fuerzas que se oponen al modelo neoliberal extremo son las izquierdas, los movimientos sociales de protesta y la mayoría de los gobiernos regionales. Los actores centrales del escenario económico son, por un lado, los poderes fácticos y el equipo tecno-político del MEF que, en la práctica, gobierna y, por otro, la oposición social.
La disputa de las derechas con el gobierno se centra en la política. A la derecha no le ha gustado el tímido desplazamiento de Humala hacia el ambiguo centro, expresado en el gabinete Jiménez. La derecha estaba feliz con el gabinete Valdés, autoritario y pro-fujimorista. ¿Qué le disgusta a la derecha del gabinete Jiménez?. No le gusta su comportamiento blandengue con los movimientos de protesta y con las huelgas. Ella prefiere la mano dura y la criminalización de la protesta. La oposición social prefiere, en cambio, el diálogo y la atención del gobierno a sus demandas.
Tampoco le gusta a la derecha la ambigüedad de Humala y de Jiménez en el campo de los derechos humanos y en la política seguida contra sus violadores. La oposición política de derechas, en particular el fujimorismo, ha puesto en la agenda el cuestionamiento de la CVR, los fallos judiciales contra la violación de los derechos humanos y el indulto a Fujimori. El fujimorismo y sus aliados pretenden que Humala se desplace también a la derecha en el manejo de estos temas. Las izquierdas y el centro liberal y democrático (Perú Posible y AP), por su parte, exigen al gobierno una política clara y firme en la defensa de los derechos humanos.
La lucha política se desarrolla en diversos escenarios oficiales (parlamento, poder judicial, JNE; TC y otras instituciones del Estado), sociales (socio-ambientales, sindicales y gremiales), mediáticos y de guerra (el VRAEM). En los escenarios oficiales el fujimorismo y el Apra tienen la iniciativa política. En la Fiscalía, en el TC, en el nuevo JNE y en la Contraloría opera el Apra para cubrir a sus principales dirigentes y disparar contra las instituciones independientes y las izquierdas. En el Parlamento el fujimorismo desplegó, con el apoyo agresivo de los medios de derecha, una ofensiva fallida contra la CVR. En el Poder Judicial, el fujimorismo tuvo la audacia de rebajar las penalidades a los integrantes del Grupo Colina y de negar los crímenes de lesa humanidad cometidos por el fujimontesinismo.
Con la notoria excepción de la DBA, los medios de derecha en este tema han sido más prudentes. Sabían quizás que el fallo de Villa Stein adolecía de serias fallas jurídicas y que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) lo rechazaría, tal y como efectivamente ha sucedido. La ofensiva fujimorista para liberar al Grupo Colina y al mismo Fujimori fracasó. La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema anuló el fallo de Villa Stein y acató el de la CIDH. Es justo reconocer que el gobierno de Humala, más allá de las iniciales dudas y vacilaciones, ha sabido pararse firme en la defensa de la CVR y de los derechos humanos frente al fujimorismo y las derechas.
No está sucediendo lo mismo con el posible indulto a Fujimori. Humala ha extendido al fujimorismo una rama de olivo, cuyo significado la portentosa inteligencia de Kenyi no ha logrado descifrar, pidiéndole a la familia Fujimori que solicite el indulto como parte interesada porque como Presidente de la República no puede otorgarlo de oficio. Fracasada la ofensiva fujimorista en la Corte Suprema, la familia se apresta a solicitar el indulto y Humala a concederla. ¿Esta generosidad de Humala compensa la firmeza en la defensa de la CVR y los derechos humanos o hace parte de una negociación mayor que aún no conocemos?.
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LA CVR: MEMORIA, HISTORIA Y POLITICA

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Sinesio López Jiménez
Para construir el futuro es necesario cambiar el pasado. La forja del porvenir requiere la construcción de una memoria. Ambos (pasado y futuro) se construyen en el presente a través de la política. La historia se hace, en gran medida, en la política, espacio por excelencia en el que operan la virtud y la fortuna, eso es, las mejores capacidades humanas y la incertidumbre. La política es, en ese sentido, una interminable aventura en la que los hombres y las mujeres crean la historia apelando a las capacidades más excelsas para domesticar la incertidumbre y hacerla predecible. La política (o la lucha por el poder) se despliega, a su vez, en diversos escenarios temporales (el pasado, el presente y el futuro) y espaciales (la economía, la sociedad, la cultura, el estado, las instituciones, las regiones, etc). La batalla por la memoria es un momento de la larga lucha por forjar la historia del país.
Los lectores que hayan logrado sobrevivir al párrafo anterior pueden entender entonces la encarnizada batalla y las pasiones encontradas que desata la CVR. Esta es, por un lado, una requisitoria brillante contra las fuerzas del terror (Sendero Luminosos, el MRTA y el terrorismo de estado) y las condiciones (económicas, sociales, políticas y culturales) que las generaron y, por otro, la forma como las fuerzas democráticas recuerdan uno de los traumas mayores de nuestra historia republicana. La CVR es la forma democrática de recordar la época del terror (1980-1992). Ella es la memoria democrática de los horrores del terror. Se entiende, por eso, la furia desplegada por las fuerzas no democráticas (el fujimorismo y las derechas de la caverna) contra la CVR.
La CVR surgió en una coyuntura política especial en la que, por un lado, habían sido derrotadas no sólo las fuerzas del terror sino también las fuerzas no-democráticas (el fujimorismo y sus aliados) que emergieron, se desarrollaron y pervirtieron gracias a la violencia terrorista y, por otro, habían triunfado las fuerzas democráticas (el gobierno de transición de Paniagua, el toledismo, el Apra, AP, el PPC, las izquierdas y un sector de la derecha mediática). El fujimorismo había construido una memoria oficial en la que aparecía él, Montesinos y su mafia como las fuerzas victoriosas. En esa memoria no aparecían la DIRCOTE, el GEIN, las rondas campesinas ni las fuerzas democráticas que, con aciertos y errores, se fajaron contra las fuerzas del terror.
Con la defección de Humala ante las fuerzas de la derecha y las ambigüedades de su gobierno en la defensa de los derechos humanos la situación política ha cambiado y ofrece al fujimorismo y a sus poderosos aliados de hoy la oportunidad para cuestionar a la CVR. El fujimorismo ya no está aislado sino que es la segunda fuerza electoral y parlamentaria, cuenta con el apoyo del Apra, de la derecha económica y mediática y cree que tiene la fuerza suficiente para revertir los resultados de la CVR y borrar la corrupción y los crímenes del pasado. La lucha por la memoria y por la historia retorna por el lado de la política. Que vuelva a ganar la verdad, la justicia y la libertad.
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TIBURONES Y PIRAÑAS

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Sinesio López Jiménez
¿Puede un pastor protestante separar la política de la religión?. ¿Puede diferenciar la política de la ética?. Sospecho que no. Me parece que el pastor Lay ve a los congresistas como unos malandrines y a los ciudadanos como unos pecadores. Si eso es así, ¿puede presidir la Comisión de Etica del Congreso?. ¿Por qué esta se inmiscuye en asuntos que no atañen a la representación ni a la función de los congresistas?. ¿Por qué se mete con la vida privada e íntima de los congresistas?. Que se meta con sus delitos, pero no con sus pecados. Pero incluso en este caso hay límites. Si un congresista comete una falta o un supuesto delito que no tiene que ver con la representación ni con sus funciones congresales no es la Comisión de Etica la que tiene que juzgarlo sino las instancias judiciales correspondientes siguiendo el debido proceso que las leyes y el Reglamento del Congreso establecen.
Algunos de los mayores logros del humanismo cívico y del republicanismo renacentista, en especial de Maquiavelo, son la separación de la política respecto de la religión, la diferenciación de la política y la ética y la introducción de una ética laica. Para Maquiavelo no existe un solo fin (la salvación de las almas) sino que hay otros fines igualmente legítimos (conquistar el poder en la tierra o la plena realización humana en este mundo, por ejemplo). La conquista de legítimos fines políticos requiere medios adecuados y laicos. El sermón de la montaña es una guía para ir al cielo, pero no sirve para conquistar el poder en la tierra. A veces es necesario echar mano a medios nuevos cuya moralidad es dudosa o ambigua. En esos casos interviene la ética que se coloca entre los medios no santos y los legítimos fines políticos.
Tengo la impresión que el pastor Lay busca santos o personas de biografía impecable (listos para ir al cielo) en medio de los políticos que son gente de carne y hueso. Se ha equivocado de lugar de búsqueda. A los santos tiene que buscarlos en su iglesia porque no los va a encontrar en el Congreso. Allí hay políticos (o gente que funge de tales) que buscan fines laicos y que se guían por una ética laica. Pero hay algo más. Cuando se trata de investigar supuestos delitos o pecados (que para él son lo mismo, sospecho), el pastor Lay y su comisión se dedican a pescar pirañitas y dejan escapar a los tiburones. Se ve entonces una situación que sería cómica sino fuera indignante: algunos defensores de los tiburones investigando a las pirañitas.
Todo esto se hace con el estímulo y el apoyo de cierta prensa derechista interesada en cubrir con el manto del olvido los grandes asaltos al fisco por parte de los políticos más corruptos de la historia. Sugiero dos grandes temas que debieran investigar las Comisiones de Etica y de Fiscalización: el enriquecimiento de los políticos de los últimos gobiernos y la probable corrupción que habría detrás de los virajes programáticos. Hay políticos que se empobrecieron (Haya, Belaúnde), pero sus entornos se enriquecieron. Otros se han enriquecido, sin duda, debido a los cargos públicos que desempeñaron. Eso está a la vista: compran empresas, adquieren centros culturales y (se dice) pretenden comprar una estación de TV para volver a las andadas gracias a las Comisiones de Etica y de Fiscalización que no investigan lo que deben investigar.
El tema de los virajes programáticos es difícil, pero amerita una investigación por parte de las Comisiones de Etica y de Fiscalización. La gran pregunta es: ¿el cambio de un programa popular y progresista por otro que sirve a los ricos obedece a la racionalidad política, a las relaciones de fuerza o a la corrupción?.
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CIPRIANI Y EL MEDIOEVO EN EL SIGLO XXI

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Sinesio López Jiménez
Las pretensiones de apropiarse de la PUCP de Monseñor Cipriani son tan retrógradas que conducen directa y violentamente hasta el Medioevo, no tanto por las motivaciones que las animan (que son modernas y capitalistas) como por los fundamentos teocráticos que las sustentan. La semana que pasó releía (para dictar una clase sobre Maquiavelo) The Machiavellian Moment (1975), la monumental obra de John Pocock sobre el tema y en algún momento de la lectura me detengo y digo para mí: esto me suena conocido y algo dejá vu. Al final exclamo: ¡Pero si esto es lo que está pasando ahora, mutatis mutandis, en la PUCP!.
Pocock sostiene que, para entender a Maquiavelo en su verdadera dimensión, es necesario situar su vida (1469-1527), sus luchas y su pensamiento en el cruce de cuatro historias en conflicto sobre los hombres: la historia de Dios, la historia de la Fortuna, la historia de las comunidades de ciudadanos y la historia del comercio. Maquiavelo expresa, defiende y desarrolla la historia de los ciudadanos que busca abrirse un camino propio en pugna con las otras historias.
La historia de Dios sobre los hombres tiene un pasado (el pecado original), un futuro (la redención) y un presente (el saeculum o el tiempo y las circunstancias que viven los seres humanos). En el presente los hombres, a través de la fe o mediante el uso de la razón y la libertad para hacer el bien o el mal, pueden revertir el pecado y lograr la redención. Pero el saeculum (o presente) no constituye una historia propiamente humana sino que es un momento de la historia de Dios. Tiene un sentido escatológico marcado por el pecado y por la redención. En aras de la simplicidad podría decirse que la visión cristiana del mundo –aún conteniendo los gérmenes para superarla- excluía fundamentalmente cualquier consideración de la historia secular y temporal.
La historia de la Fortuna es una herencia del mundo clásico. Aristóteles identificaba el cambio con la Physis y adoptaba una concepción circular del proceso y del tiempo para hacerlos inteligibles por ser la esfera la figura geométrica más perfecta y, por eso mismo, la mejor unidad de medida. La aplicación de la Physis a los asuntos humanos era una conveniencia intelectual y una metáfora, pues fueron sobre todo los griegos los pioneros en escribir la historia como lo que ha terminado siendo.
La comunidad de ciudadanos busca construir una historia propiamente humana a través de la política republicana y de la virtud cívica. Esta consiste en la búsqueda del bien común, en la compatibilidad de este con los intereses particulares de los ciudadanos, en el desarrollo de una ciudadanía activa para defender la república y en la elección de los mejores ciudadanos (gobierno representativo) para gobernarla. El ciudadano debe poseer una teoría de conocimiento que le confiera una gran libertad para tomar decisiones políticas en el quehacer público. Tratar de erigir un modo de vida cívico sobre un fundamento epistemológico que permita el reconocimiento de un orden universal y de las tradiciones particulares, significa aceptar que los hombres están sujetos a ciertas restricciones de las que, sin embargo, pueden emanciparse.
Con el desarrollo del capital comercial de fines del siglo XV y comienzos del XVI, se produjeron dos cosas importantes. Primera, el humanismo se reafirmó en el republicanismo cívico y tomó distancia del discurso liberal que comenzaba a aparecer con el proto-mercado y con la mano invisible que amenazaba la acción libre de los ciudadanos en la república. Segunda, Maquiavelo, Guiciardini y Giannotti crearon neologismos, reconstruyeron conceptos y nuevos códigos para aferrarse al esquema republicano. De eso deriva la contraposición de la naturaleza humana con la condición humana, del individuo con la comunidad política, de la sociedad con el Estado, del mercado con la virtud cívica, de la representación parlamentaria con el gobierno representativo.
Salvo la de la Fortuna, todas estas historias en conflicto tienen actores concretos y mundanos: El papado, la comunidad de ciudadanos y la emergente burguesía comercial. En el siglo IX el Papado inventó una historia teocrática que otorgaba la titularidad del poder a Dios, asignaba su administración al Papa como su representante en la tierra y lo autorizaba a coronar a los emperadores para que ejerzan legítimamente el poder. En el siglo XI emergió el republicanismo pre-renacentista en algunas ciudades italianas, a fines del siglo XIII y durante el siglo XIV aparecieron, por un lado, el humanismo cívico –que articulaba el humanismo con el republicanismo- y por otro, el escolasticismo republicano de Tomás de Aquino (que fusionaba la razón de Aristólteles con la fe cristiana) y a fines del siglo XV surgió el republicanismo renacentista de Maquiavelo, Salutatti y Guicciardini.
Si se reemplaza la historia teocrática por corrientes cristianas conservadoras (una minoría pro-Cipriani); escolasticismo republicano, por corriente cristianas progresistas y moderadas que defiende la coexistencia de la fe y la razón (que son la mayoría); y los republicanos pre-renacentistas, cívicos y renacentistas, por pensamiento laico tenemos el escenario actual de los actores en el conflicto de la PUCP.
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LAS LECCIONES DE CAJAMARCA

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Sinesio López Jiménez
Conga no va. Ni ahora un nunca añaden los promotores de la protesta social y de la resistencia al proyecto. Por ahora se suspende, dicen la empresa y el gobierno. Una encuesta contundente ha reemplazado una consulta popular regional cuyos resultados todos temían. El desenlace de la lucha prolongada asigna victorias y derrotas. Ganan el movimiento social de protesta de Cajamarca, sus promotores, el gobierno regional y las izquierdas que, con matices y con distinto grado de intervención, respaldaron la protesta. Pierden el gobierno de Humala y su política de confrontación, la empresa Yanacocha y las derechas que, en todos los tonos, pedían mano dura contra el movimiento y sus dirigentes.
El exitoso movimiento de Cajamarca imparte, a su vez, lecciones para todos. Para el gobierno, las lecciones son muchas y ojalá las aprenda y aproveche. Señalo las principales. Primero, el gobierno tiene que ser y mostrarse imparcial en los conflictos que enfrentan a los empresarios y al mundo social. Colocarse en el lado empresarial y convertirse en su escudo, como ha sucedido en este caso, dañan al gobierno y a la democracia. Segundo, la estrategia de confrontación y los estados de emergencia tienen claros límites cuando la resistencia de la población es mayoritaria. El poder no reposa en las armas sino en la voluntad unitaria del número (organizado) de ciudadanos. Tercero, las mejores estrategias para resolver los conflictos sociales y de otra naturaleza son el diálogo y el uso público de la razón.
Cuarto, dada la magnitud e importancia de la solución de los conflictos sociales, regionales y étnicos para la inversión y el desarrollo, es necesario crear un Comisionado del diálogo y la paz con rango de ministro. Quinto, prestar oídos sordos a los chantajes, insultos, calumnias, estupideces y berrinches de la DBA. Para la empresa las lecciones son también varias y ojalá las aproveche. Primero, desarrollar una política de responsabilidad social para proyectar una buena imagen empresarial y ganar el respeto de la población. Segundo, entender y atender, en la medida de lo posible, los reclamos de la gente. Tercero, respetar la consulta previa. Sin licencia social no hay inversión. Los empresarios tienen que olvidarse de la ideología del perro del hortelano de García. Cuarto, abandonar el racismo, la angurria por el oro y los apetitos materiales desmedidos.
Las lecciones para el movimiento social y los movimientos socio-ambientales del país son enormes. Primero, administrar con mesura y con prudencia su victoria. Tiene que ser consciente de sus logros y sus límites y dejar de lado la pretensión de extender su experiencia a otros lugares. Cada movimiento social tiene su especificidad y su propia circunstancia. Segundo, la unidad de la mayoría de los cajamarquinos ha sido importante para el logro del éxito. Tercero, el respaldo de los gobiernos locales y, en especial, del gobierno regional ha sido indispensable para la obtención de la victoria. Cuarto, disponibilidad permanente al diálogo con el gobierno y con los empresarios. Ella expresa, además de tolerancia, la convicción de la justicia de las demandas.
Quinto, entender que el maximalismo militante (una huelga general indefinida, por ejemplo,) sólo tiene éxito si la mayoría de la población plantea también un objetivo maximalista (Conga no va y la no inversión). En otros casos no funciona. Los empresarios pueden responder también con una estrategia maximalista (la no inversión). Sexto, los dirigentes tienen que entender que el límite de las diversas formas de lucha social y política es la correlación de fuerzas en el momento en que ellas se despliegan. Séptimo, el gobierno regional y los empresarios regionales tienen que diseñar e impulsar una estrategia alternativa de desarrollo.
Las lecciones políticas para las derechas y las izquierdas son innegables, pero de ellas hablaremos en otra oportunidad.
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GOBERNAR POR SORPRESA

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Sinesio López Jiménez
Decidir rápido, cultivar el secreto, evitar el debate público, sorprender a las oposiciones y a los ciudadanos, tomarlos desprevenidos, ese parece ser el estilo de Humala y su gobierno en estos últimos meses. Este estilo contrasta con el de los primeros meses de gestión, caracterizado más bien por la lentitud y el inmovilismo que a muchos ( de los que participábamos en el gobierno entonces) nos llamaba la atención y nos irritaba porque chocaba con los postulados y la dinámica de lo que debía ser un gobierno de la gran transformación. En realidad, la marcha de tortuga de esos primeros meses se debía a la inexperiencia de gobierno, a la desconfianza de Humala, a la concentración de las decisiones en la pareja presidencial, a las necesidades del aprendizaje gubernamental y a los compromisos del viraje hacia derecha.
Las medidas más importantes del gobierno de estos últimos meses sorprenden por la rapidez con la que se deciden. La reforma de las AFP fue fulminante. Se festinaron trámites, los interesados no tuvimos tiempo de enterarnos de qué se trataba, los gestores no tuvieron derecho al pataleo, las oposiciones del congreso y la misma prensa de derecha fueron sorprendidas por la rapidez de la decisión de la reforma. Sorprende sobretodo porque el más apurado para que salga esta reforma lo más pronto posible era el ministro Castilla, el representante del gran capital en el gobierno. La delegación de facultades al Ejecutivo para que proponga una reforma tributaria y la rapidez con la que esa supuesta reforma (que es sólo administrativa, pero que no cambia ni la presión ni la estructura tributaria regresiva) ha sido realizada también sorprende.
Lo mismo sucede con las reformas de las FF.AA y la Policía cuyas propuestas serán tratadas en secreto, sin debate público como si a los ciudadanos no nos interesaran la Defensa Nacional y la seguridad interna. Sometidas a la lógica del secreto esas reformas se limitarán a cambios en las escalas salariales (a cargo de los neoliberales del MEF) y a un endurecimiento de las fuerzas armadas y policiales con los ciudadanos descontentos y contestatarios del injusto orden neoliberal vigente. Felizmente la propuesta de una nueva ley del magisterio, diseñada entre gallos y medianoche sin participación de los padres de familia y de los mismos maestros, no siguió la misma suerte y ahora está abierta al debate público con la oposición feroz de las derechas a una propuesta que, al parecer, es mejor que las leyes vigentes, razón por la cual no tiene sentido la intención del gobierno de mantenerla casi en secreto y de evitar un amplio debate sobre la misma.
Sospecho que este nuevo estilo de gestión gubernamental basado en el secreto y la sorpresa tiene que ver con el predominio creciente del grupo neoliberal en el manejo del gobierno. Ese es el estilo de gestión típico del neoliberalismo en América Latina. El diagnóstico neoliberal sobre la gobernabilidad en AL es que ella choca con la democracia en la medida que esta, al abrir las puertas a las demandas de la gente, potenciar la presión social y favorecer el escrutinio público y la transparencia, impide la eficacia decisional. Todo eso genera, según los neoliberales, una parálisis decisoria de los gobiernos que es necesario evitar. Para ello proponen concentrar el poder en la cúpula presidencial y tecnocrática, defender su centralidad en las decisiones, aislar y autonomizar el estado de la sociedad para evitar la presión social y el escrutinio público, decidir en secreto y con sorpresa, apurar las decisiones, gobernar con decretos de urgencia, desplegar un hiperactivismo legislativo del Ejecutivo en desmedro del parlamento y aplicar las políticas neoliberales desde arriba sin participación y contra la voluntad de los ciudadanos.
El estilo neoliberal empata bien con un estilo militar y autoritario, propio de los cuarteles, que ve la sorpresa, no como una traición, sino como una virtud en la lucha contra el enemigo y que cree que el diálogo y el debate público son una pérdida de tiempo. El gobierno por sorpresa no sólo vulnera la democracia sino que impide la rendición de cuentas (accountability) y potencia la corrupción. Es más: el gobierno por sorpresa presenta como reformas lo que apenas es un conjunto de ajustes neoliberales que allanan el dominio pleno del capital (los grandes grupos empresariales) en todos los campos de la vida social.
Mi hipótesis es que el gobierno por sorpresa se va acentuar en el futuro a medida que el grupo neoliberal en el gobierno incremente su poder en todos los ministerios y que la oposición democrática, las izquierdas y los movimientos sociales se lo permitan. Mientras tanto casi todos los días los que perdieron las elecciones pero gobiernan despiden a los que las ganaron y que legítimamente ocupan sus puestas de mando en el gobierno. Todo eso con el visto bueno de la pareja presidencial. Si esta es la relación de fuerza en el gobierno, la pregunta que surge de inmediato es: ¿Cuál es el rol y la propuesta del Primer Ministro en este juego?. Lo sabremos cuando se presente en el Congreso para obtener el voto de confianza.
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LA NECESIDAD DEL DIALOGO Y SUS LIMITES

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Sinesio López Jiménez
La política puede ser definida por los fines que busca o por los medios que utiliza. Aristóteles y los republicanos la definen como la búsqueda del bien común. John Stuart Mill, los utilitaristas y los liberales como la búsqueda de la felicidad. Max Weber, en cambio, la define por el medio específico que utiliza y que monopoliza el estado: la violencia política. En la misma línea de Weber, Carl Schmitt define la política por el objetivo al que apunta la violencia: el enemigo. La política, según Schmitt, es la relación intensa entre amigos y enemigos. Por eso la política sólo puede ser entendida desde la guerra. Hannah Arendt, recogiendo la tradición republicana clásica, añade la dimensión del diálogo y del consenso como elemento definitorio del poder y de la política. Ella sostiene que el arma es la violencia y que el número (consensuado) es el poder. La perspectiva de Hannah Arendt puede empatar bien con los teóricos que definen la política por los fines que ella busca.
Antonio Gramsci, uno de los teóricos marxistas más creativos de la política, definió a ésta como un centauro maquiaveliano, mitad potro y mitad hombre, mitad violencia y mitad razón. La política y el estado combinan siempre, en proporciones variables, el elemento coercitivo e impositivo con el elemento racional y consensual. Las sociedades de Occidente (Europa y los países desarrollados de los años 30) habían desarrollado mucho más el consenso y la hegemonía que la coerción y la violencia. En cambio, las sociedades de Oriente, entre las que colocaba AL de los 30, tenían estados económico-corporativos, asentados en la fuerza y en la exclusión. Esta situación ha cambiado significativamente en AL del siglo XXI.
Carl Schmitt sostenía asimismo que debajo de todo estado de excepción duerme un monarca y un dictador. Reconozco, por mi parte, que debajo de una situación de excepción, puede dormir un terrorista. Una situación de excepción es aquella en la que se ha roto el monopolio de la violencia, han emergido diversos órdenes políticos y legales y reina el caos. Esa situación justifica la decisión soberana del Estado de excepción para recomponer el orden político y social. ¿A qué vienen todas disquisiciones de teoría política?. La situación política peruana plantea algunos problemas que hay que resolver políticamente. El cambio del gabinete Valdés por el de Jiménez tenía dos sentidos que los justificaban: una pequeña corrida de la derecha política al centro y un tránsito de la confrontación al diálogo. Sospecho que el Primer Ministro era partidario del levantamiento del Estado de emergencia para desarrollar en mejores condiciones el diálogo. La prórroga del Estado de emergencia, sin embargo, cuestiona los sentidos que tenía el cambio de gabinete y plantea un enorme interrogante sobre el poder que realmente tiene el primer ministro y los nuevos ministros que lo acompañan para aplicar las políticas del diálogo.
Si en Cajamarca no existe a vista de todo el mundo una situación de excepción, la prórroga del Estado de emergencia es un abuso cuyo objetivo es negar el diálogo e imponer una política pro-minera sin tener en cuenta las demandas y los intereses de la mayoría de la población. Si eso es así, ¿qué sentido tiene el cambio de gabinete y qué futuro le espera?. Reconozco que es necesario discutir el tema del diálogo, las condiciones, los límites y las dificultades que presenta en el Perú, luego de la experiencia terrorista. El diálogo es una forma de comunicación de todos los ciudadanos y es una herramienta política de todas las fuerzas sociales y políticas (de derecha, de centro y de izquierda), salvo las del terror (de izquierda o de derecha). No se puede aceptar desde punto de vista político y ético que aquellos que asesinaron a miles de peruanos hoy se presenten en la política y en el movimiento social como mansas palomas reclamando el diálogo.
Si quieren diálogo y quieren entrar al campo de la política tienen que reconocer que asesinaron a miles de peruanos, la mayoría de ellos humildes ciudadanos de a pie, tienen que pedir perdón al país, condenar a las organizaciones terroristas y a sus líderes y rechazar el terror como forma de lucha política, es decir, tienen que dejar de ser terroristas. La experiencia del terror (tanto de SL y del MRTA como del Estado) me lleva a aceptar la definición schmittiana de la política a la que siempre me había resistido pues sólo la aceptaba, con Julien Freund, en el campo de las relaciones internacionales. Pienso, sin embargo, con Schmitt que hay que rechazar la enemistad absoluta (proveniente de la fusión de la política con la religión y con la ética) que conduce a una guerra sin reglas y a la violación de los derechos humanos.
El hecho que algunos terroristas se escondan en la demanda del diálogo no debe llevar al gobierno, guiado por los daltónicos servicios de inteligencia, a rechazarlo puesto que él es una herramienta política por excelencia para llegar a acuerdos y para procesar los disensos entre los ciudadanos y las fuerzas sociales y políticas.

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ECONOMÍA ESTABLE Y POLITICA INESTABLE

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Sinesio López Jiménez
El cambio de tres gabinetes en menos de un año revela un alto grado de inestabilidad política. En ese sentido, el gobierno de Humala es más inestable que los gobiernos de Toledo y de García y que todos los gobierno de América Latina. Casi todos ellos hacen ajustes en el gabinete en el primer año o cambian de gabinete al cumplir un año de gobierno. Pero el gobierno de Humala ha producido oscilaciones rápidas y bruscas en menos de un año. Pasó de una posición de centro-izquierda a otra de centro-derecha en forma inesperada y ese desplazamiento fue acompañado por el tránsito del diálogo a la confrontación en el tratamiento de los conflictos sociales y ahora, con el fracaso del gabinete Valdés, se vuelve tímidamente a lo primero, pero se queda a mitad de camino.
Esos cambios tienen que ver con los naturales desgastes que produce el ejercicio del poder, pero no todos los gobiernos se desgastan de la misma manera. Los gobiernos populistas se desgastan menos que los gobiernos liberales en el primer año de gobierno debido a las políticas inclusivas o clientelistas que despliegan, pero tanto los liberales como los populistas terminan mal por distintas razones, los primeros porque alientan la recesión y los segundos porque estimulan la inflación. El desgaste de los que llegan al gobierno como populistas, pero gobiernan como liberales (García y Humala y en menor medida Toledo) es semejante al desgaste de los liberales. Si el último mes se van con una nota aprobatoria, eso no tiene que ver con su propio desempeño sino con el temor que suscita el que viene tras ellos. Escuché a gentes de clase media que le decían a Toledo en la segunda vuelta del 2006: ¡Cholo no te vayas, no nos dejes en manos de dos locos!.
Hay otras razones, además del desgaste, que explica la inestabilidad de la política. La primera es la falta de instituciones sólidas en las que todos crean, a las que todos acepten y se sometan a ellas. Todos se llenan la boca con la idea de Estado de Derecho, pero ella sólo tiene un sentido normativo porque no existe un dominio efectivo de la ley en todo el territorio ni en todos los grupos sociales. La justicia en el Perú no es igual para todos. La segunda es la no existencia de partidos ni de un sistema de partidos que otorgue estabilidad a la política, que canalice las demandas y que institucionalice el conflicto socio-político. La tercera tiene que ver con la presencia de un Estado débil, ineficaz, capturado y corrupto que poco o nada ayuda a las tareas de gobierno y al funcionamiento de la democracia. En un país poco institucionalizado, sin partidos y con un Estado débil, la política y los políticos son presa fácil de los poderes fácticos y de los movimientos sociales.
Bien vistas las cosas, sin embargo, lo que más cambia en los gabinetes es el elemento propiamente político y lo que se mantiene es el elemento económico. Los políticos o los que desempeñan la función de dirección política se van, pero Castilla permanece y amplía su poder en cada cambio de gabinete. En este último cambio, por ejemplo, ha sumado el Ministerio de Agricultura a su ya poderosa correlación de fuerzas. Dado el alto grado de inestabilidad política, el equipo neoliberal de Castilla termina gobernando el día a día. Pienso que lo que sucede con los gabinetes de Humala revela lo que pasa en el país desde hace unos 20 años. Pese a las crisis, el Perú tiene una economía relativamente estable y una política inestable y volátil desde 2001 hasta la fecha. Pese al modelo primario-exportador, la economía tiene más anclaje gracias a la demanda internacional y a los precios de los commodities desde 2001. La política, en cambio, sin instituciones, sin partidos y con un Estado débil, es muy volátil.
La pregunta que hay que hacerse es si la crisis económica que se viene con todo va a mantener estable al equipo económico de Castilla o va a sufrir también los embates de inestabilidad. Mi hipótesis es que la fuerza de la crisis puede licuar las bases materiales del modelo primario-exportador y de la estabilidad del equipo económico. De hecho, el cuestionamiento de ese equipo ya no proviene sólo de la izquierda sino también de las filas de ex-ministros neoliberales que critican la poca agresividad de las políticas anti-ciclicas del actual gobierno frente a la crisis que se avecina. Una situación de crisis nos aproxima a un escenario autoritario en donde hay poco crecimiento, poca capacidad distributiva y mucho palo para tratar de mantener el orden. Este todavía no es el caso, por ahora.

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ATRAPADO POR ESCENARIOS DIFICILES

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Sinesio López Jiménez
Antes de iniciar su gobierno, Humala produjo un viraje que lo ha llevado al actual atrapamiento polarizado entre las fuerzas del capital y las derechas, por un lado, y los movimientos socio-ambientalistas apoyados por las izquierdas, por otro, y ahora no sabe cómo salir y emite señales en diversas direcciones. Todos los analistas están de acuerdo en que Humala produjo un viraje político hacia la derecha. Las diferencias radican en el momento del viraje. Algunos analistas señalan que se produjo tempranamente a pocos días de la primera vuelta electoral con la carta al Perú. Otros sostienen que el viraje se produjo en la segunda vuelta con la hoja de ruta con la que la derecha se identifica ahora, pero a la que su momento rechazó para apoyar a Fujimori. Las lecturas derechistas de las elecciones del 2011 tienen como objetivo, por un lado, limpiar la imagen de las derechas que presionan, chantajean, amenazan con la finalidad de retener el poder y, por otro, mantener incólume la figura de Humala incapaz de someterse a las presiones o a otras motivaciones de cualquier tipo. El viraje, dicen, fue producto de un juego libre y limpio. Es legítimo y no constituye una traición a los ciudadanos que votaron por Humala.
Los propagandistas de la derecha confunden la moderación con el viraje. La moderación es auto-regulación de la imagen, del speach-act, del discurso sin cambio de la posición política. Se pueden sostener las mismas ideas y mantener las mismas posiciones políticas, pero con un lenguaje menos altisonante, ríspido y amenazante. Ese es el trabajo específico de la campaña electoral que cuenta mucho si se quiere realmente ganar una elección. En las elecciones del 2011 hubo dos momentos de moderación. El primero se produjo efectivamente con la carta al Perú, pero se mantuvo el mismo programa, las mismas fuerzas (nacionalistas e izquierdistas) que se confrontaron políticamente con todas las otras fuerzas del centro y de la derecha. Ni una fuerza cambió de línea política pasándose de un campo a otro.
La segunda vuelta produjo otro momento de moderación en Gana Perú, no sólo por razones de la campaña sino por la maciza realidad de que en ella se jugaba otro partido y se trataba de seguir el viejo consejo de Maquiavelo de adecuar las acciones, las ideas y las palabras a los cambios de los tiempos y las circunstancias si se quiere tener éxito. La hoja de ruta expresaba tanto la necesidad de conducir una campaña exitosa como la de triunfar en el nuevo juego propio de la nueva coyuntura, con nuevos aliados de centro, políticamente moderados. La hoja de ruta mantuvo las mismas ideas y las mismas orientaciones programáticas de la Gran Transformación pero dichas con el tono, los énfasis y las maneras que la lucha electoral de la segunda vuelta exigía. No hubo ningún viraje. Todas las fuerzas adecuaron sus programas y estrategias a la segunda vuelta y nadie se pasó de un campo a otro. Estos campos estaban, además, claramente delimitados por el fujimorismo y el antifujimorismo y por la continuidad y el cambio. Humala expresaba el antifujimorismo y el cambio.
El viraje significa un cambio de cancha y de posición política. Eso se produjo cuando Humala incorpora al gobierno a los representantes del capital que, además, eran fujimoristas. Humala cambió también de equipo. Este viraje pasó por dos etapas (el gobierno de centro-izquierda del gabinete Lerner y el gobierno de centro derecha del gabinete Valdés) y cada etapa atravesó por momentos específicos (tres momentos en la primera etapa y cuatro en la segunda). Otro tema de debate es la explicación del viraje. Algunos colocan la explicación en Humala (novato, búsqueda de incentivos y motivos para ejercer y fortalecer su poder, etc); otros, en las relaciones de fuerza existentes en el proceso político (es mi caso) y otros, en una agenda oculta que habría que descubrir y que va desde la corrupción hasta la oferta de apoyos incondicionales o en ambas cosas.
Como producto del viraje, Humala está atrapado en una polarización creciente y no sabe bien cómo salir de ella. Ha hecho gestos y movimientos que van en distintas direcciones y que dibujan escenarios posibles que estarán todos ellos marcados por la crisis y que tendrán menos crecimiento y menos capacidad distributiva. La polarización social puede potenciarse. El primer escenario es el retorno del gobierno de centro-izquierda (social-demócrata lo llama Levitsky) que impulse el crecimiento y la distribución desde una orientación keynesiana de las políticas económicas para salir de la crisis. Ollanta ha hecho gestos que van en esta dirección que la derecha teme. El segundo escenario es la prolongación del actual de centro-derecha (débil crecimiento y modesto asistencialismo) manejado por las mismas fuerzas que hoy cortan el jamón.
El tercer escenario es el de creciente autoritarismo (sin crecimiento, sin distribución y con mucha bala). El Perú sería una especie de Cajamarca extendida a nivel nacional, con varios lunares de tranquilidad en la costa, gobernado con estados de emergencias a los que no se hace mucho caso, pero que cada vez se endurecerán más. Este es el escenario ideal de la derecha acorazada y de la DBA.
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EL AÑO DEL VIRAJE NEOLIBERAL DE UN RADICAL

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Sinesio López Jiménez
Lo más importante y llamativo del primer año de gobierno de Ollanta Humala es su viraje radical a la derecha neoliberal. Es, además, el viraje precoz y rápido de un político inexperto. Los expertos en las lides políticas demoraron dos décadas (Haya) o una década (Belaúnde, García). Creo que fue Emiliano Zapata quien afirmó, con sarcasmo, que ninguna revolución resiste un cañonazo de 50 millones de pesos. Si el dicho de Zapata se dirigía a los revolucionarios ¿qué podría decírseles a los modestos reformistas?. No me refiero a Haya y Belaúnde, una especie en extinción de republicanos clásicos (defensores del bien común), a los que la política más bien empobreció, sino a García a quien parece que varios cañonazos (de los que hablaba Zapata) han producido un desastre hasta en su corporeidad. Y, desde luego, a Fujimori, quien no recibió un cañonazo, sino una ¡lluvia de millones!.

Un gobierno de centro izquierda (Agosto-Noviembre del 2012)
El viraje tiene dos etapas claramente diferenciadas. La primera comienza con la incorporación de Velarde y Castilla al equipo económico del gobierno. Ella implica, desde luego, la continuidad del modelo neoliberal extremo contra la que insurgió Humala como candidato. Se formó una vasta coalición de centro-izquierda presidida por Salomón Lerner Ghithis como Primer Ministro e integrada por los amigos del presidente, el toledismo, los ciudadanos por el cambio y los representantes del neoliberalismo. Esta etapa atraviesa tres momentos. El primero es la mini-crisis que se produjo con el anuncio de ascenso al barco del gobierno del equipo neoliberal: Los ciudadanos por el cambio expresaron su rechazo y Salomón Lerner anunció su desacuerdo y su retiro de Gana Perú. El segundo, superado el impase anterior y ya en el gobierno, es la coyuntura del planteamiento de la reformas del gabinete Lerner en el Congreso, de la negociación del gravamen minero y de la recuperación del lote 88. En el primer caso se obtiene un cierto éxito y en el segundo se fracasa. Es también el momento de la Consulta Previa (hoy letra muerta), de la creación del MIDIS y del aumento del salario mínimo a medias. Las derechas políticas y mediáticas pretenden desbarrancar a los ministros, viceministros y asesores de ciudadanos por el cambio.
El tercer momento es el de Conga va, pre-anunciado desde la XIX Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Hawai donde expresa también su voluntad de establecer el Estado de emergencia debido a los informes tremendistas que recibía de los Servicios de Inteligencia. Ollanta anuncia oficialmente que Conga va, sostiene que el agua y el oro son compatibles y que el presidente no recibe ultimatums de nadie; se inicia entonces una etapa intensa de diálogos de Lerner con el presidente regional, los dirigentes del frente regional de Cajamarca, con los alcaldes y con la minera Yanacocha, cuyo último intento, realizado por Lerner el 4 de Diciembre del 2011, fue boicoteado expresamente por Humala y por Valdés, para justificar la caída del gabinete Lerner, la salida de la izquierda y del toledismo y el establecimiento de una política confrontacional con los movimientos socio-ambientalistas.

El viraje al centro- derecha
La segunda etapa se inicia en Diciembre del 2012 y durará hasta cuando Humala lo decida, (aunque el de Valdés es ya un gabinete fracasado y en rigo mortis). Se forma entonces una coalición de centro-derecha que amplía el poder de Valdés (un profujimorista autoritario) quien va como Primer Ministro e influye decisivamente en los Ministerio de Defensa e Interior, y el poder de Castilla quien, además del MEF, controla Trabajo, Vivienda (el lobista), Energía y Minas y el MINAM. Siguen en el gabinete los amigos del Presidente y un pequeño número de ministros progresistas. Esta es la etapa de la defensa de las mineras y de la confrontación con los movimientos socio-ambientales, del lanzamiento del Proyecto energético del Sur, del acuerdo de inversión de Quellaveco, de los estados de emergencia y de las órdenes de disparar y de los muertos de las protestas sociales. En esta etapa Humala se cobija en el Ejército y lo reordena en su propio beneficio como fuente de su poder.
Esta etapa atravesó cuatro momentos políticos. El primero es definido por la instauración de la confrontación y el estado de emergencia en Cajamarca (cuando ya no existía una situación de excepción) y por medidas (el peritaje, las políticas de desarrollo regional a cargo del Ministro de Vivienda) que desconocen la autoridad del Presidente de la Región de Cajamarca y le recorta las cuentas del presupuesto regional. El segundo está marcado por el debilitamiento y el fracaso de Valdés debido a los nulos resultados en Cajamarca y a la política desastrosa del VRAE. Salen los Ministros de Defensa e Interior y son reemplazados por un nacionalista poco recomendable y un ex-militar fujimorista, respectivamente. El tercer momento está caracterizado por la ofensiva feroz de la derecha mediática para copar el Estado, sacando a los ministros progresistas y tomando a los Ministerios de Defensa e Interior en una actitud suicida que pretendía quitarle los huevos al águila. Esta vez las derechas mediática y política fracasaron. El terrorismo, aliado al narcotráfico, secuestra a más tres decenas de trabajadores de la empresa Skanka en Kepashato y humilla a las FF.AA.
El cuarto y último momento se caracteriza por la desatención empresarial y estatal de las demandas de los movimientos socio-ambientalistas, por la realización de un paro en Xstrata de Tintaya en Espinar y de una huelga indefinida en Cajamarca, por las declaratorias de Estado de Emergencia, por la confrontación, por los apresamientos, los heridos de ambos bandos y los muertos con las armas del Ejército y de la policía. Toledo y la izquierda condenan la política de confrontación y las derechas la celebran con la vieja cantaleta de que la mano dura es necesaria.

Lo que se viene
Y ¿qué viene en la política del gobierno inmediatamente antes y durante el 28 de Julio?. Una recomposición del gabinete, sin duda. Pese a la defensa de la derecha, es muy probable que Valdés se vaya como quieren la mayoría del país, el toledismo y las izquierdas, pero no se sabe quien lo puede reemplazar. La derecha teme infundadamente un retorno de la centro-izquierda por ciertos gestos políticos y simbólicos de Ollanta. Es probable que salgan los ministros progresistas y sean reemplazados por el toledismo y por alguno de Solidaridad Nacional de Castañeda. Es probable que algunos amigos de la pareja presidencial sigan y que el núcleo duro del neoliberalismo continúe y con él la continuidad del modelo neoliberal y la captura del Estado.
Si estos cambios fueran ciertos, es evidente que ellos van a chocar con la crisis que se avecina y con las protestas sociales que se incrementarán e intensificarán. Para gobernar un capitalismo en crisis recesiva como la que se viene, según los especialistas entre ellos varios premios Nobel (Krugman, por ejemplo) se requiere un gobierno de orientación keynesiana con equipos tecno-políticos calificados que lo dirijan y gestionen. Hay que evitar los desastres del primer García. El gran debate entre Keynes y von Hayex con el refuerzo posterior de su maestro von Mises, abierto tempranamente en el mundo académico después de la primera guerra mundial, probado en la gran crisis depresiva de los 30 en el mundo académico, político y económico y desarrollado en discusiones posteriores a la segunda guerra mundial con altas y bajas por ambos lados y actualmente con la crisis del capitalismo en los Estados Unidos y en Europa, sigue en pie.
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