Archivo del Autor: Sinesio López Jiménez

Acerca de Sinesio López Jiménez

Sinesio López Jiménez es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Hizo estudios de doctorado en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de la Universidad de París bajo la dirección de Alan Touraine. En la actualidad es profesor principal de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Fue coordinador de la maestría en Sociología de la PUCP, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la PUCP, Director de la Biblioteca Nacional del Perú (2001-2005), Director de El Diario de Marka (1982-1984) y columnista político del mismo. Los campos de interés académico son la Teoría Política, la Política Comparada, el Estado, la Democracia y la Ciudadanía. Ha sido profesor visitante de FLACSO, Quito, Ecuador y del CAEM. Es autor de los libros El Dios Mortal, Ciudadanos Reales e Imaginarios, Los tiempos de la política, coautor de varios libros de sociología y política y ha escrito muchos artículos y ensayos de su especialidad publicados en el Perú y en el extranjero. Actualmente es columnista del diario La República.

LAS FOTOGRAFIAS DEL DESBORDE

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Sinesio López Jiménez

Las fotografías comunican, por lo general, más que muchas palabras. Ellas atrapan los momentos de una historia individual o colectiva y las congelan en imágines expresivas. Cuentan una historia congelada en imágines decidoras. Sospecho que esta idea es la que inspira la excelente exposición realizada por el Museo Metropolitano de Lima de las fotografías de lo que José Matos Mar ha llamado el desborde popular. En realidad, es la exposición de fotografías que José Matos ha ido acumulando para ilustrar sus estudios de las barriadas limeñas y del crecimiento de Lima gracias al protagonismo de los de debajo de la escala social.

Debajo de la historia congelada en fotografías hay una historia viva que Matos ha contado con claridad y pasión en sus libros, en particular en el Desborde Popular y la crisis del Estado. El libro rescata lo que Nathan Wachtell ha llamado la historia de los vencidos, la historia de los que nunca la tuvieron porque la que se ha impuesto es generalmente la historia de los vencedores. La lucha  por la historia es, en el fondo, la pugna por la memoria de los protagonistas que la construyen.  El libro fue y es un éxito de librería y forma parte de una galería de producciones intelectuales de la década del 80 que relataban historias parecidas: El otro Sendero de Hernando de Soto, Buscando un Inca de Alberto Flores Galindo, La  otra modernidad de Carlos Franco, entre otros.

El protagonista del Desborde es el migrante y su historia comienza en 1940. El censo de ese año revela que solo 7 de cada cien peruanos estaban fuera del lugar en donde habían nacido, algo parecido a lo que pasaba en Europa a mediados del siglo XVIII en donde 5 de cada 100 europeos eran migrantes (Hobsbawm, 1962). El argumento del libro de Matos Mar es el siguiente: existe dos Perú que discurren paralelamente dándose de topetazos pero sin con­verger en un curso histórico común: el Perú oficial y el Perú marginado. El primero impone reglas de juego excluyentes para bloquear la incorpo­ración de las clases populares a los diversos campos de la vida social ofi­cial. El segundo pugna por incorporarse al mundo oficial cambiando las reglas de juego o ensanchándolas, objetivo que no consigue siempre. Cuando esto sucede y los movimientos populares son masivos, ellos desbordan a las instituciones oficiales y emerge la inestabilidad, la con­vulsión social o la anomia social.

En realidad, la historia del migrante, de las invasiones urbanas, de la consolidación del espacio ocupado y del reconocimiento de la propiedad es una parte del desborde popular. Hay otras historias de los de abajo que forman parte de ese desborde: el movimiento obrero, particularmente el clasismo de los 70, los masivos movimientos campesinos de los 50 y los 60 del siglo pasado, el boom educativo, etc. Expresan protagonismos sociales que han construido la historia del país desde los intereses y las aspiraciones de los de abajo en pugna con las historias que han sido impuestas desde arriba y desde afuera.

Es una historia inconclusa, abierta que no encuentra el camino para construir su propia representación política y para culminar en la conquista del gobierno. Su comportamiento social puede ser heroico, pero su conducta política es sorprendentemente pragmática y abre las puertas, sin quererlo quizás y en todo caso sin poderlo evitar, a historias impostadas como la del neoliberalismo actual.

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EL PODER TOTAL

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Sinesio López Jiménez

El Comercio y sus satélites quieren no sólo la libertad total para ellos (sin límites ni regulaciones como existen en los países desarrollados) sino también el poder total que, en realidad, ya lo tienen y pretenden consolidar. ¿Qué es el poder total?. Es la capacidad que ellos tienen no sólo de influir en el comportamiento de otros (sus lectores), sino también de poner la agenda pública y de bloquear las decisiones de los actores sociales y políticos y del Estado y, sobre todo, de hacer que otros quieran lo que ellos quieren. Ejercen un control individual, sociopolítico y mental de la gente (Steven Lukes, 1974, 2007).

La influencia del grupo empresarial de El Comercio en diversos sectores del país es indiscutible, pero esa influencia no se ejerce dentro de un esquema pluralista y competitivo como ellos quieren hacer creer a la gente con falacias y sofismas. No es la libertad de elección de los lectores la que explica el 80% de lectoría sino el capital con el que compraron Epensa. Tampoco es la calidad del “producto”. A mí, al menos, cualquiera de sus diarios se me cae de las manos a los 5 minutos porque ya no encuentro nada interesante que leer. En esa situación cuasi-monopólica ya no se puede competir en igualdad de condiciones ni en la formación de nuevas empresas periodísticas, ni en publicidad, ni en la comunicación socio-política, ni en la lucha democrática por el poder político.

En esa situación ya no hay libertad de elección ni de expresión de todos. Sólo hay libertad de expresión de la familia Miró Quesada y sus amigos. Pero el poder de El Comercio y sus satélites no se limita a la influencia monopólica sobre el comportamiento de los ciudadanos sino que avanza hasta el control de la agenda pública. Sugiere y ordena muchas veces lo que los actores sociales y políticos y los poderes del Estado tienen o no que discutir. Imponen una agenda de acuerdo a sus intereses. Basta ver los titulares de sus diarios: “Líderes del Congreso están en contra de legislar sobre medios”-dicen- olvidando que el Congreso, independientemente de su calidad, es el representante de todos los ciudadanos y es soberano para discutir la agenda que libremente decida.

El cuasi-monopolio mediático está empeñado también en romper el acuerdo entre Gana Perú y Perú Posible para maniatar al Parlamento, aislar al Ejecutivo, generar ingobernabilidad e imponer su concentración. Su poder culmina con el secuestro de la voluntad y de la mente de algunos ciudadanos y de algunos políticos. Sorprenden sobre todo las declaraciones de total sumisión de algunos políticos de derecha, en particular del Apra y del PPC y de sus líderes. La caricatura de Carlín ha mostrado a García y a los dirigentes del Apra como guachimanes de El Comercio, ante la sorpresa de Haya de la Torre.

Más sorprendente aún es la penosa entrevista en El Comercio (13/01/14) de Lourdes Flores en la que expresa, además de pobreza en el análisis de la situación política, la voluntad de ser la humilde y sumisa servidora de la concentración mediática. El control de la mente y de las ideas (por parte de El Comercio) llega también hasta sus contrincantes (incluido Mario Vargas Llosa) que coinciden en circunscribir todo el conflicto al poco edificante poder judicial. Nadie parece escapar a las garras de El Comercio. Yo mismo me veo obligado a comprar algunos diarios del cuasi-monopolio mediático por oficio: Tengo que saber lo que piensa (!!!) la caverna.

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UNA FOTOGRAFIA DEL MOMENTO

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                                               Sinesio López Jiménez

En Perú y en Lima (en particular) existe un clima político enrarecido. Los titulares de los diarios parecen anunciar una gran tempestad política. Algunos columnistas creen (incluso) respirar un aire pre-golpista. La sociedad, en cambio, no se mueve o casi no se mueve (por ahora). O sus movimientos son tan lentos y silenciosos que no se llega a percibirlos. La vidriosa economía marcha al ritmo de la demanda china y de la inversión pública. Los sobresaltos vienen, pues, de la política.

¿Qué está pasando en la política?. Lo de siempre: lucha por el poder (no perderlo, mantenerlo o acrecentarlo), corrupción, ambiciones, voluntad de dominio, inseguridad ciudadana. Para decirlo con más precisión: mientras Toledo pugna por no ser  acusado de corrupción por el Congreso y la Fiscalía, García lucha para evitar la acusación constitucional y la inhabilitación política, Fujimori pelea por salir de la cárcel en la que se encuentra condenado por crímenes y corrupción, Humala y Nadine Heredia se empeñan en consolidar su poder y en recuperar el favor público; mientras, en resumen, los políticos tratan de no ir a la cárcel o de salir de ella (acusados de corrupción) o de afirmarse en el poder, la gente se siente desprotegida, insegura y abandonada por los organismos estatales encargados de protegerla.

Aprovechando el despelote político y moral que vive el país, Kuczynski, trajinado ex-ministro a gusto del cliente, alucina con hacerse del gobierno en el 2016. Después de todo, soñar no cuesta nada. Mientras tanto la izquierda está desperezándose, saliendo de una larga siesta y tratando de superar sus diferencias y su fragmentación a través del Frente Amplio. Los poderes fácticos juegan un papel central en la lucha por el poder. La CONFIEP exige al gobierno  más gollerías y concesiones que brinden confianza al empresariado para invertir y acumular en grande. El Comercio y sus satélites están desesperados por consolidar la concentración de los medios y, para lograr ese objetivo, buscan aislar al gobierno, que la combate, para infligirle otra derrota.

La bronca política presenta algunas peculiaridades. En primer lugar, es una lucha de caudillos apoyados por sus entornos. Brillan por su ausencia el calor espontáneo de las masas y el cálculo político de las organizaciones partidarias. Los partidos casi no existen. En segundo lugar, los caudillos en problemas buscan formar coaliciones con los poderes fácticos o con el  gobierno para salir de la situación difícil en la que se encuentran. Fujimori y García son respaldados por el cuasi-monopolio que lidera El Comercio y por la CONFIEP (además de la Fiscalía y del Poder Judicial), Toledo busca el blindaje del gobierno y Humala y Nadine consolidan su poder mediante el control de las regiones militares, la mayoría de ellas en manos de generales de la promoción del Presidente.

En tercer lugar, las estrategias desplegadas por los caudillos y los poderes fácticos configuran una especie de confrontación política entre las derechas comandadas por El Comercio, García y Fujimori y el centro-derechista gobierno de Humala y Nadine, debilitado en su base social, pero fortalecido por su base militar. Es una confrontación política que no llega a ser una polarización política y social. ¿Se mantendrá esta confrontación hasta la culminación del gobierno de Humala?. Eso depende de la emergencia de nuevos actores, ante el agotamiento y desprestigio de los antiguos caudillos. No todo está dicho y cualquier cosa puede pasar. Depende, sobre todo, del despabilamiento de la izquierda y del despertar de los movimientos sociales que han sido casi siempre su poder fáctico.

 

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LOS INTOCABLES

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Sinesio López Jiménez

El Comercio y sus satélites informativos atacan sin piedad al gobierno, al centro derecha que lo apoya y a la izquierda y miman a todas las derechas. A este ejercicio discriminatorio de la opinión y de la información lo llaman libertad de expresión. Es su derecho. A la respuesta tímida a su crítica despiadada la llaman atentado a la libertad de expresión. No tienen razón porque niegan a otros el mismo derecho que ellos ejercen. Los Comercios se sienten intocables y exigen ser tratados como tales. En nombre de la libertad de expresión quieren arrebatársela a sus adversarios. Se sienten todopoderosos porque concentran el 80% del mercado mediático, hecho macizo de la realidad que ha sido criticado por Mario Vargas Llosa y por Ollanta Humala.

¿La concentración atenta contra la libertad expresión? Según el decano no porque los ciudadanos tienen la libertad elegir.  Si no les gusta El Comercio y sus satélites –dicen- pueden optar por otros medios. El argumento es, sin embargo, falaz. La libertad de elegir requiere la pluralidad de medios que es negada justamente por la concentración. Con esta no existe pluralidad informativa ni posibilidades de elegir. Esta es una vieja argumentación liberal. John Stuart Mill, un liberal clásico,  sostenía que lo que caracteriza a los seres humanos es, más que la racionalidad, la capacidad de elegir y que para que ésta sea posible es necesario que haya diversidad de opiniones. Rechazaba, por esta razón, la uniformidad, el conformismo y la estandarización que trae la modernidad.

La concentración, además, impide la competencia en todos los campos: económico, socio-comunicativo y político. No se puede competir en publicidad, fuente central de los recursos de los medios, con los cuasi-monopolios mediáticos. Es difícil, sino imposible, competir en informaciones y opiniones con un pulpo comunicativo. En el campo político la situación es peor. No hay democracia si no hay pluralidad en las fuentes de información para todos los ciudadanos y para todos los políticos de diversas orientaciones. Sin ciudadanía informada no hay democracia. Esta es una las tesis centrales de Robert Dahl  uno de los teóricos más importantes de la democracia contemporánea. La ingenua tesis de que hay libertad de empresa para competir con los  monopolios informativos no entiende nada de economía ni de los problemas de libertad de expresión en el mundo actual.

Lo que está en el centro del debate es la libertad de expresión y otros conceptos que la acompañan: libertad de empresa, libertad de prensa y libertad de información. Los temas centrales de discusión son los siguientes: La naturaleza de la libertad de expresión (es civil o política o ambas a la vez; es un derecho individual o es también un derecho de las sociedades); sus alcances (es absoluta o tiene límites); las tensiones y contradicciones entre libertad de expresión y otros conceptos asociados (libertad empresa, prensa e información); si la libertad de expresión tiene límites (¿es necesario regularla o no y quienes son los encargados de regularla?.

Volveré sobre estos temas complejos. En la teoría política moderna hay dos grandes posiciones sobre la libertad en su relación con el Estado: Los que piensan que la libertad se da dentro del Estado y de la ley (los republicanos, los pluralistas y los liberales) y los que piensan que la libertad solo es posible fuera de  ellos (los anarquistas, los marxistas y los libertarianos). Los partidarios de los monopolios dejan ser liberales para convertirse en libertarianos o en anarquistas por conveniencia. O por sobones de los monopolios mediáticos. En este tema, yo asumo una posición republicana.

 

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OPTIMISTAS, ABSTENERSE

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Sinesio López Jiménez

El comunismo realmente existente fue un infierno, pero el capitalismo no es un paraíso. Michael Wallerstein y Adam Przeworski (2008) han publicado varias investigaciones en las que demuestran que el capitalismo construye una jaula de hierro para los ciudadanos, los políticos y el Estado de la que es difícil salir. El capitalismo es un sistema en el que muchos recursos escasos son de propiedad privada y las decisiones sobre su asignación son una prerrogativa privada. La democracia es un sistema mediante el cual las personas como ciudadanos pueden expresar sus preferencias sobre la asignación de recursos que ellos privadamente no poseen. Por lo tanto, la cuestión perenne de la teoría y la práctica políticas en el capitalismo alude a la compatibilidad de estos dos sistemas.

Las personas pueden tener derechos políticos, pueden votar y elegir a los gobiernos que pueden seguir los mandatos populares. Pero la capacidad efectiva de los ciudadanos y de cualquier gobierno para alcanzar sus objetivos está limitada por el poder público del capital. La naturaleza de las fuerzas sociales y políticas (por más poder que tengan) no altera estos límites ya que son características estructurales del sistema, no de los ocupantes de los cargos gubernamentales ni de los ganadores de las elecciones. Los capitalistas no tienen ni siquiera que organizarse y actuar de manera colectiva: basta con que persigan ciega y estrechamente su interés privado propio para restringir drásticamente las opciones de todos los ciudadanos y los gobiernos.

En el capitalismo toda la sociedad depende de la asignación de los recursos elegidos por los dueños del capital. Las decisiones privadas de inversión tienen consecuencias públicas y de larga duración: determinan las posibilidades futuras de la producción, el empleo y el consumo de todos. Debido a que las posibilidades futuras de consumo dependen de la inversión privada, todos los grupos sociales se ven limitados  por el efecto que pueden tener sus acciones sobre la voluntad de invertir de los dueños del capital, la misma que depende, a su vez, de la rentabilidad de la inversión. En una sociedad capitalista, el intercambio entre el consumo presente y futuro de todos pasa por un trade-off entre el consumo de quienes no poseen un capital propio y las ganancias de los que lo poseen. Si las empresas responden a los aumentos salariales exigidos con menos inversión, los asalariados pueden ser los más interesados en moderar sus demandas salariales.

Al Estado y a los políticos les pasa lo mismo que a los trabajadores. Los políticos que buscan votos deben anticipar el impacto de sus políticas en las decisiones de las empresas debido a que esas decisiones repercuten en el empleo, la inflación y los ingresos personales de los votantes. Incluso un gobierno pro-trabajadores no quiere y no puede comportarse de manera muy diferente de uno que representa a los capitalistas. La razón por la cual el Estado es estructuralmente dependiente es que ningún gobierno puede al mismo tiempo reducir las utilidades y aumentar la inversión. En la medida que la distribución puede lograrse sólo a costa de crecimiento, todos los gobiernos terminan persiguiendo políticas con efectos redistributivos limitados.

Según Przeworski y Wallerstein, el bienestar de los trabajadores se puede lograr tanto bajo el socialismo como bajo el capitalismo democrático siempre y cuando haya una negociación centralizada de los trabajadores y exista un gobierno de la misma orientación que tome las medidas adecuadas sobre los impuestos al consumo de lujo de los accionistas y sobre las transferencias de los ingresos a los trabajadores sin afectar la inversión privada e incluso incrementándola. Negociación centralizada de los trabajadores e impuesto al consumo de lujo de los capitalistas son las estrategias que permiten romper parcialmente la jaula de hierro del capitalismo.

 

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LA OLA PRIVATIZADORA EN LA UNIVERSIDAD

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Sinesio López Jiménez

De la podrida situación universitaria brotó pus. El debate sobre la ley de reforma universitaria ha sacado a luz los efectos perversos que produce la ola privatizadora llevada hasta los extremos en la universidad: educación privada de pésima calidad, apropiaciones ilícitas de universidades asociativas sin fines de lucro y la existencia de mafias en el gobierno de algunas universidades públicas. Esta ola privatizadora pone a su servicio el mito de la autonomía universitaria a la que deforma  y explota las justas aspiraciones educativas de los jóvenes que, ante la inexistencia de centros de formación técnica de calidad, creen que la universidad les abre el camino al éxito. Todo ello ha potenciado la masificación de las universidades, ha mostrado la incapacidad o la falta de interés de los promotores (incluido el Estado) para dotarlas de la infraestructura y la logística necesarias para una formación de calidad (bibliotecas, laboratorios, etc) y ha generado mediocridad académica.

Uno de los problemas más graves es que la mayoría de las universidades se limita a vender cursos y deja de lado la investigación científica, tecnológica, social y humanista. Por ese camino, nunca van a ser universidades de calidad ni pueden ayudar al logro de la competitividad del país. En Perú ni a las empresas privadas ni al Estado les interesa invertir seriamente en la investigación en todos los campos del saber. En los países desarrollados y en los países emergentes, en cambio, las empresas y el estado invierten en la producción de conocimientos que se realiza principalmente en las universidades públicas y privadas.

Lo grave de la situación universitaria peruana es que la mediocridad predomina sobre la calidad. Hay, desde luego, universidades privadas, asociativas sin fines de lucro y públicas de calidad, pero son pocas.  En algunas universidades públicas algunas facultades brillan dentro de la mediocridad general. Son los casos de medicina y veterinaria en la UNMSM, por ejemplo. La ley que se va a aprobar en el Congreso tiene algunas limitaciones (la Superintendencia que afecta la autonomía académica), pero es mejor que la deplorable situación actual. Es de esperar que el debate en el pleno del Congreso la mejore y que los defectos restantes se vayan corrigiendo en el camino.

La ley va a depurar al sistema eliminando a aquellas universidades cuyos egresados nunca serían contratados por las empresas encuestadas (IPSOS APOYO). La Comisión de Educación del Congreso tiene que investigar a fondo las privatizaciones o los intentos de privatización ilegal de las universidades asociativas sin fines de lucro por parte de camarillas enquistadas durante varios años en ellas, lo que afecta  a su calidad académica y a su comunidad universitaria. Algunos dispositivos de la ley  ayudan a acabar con el manejo mafioso de algunas universidades públicas. Las camarillas oficiales de la UNMSM, por ejemplo, han intervenido las facultades en las que perdieron las últimas elecciones, les impiden elegir a sus propios decanos, colocan autoridades a dedo que las administran con métodos mafiosos y se dedican a perseguir a sus opositores.

En el caso de CCSS, los secuestradores de la Facultad (la camarilla avalada ilegítimamente por el Rector) acusan a los profesores y estudiantes (que combatieron siempre al senderismo) de violencia y secuestro del “decano” ilegal y, lo que es peor, un juez despistado habría decretado contra ellos prisión efectiva de seis meses y el pago de diez mil soles de reparación.  Las camarillas mafiosas ponen a la universidad pública al servicio de su interés privado.

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ALAN PROUST

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                                   Sinesio López Jiménez

En la última etapa de su vida García anda, como Marcel Proust, en búsqueda del tiempo perdido, no por él, sino por Ollanta Humala, pero pretende recuperarlo él cuando lo reelijan en el 2016. Entonces podrá completar su zaga política y escribir  “el tiempo recuperado” probablemente en el decano. Este es, en esencia, el argumento político que García ha comenzado a esgrimir contra el gobierno de Humala y a favor de su reelección en el 2016 (El Comercio, 08/12/13). El argumento no es muy feliz porque puede funcionar como un bumerán si se consideran sus dos gobiernos, en especial el primero.

Si el crecimiento del 5% le parece un tiempo perdido, ¿cuánto tiempo se perdió cuando el PBI decreció -9.4% en 1988, -13.4% en 1989 y -5% en 1990?. Con estas cifras espeluznantes, el Perú perdió, no dos años y medio, sino décadas. El segundo mandato de García es el de las oportunidades perdidas. Con las tasas de crecimiento que tuvo gracias a los precios de los commodities y a la sostenida demanda internacional, salvo el catastrófico 2009 (en el que el crecimiento bajó de 9.8 en 2008 a 0.9), pudo hacer algunos cambios sustantivos (el impulso de un desarrollo sostenible, una reforma democrática del Estado, una mejor distribución del ingreso a través de una reforma tributaria progresiva, una asignación mayor de los gastos del estado en educación y salud, el establecimiento de la consulta previa, etc.), pero no los hizo.

En lugar de promover una reforma integral de la educación, García bajó el gasto en ese rubro de 3.2% en el 2006 a 2.8% del PBI en el 2010 y pretendió reformarla, no sólo sin los profesores, sino contra ellos. En lugar de políticas sociales de calidad, prefirió, al estilo de Odría, el cemento a la gente, la obra pública gigante que encarna el viejo dicho latinoamericano de la cultura permisiva de la corrupción: si el gobierno hace obra, no importa que robe. En lugar de desarrollo sustentable, profundizó el capitalismo salvaje con su célebre “teoría” sobre el perro del hortelano.

García sostiene que hay una desaceleración de la economía peruana porque han bajado las inversiones, cuya disminución se debe, a su vez, a “una desaceleración en la toma de las decisiones que depende del presidente”. Cree que la crisis mundial del capitalismo y las dificultades que tienen algunos países de AL para crecer no son una valla sino una oportunidad para que el Perú crezca. Para ello basta la decisión del Presidente. García le está pidiendo probablemente a Humala que aplique más agresivamente su “teoría” del perro del hortelano. ¿Le parecen insuficientes a García las siete medidas de Humala para recuperar la confianza del empresariado?.

La innovadora “teoría” de García parece ser que la tasa de ganancia que mueve a los empresarios a invertir depende principalmente de las condiciones que les ofrezca un presidente decidido y voluntarioso. Las crisis del capitalismo no cuentan en esta historia. Mientras más concesión de condiciones, sin importar a qué precio, más inversión. Todo lo demás lo deja en manos de Dios. ¿Cree que Dios interviene en política?, pregunta la Balbi y García responde: “Interviene en todo, señora. No sé qué pensará usted, yo soy creyente”. Manjar de dioses para politólogos, teólogos y sicoanalistas. Si Dios fallara, está el Fiscal de la Nación, su amigo y compañero, para salvarlo y allanarle el retorno en el 2016. ¡Qué tal faenón!. Oreja y rabo para García.

 

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UN MUNDO DE LOCOS

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Sinesio López Jiménez

Las revocatorias generan más perjuicios que beneficios. Esa es, al parecer, la experiencia peruana. Habría que hacer una investigación exhaustiva para verificar esta hipótesis. El daño mayor es la instauración de la inestabilidad  que, a su vez, produce ingobernabilidad, esto es, falta de desempeño. Todo esto es, a todas luces, un contrasentido, especialmente en el caso de los gobiernos revocados por un supuesto mal desempeño. El resultado es, en realidad,  una situación peor.

La revocatoria fue promovida por la izquierda como una forma de control ciudadano sobre las autoridades de todos los niveles del gobierno y fue aprobada sólo para los gobiernos locales, pero ha sido usada con frecuencia por la derecha y por políticos ambiciosos de todos los colores contra sus promotores. Es una forma de control vertical que interrumpe la legitimidad de origen sin tomar en cuenta las consecuencias. Desde el punto de vista político y ético (en el sentido weberiano) la propuesta y la mantención de la revocatoria constituyen una irresponsabilidad. Lo que digo es una autocrítica en lo que me corresponde.

Lo que explica probablemente la posición de la izquierda es que ella se pensaba a sí misma más como oposición que como gobierno. Una vez en el gobierno, la izquierda recibe de su propia medicina y aprende que la revocatoria es un error, en particular cuando se presenta abierta a todas las causales que se imaginen los opositores. La situación se agrava con el pésimo diseño institucional de la medida. De todas las causales la más legítima podría ser la corrupción, pero ella tendría que ser, no una acusación arbitraria, sino un hecho comprobado. La comprobación es inviable mientras los organismos de control (PJ, Fiscalía, TC, Contraloría, etc) estén en manos de los corruptos o de los acusados de corrupción o sean influidos por ellos. La experiencia reciente ha sido muy escandalosa como para ser ignorada.

La más perversa de todas las causales es el supuesto mal desempeño. ¿Qué es un mal desempeño? Este es un criterio subjetivo y arbitrario. Lo que es mal desempeño para unos, puede ser bueno para otros. A algunos les gustan las pistas de cemento; a otros, las pistas del conocimiento y de la moral. Sobre gustos y colores no han escrito los autores. El problema de fondo es el siguiente: ¿Por qué razones la pérdida de legitimidad por desempeño tiene que echarse abajo la legitimidad de origen?. Si así fuera las sociedades serían ingobernables, cualesquiera sean los fundamentos de la legitimidad de origen  sobre los cuales organizan sus gobiernos. Sería un mundo de locos.

La legitimidad de origen es la que constituye a los gobiernos y es también la base de la autoridad. Sus fundamentos pueden ser diversos: la tradición, el carisma, la ley, la voluntad popular, la revolución e incluso la voluntad de Dios. El mal desempeño es algo secundario, además de arbitrario. Si la pérdida de la legitimidad por desempeño justificara el cuestionamiento de la legitimidad de origen, el único criterio de legitimidad sería la eficacia. Las dictaduras supuestamente eficaces serían legítimas y las democracias supuestamente ineficaces serían ilegítimas. Independientemente de su desempeño, la democracia es mejor (y más legitima) que cualquier dictadura eficaz. Sería óptima si la democracia fuera de calidad y si, además, fuera eficaz, ya sería una maravilla. Recordemos, sin embargo, que estamos en el Perú.

 

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LOS BELLACOS

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                                   Sinesio López Jiménez

Bedoya dice lo que piensa en forma clara y directa. Sin remilgos ni alambicamientos. Ha llamado a los promotores de la revocatoria de Susana Villarán bellacos que no tuvieron éxito en sus propósitos, pero que nos impusieron unas elecciones a las que hemos acudido arrastrando los pies. Y lo que es peor: los bellacos no se presentaron a competir. Para decirlo en castizo lenguaje criollo: Nos hicieron una pendejada. Ha pedido, además, una sanción para ellos. Debieran pagar los más de 200 millones de soles que  han costado los dos procesos electorales perjudiciales para la ciudad de Lima. Eso no va a pasar, pero es probable que los bellacos paguen la sanción que demanda el viejo líder del PPC en las elecciones del 2014.

¿Qué buscaban los promotores de la revocatoria jalados de la nariz por la DBA?. Varias cosas a la vez. Primera, mostrar que la gestión de Susana era un fracaso. No había cumplido ni medio año, tiempo en el que generalmente los gestores estatales calientan el asiento, y ya la DBA y la mafia hablaban de mal desempeño o fracaso. Segunda, tratar de convencer a la opinión pública que la izquierda no sirve para gobernar ni siquiera una ciudad como Lima, menos al país. Tercera, desaparecer a la izquierda del escenario político. Para la DBA, el Perú será un paraíso cuando ya no exista la izquierda, esto es, cuando los de abajo acepten pasivamente la opresión de los de arriba. La DBA es facistoide.  Cuarta, hacer sentir culpables a los electores que eligieron a Susana y a la izquierda. Escarmentarlos.

¿Han logrado los objetivos buscados? Sólo parcialmente. En las elecciones revocatorias la DBA y las mafias no lograron convencer a toda la derecha (el PPC se resistió) ni al centro para que las acompañaran en su aventura, tampoco pudieron desbarrancar a Susana, pero le arrebataron sus mejores cuadros. En estas últimas elecciones, su triunfo es también parcial. La izquierda ha perdido, pero ha obtenido mejores resultados de los que muchos (analistas, izquierdistas y derechistas) esperaban. La izquierda existe y seguirá existiendo mientras existan la derecha y las injusticias contra las cuales está llamada a luchar. Su crecimiento dependerá de su inteligencia política y de su capacidad estratégica para responder creativamente a los desafíos del Perú globalizado.

La derecha democrática, el PPC, y el centro derecha, Somos Perú, han triunfado sin duda. Para mí la sorpresa es Somos Perú. Alberto Andrade gana o casi gana batallas después de muerto. Los votos obtenidos constituyen un homenaje de los limeños a uno de sus mejores acaldes. Sumados los votos de los otros grupos políticos suman una posición de centro nada desdeñable, políticamente relevante. ¿Qué viene ahora en la MLM? Hay varios escenarios posibles. Por lo que se lee en la prensa cuasi-monopólica, comenzando por el papelote del  decano, la derecha reaccionaria está empujando al PPC a que haga la tarea sucia que ella no puede hacer: convertir al municipio de LM en una olla de grillos al costo de producir la ingobernabilidad democrática y de sumergirla en el caos.

El mejor escenario es, desde luego, el gobierno de Susana Villarán dentro de un plan concertado con la participación de todas las fuerzas que en ella operan para dar a los limeños la gobernabilidad democrática que esperan. Suerte y prudencia aristotélica para todos. Las necesitan.

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AUDACIA ES EL JUEGO

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Sinesio López Jiménez

Dejando de lado el tema de la Haya, la política interna de este año ha girado en torno a cinco problemas centrales: el desaceleramiento de la economía y la amenaza de la crisis, la gestión y eficacia de las políticas sociales, el indulto de Fujimori, la corrupción de los ex -presidentes y sus entornos y la inseguridad de los ciudadanos.  Los actores centrales  que se han confrontado en torno a estos temas han sido Humala, García, el fujimorismo (incluido Montesinos) y el toledismo. Cada uno tiene su propia estrategia que se va redefiniendo en el proceso de la lucha política. Humala quiere que su gobierno tenga éxito  para continuar en el poder a través de Nadine (sueño que ya se evaporó) o para volver el 2021. La estrategia de García y Toledo es volver al gobierno en el 2016, pero están viendo que las acusaciones de corrupción desvanecen sus acariciadas aspiraciones. Fujimori también quiere  volver el 2016. Por eso buscaba el indulto y, cuando éste falla, dramatiza para obtener la prisión domiciliaria.

Cada actor tiene sus propios recursos de poder. Humala tiene aparentemente más recursos que todos porque controla el gobierno y el estado, pero estos son estructuras  débiles.  Las FFAA. llevan más de 20 años en el VRAE y no logran derrotar a la alianza narcoterrorista. Humala y las fuerzas policiales son desbordados por el crimen organizado. Además, Ollanta mismo se disparó a los pies “regalando” el manejo de la economía a Castilla y su equipo que, en la práctica, gobiernan. Humala no tiene partido que lo respalde, ha perdido influencia en la opinión pública y su equipo político es inexperto, poco afiatado, carente de liderazgo y no sabe qué hacer ante el ataque despiadado de las derechas.

García es el viejo lobo de la política peruana. Tiene una larga experiencia política y de gobierno, desastroso el primero y “exitoso” el segundo. Ha perdido el carisma, pero mantiene sus habilidades políticas y siguen siendo ágiles sus reflejos políticos para responder a  las situaciones adversas. Su partido se ha debilitado mucho, pero conserva la lealtad de  viejos  cuadros partidarios, hábiles, algunos; corruptos, otros.  La gente lo ve a él y a Fujimori como los políticos más corruptos, pero los medios de derecha lo siguen apapachando. Influye, además, en los aparatos de control y de fiscalización del Estado (PJ, Fiscalías, TC, Contraloría, etc).

Fujimori está preso, pero cuenta con muchos recursos de poder, además de las dramatizaciones en la que es experto.  El más importante es el fujimorismo como partido y como segunda fuerza parlamentaria que es, además, muy disciplinada. Le disputa al Apra, por un lado, la influencia en los organismos de control y en algunos casos la comparten (Contraloría por ejemplo) y, por otro, el respaldo de los medios de derecha que lo entrevistan como si fuera la cosa más normal del mundo. Ante el fracaso del indulto, desplegó una política más agresiva, exigió la prisión domiciliaria, desplazó a Keiko, relanzó a viejos cuadros (Martha Chávez), declaró a los medios y volvió a las andadas con el montesinismo que mantiene, por lo visto en estos días, vigentes y operativas sus redes en las FF.AA., en la Policía Nacional y en el gobierno.

Las ambiciones inmobiliarias de Toledo, las acusaciones de corrupción, sus contradicciones flagrantes han liquidado su capital político. Su actual recurso de poder es darle mayoría y sostener al gobierno. No es poca cosa. La ofensiva de García y de Fujimori ha generado la crisis política actual para obligar a Humala a anular la Megacomisión que investiga al primero y conceder la prisión domiciliaria al segundo. Audacia es el juego.

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