UN PAIS LABORATORIO

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Sinesio López Jiménez

José Aricó, uno de los intelectuales más destacados de América Latina, argentino, autodidacta y estudioso original de José Carlos Mariátegui, decía que el Perú, si se miraba el conjunto de países latinoamericanos, era un país laboratorio. Un país en cuya actualidad coexisten diversos tiempos históricos, modos de desarrollo contradictorios, formas de dominación social diferentes, identidades culturales contrapuestas, geografías complejas y quebradas. Un país abierto a la sorpresa y a lo inesperado. Propicio para el análisis y difícil para la vida. En el Perú se puede morir de hambre, pero nunca de aburrimiento. Lo que se dice del Perú se puede extender a la región andina y a cada país que la integra considerando, desde luego, las peculiaridades que provienen de las historias particulares. Eso es Bolivia hoy. Un escenario dramático en el que se anudan diversos problemas de difícil solución. En primer lugar, el modelo de desarrollo que confronta a los partidarios del neoliberalismo y los que se oponen a él. En segundo lugar, la polarización social que enfrenta a las clases acomodadas con las clases populares y los sectores pobres y muy pobres. En tercer lugar, las identidades culturales que contraponen a los cambas y a los collas. Todas esas tensiones y contradicciones se expresan en la difícil geografía boliviana. Y se expresan también en la política entre la derecha y la izquierda.

La pregunta de fondo que hay que formularse es si es posible proponer y organizar una solución democrática a este conjunto contradictorio de problemas explosivos. Los actores centrales del conflicto han imaginado y propuesto salidas provenientes del arsenal político de la democracia directa: los referéndums. Tanto los “autonomistas” como los defensores de la integridad territorial han apelado a ese mecanismo de la democracia directa. Comenzaron los autonomistas y tuvieron la oposición del gobierno central que los declaró ilegales. Pero Evo Morales apeló al mismo mecanismo para frenar a los movimientos separatistas y afirmar la integridad territorial. Puso en juego su propio poder y el poder de los separatistas. Tuvo un triunfo resonante, pero, salvo uno, triunfaron también los separatistas en sus respectivas regiones. La situación, sin embargo, sigue sin resolverse. Las preguntas que surgen de inmediato son las siguientes: ¿se agotó la salida democrática?.¿La confrontación es inevitable? ¿Ante los intentos separatistas y violentos de algunas regiones, al gobierno de Evo Morales no le queda otra salida que la declaratoria del Estado de excepción?. La reunión de los países de América del Sur y sus acuerdos ayudan, pero no resuelven el nudo gordiano que asfixia a Bolivia. La solución es interna. Si es así, ¿cuál es salida?. Por los antecedentes conflictivos que ha tenido Bolivia desde hace mucho tiempo, pero sobre todo desde los 90 en adelante, se puede afirmar que tampoco funciona la democracia representativa basada en la regla de la mayoría. El movimiento indígena, cuando era oposición social y política de los gobiernos democráticamente elegidos, formuló agresivamente demandas propias de una sociedad y de un Estado multinacional: identidad, autonomía territorial y formas de representación propia. Una vez que ganó el poder con el triunfo mayoritario de Evo Morales, ese movimiento defiende la integridad territorial. En esta nueva situación, son las regiones de “la media luna” las que organizan movimientos autonomistas y hasta separatistas.

Estas demandas agresivas de autonomía por ambas partes, en momentos y situaciones diferentes es cierto, hacen inviable una democracia mayoritaria, esto es, basada en la regla de la mayoría. Ellas, por el contrario, exigen un cambio de formato de la democracia si las partes quieren mantener a Bolivia en ese camino ¿ Cuál ese nuevo formato?. La democracia de consenso que es la democracia propia de las sociedades plurales o multinacionales (Canadá, Bélgica, Suiza, India, Isrrael, España, entre otros).¿Cuáles son las características de la democracia del consenso? La vigencia de cuatro instituciones fundamentales la definen: gobierno de coalición formado por los líderes de los grupos culturalmente diversos, la autonomía de los diversos grupos que coexisten en el país, el veto al que puede apelar cualquier grupo frente a determinadas decisiones con las que está en desacuerdo y la proporcionalidad en la distribución de representaciones y recursos. El análisis de este tipo de democracias es una de las contribuciones más importantes de Arend Lijphart, politólogo noruego, al desarrollo de la teoría de la democracia y de la ciencia política. Sartori sostiene, por su lado, que este tipo de democracias se basa en la ley de expectativas diferidas. Si las demandas no son igualmente intensas, es posible jerarquizarlas y, sobre esa base, tomar decisiones por consenso. Si las demandas, en cambio, son igualmente intensas, el país, en ese caso, está condenado a la dictadura o a la fragmentación. Espero que este no sea el camino Bolivia.

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