Sinesio López Jiménez
Estamos viviendo tiempos políticos calientes que contrastan con el acuoso frío limeño. La lucha política entre el Ejecutivo y el Congreso está al rojo vivo y amenaza seguir con ese color por unos meses más. Tras estas bambalinas institucionales, los actores políticos que se confrontan son las fuerzas congresales del keiko-alanismo y el solitario Vizcarra, protegido por la coraza del Ejecutivo. El centro de poder del keiko- alanismo está en el Congreso, mientras el de Vizcarra está en la calle en movimiento. El poder keikista se ha devaluado, pero es institucional y más o menos estable. El de Vizcarra, en cambio, está en ascenso, pero es volátil.
Hasta ahora la confrontación ha pasado por dos momentos: 1. la ofensiva de Viscarra, el desbarrancamiento de la mototaxi keikista y el desconcierto de la señora K (28 de julio-tercera semana de agosto) y 2. la contraofensiva de la señora K, reparación de la mototaxi y parálisis de Vizcarra (última semana de Agosto y primera de setiembre). Es probable que en los meses que vienen se produzcan otros dos momentos políticos que ya se están prefigurando: el entrampamiento de la confrontación y el desenlace.
Los audios que mostraron el albañal en que se habían convertido la Fiscalía y el Poder Judicial en el Perú y el chapuceo en él del keikismo y del alanismo fueron la ocasión que aprovechó Vizcarra para tomar la iniciativa política, romper el yugo que lo sometía al keikismo, anunciar las reformas judicial y política, proponer el referéndum para aprobarlas y avalar las protestas de la calle. Estas obligaron al Congreso a desactivar el podrido CNM en el marco de una legislatura extraordinaria convocada por Vizcarra.
Los bonos de Vizcarra se dispararon en las encuestas mientras los de la señora K se precipitaron en caída vertical hacia el abismo. Mientras tanto el keikismo preparó la contraofensiva contra Vizcarra, reparó la averiada mototaxi y salieron a matar en las redes, en entrevistas en la TV y en la radio ante la mirada de la gente de la calle que combinaba el escepticismo y el rechazo. La señora K acusó de mentir a Vizcarra por haber negado dos entrevistas que habían tenido antes del 28 de julio, estuvo más o menos de acuerdo con la reforma judicial, ninguneó la reforma política afirmando que no era prioritaria y se propuso, en la práctica, boicotear el referéndum. Algunos integrantes de la mototaxi deslizaron la posibilidad de la vacancia.
Estamos en un momento de entrampamiento y de parálisis decisoria por ambos lados. El keiko-alanismo se mueve con pies de plomo para boicotear las reformas y el referéndum y Vizcarra no sabe cómo salir del marasmo. Mientras tanto se dibujan el horizonte varias salidas posibles. La primera es el diálogo propiciado por la derecha para que todo siga igual. La segunda, es la vacancia de Vizcarra si se mantiene firme en su propuesta de cambios. La tercera es el pedido de voto de confianza a las propuestas de Vizcarra que, si es negado, lleva a la disolución de Congreso y a nuevas elecciones. La última es que Viscarra llame al respaldo de las fuerzas antikeiko-alanistas y convoque a una masiva movilización de la calle para sacar adelante sus propuestas.