Sinesio López Jiménez
El Estado incide en la configuración, la calidad y la marcha de la democracia de dos maneras: como actor y como estructura. Los actores estatales son las élites (civiles, militares, tecnocráticas) que administran la maquinaria estatal y que negocian con los partidos (que representan las olas democratizadoras de la sociedad) para configurar la democracia a través del sistema electoral, del sistema de partidos y de la forma de gobierno.
La peculiaridad de la coyuntura actual radica en lo siguiente: las élites estatales que resisten generalmente las exigencias democráticas de las olas democratizadoras y de los partidos que las representan, ahora, junto con los partidos nuevos (los morados, FA y Nuevo Perú), las hacen suyas y las defienden mientras que los viejos partidos (Apra, PPC, AP) y el fujimorismo (FP) las resisten y traban la democracia.
La estructura estatal es el conjunto de capacidades (coercitivas, legales, burocráticas, impositivas, de penetración en la población y en el territorio) que el estado tiene (para desempeñar sus funciones) y que determinan el funcionamiento de la democracia.
Esto significa que no basta proponer una buena reforma política para tener una buena democracia. Es necesario también hacer una buena reforma del Estado que lo dote de las capacidades estatales que ayuden a un buen funcionamiento de la democracia. Se puede tener un buen diseño institucional de la democracia y al mismo tiempo una democracia defectuosa y de baja calidad debido al déficit de capacidades del estado.
¿De qué modo las capacidades del Estado inciden en la calidad y en el funcionamiento de la democracia?. De varias formas. Señalo sólo algunas. La capacidad estatal de hacer efectiva la ley igual para todos en todo el territorio incide en la dimensión liberal de la democracia. En las regiones y provincias de la sierra y de la selva el lado liberal de la democracia es más deficitario que en la costa.
La falta de eficacia burocrática en la distribución de bienes públicos (sobre todo salud y educación) en todo el territorio impide que la democracia pueda desarrollar sus aspectos sustantivos (reducción de la desigualdad y la igualdad de oportunidades). La bajísima capacidad impositiva del Estado impide el desarrollo de la democracia en todos sus aspectos. La baja capacidad de penetración estatal en la población y en el territorio disminuye incluso la participación política.