Sinesio López Jiménez
La polarización política sigue incontenible y se desarrolla en dos grandes escenarios: el del del congreso y el de la calle como movimiento democratizador y anti-corrupción y como opinión pública. Ambos son escenarios en conflicto, casi irreconciliables. En el Congreso el actor decisivo es el fujimorismo. Se ha reunificado, ha conseguido nuevos aliados en el congreso y fuera de él (CONFIEP). Tiene varias alternativas en la lucha por el poder.
Una primera alternativa es trabar la propuesta de Vizcarra, desecharla y archivarla. Que las cosas sigan como están. Utiliza con ese fin diversas triquiñuelas (consultas a juristas de dentro y de fuera del país, demoras calculadas, trabajo al susto, diálogo, etc). Quiere ganar tiempo para desgastar la propuesta vizcarrista. Una segunda alternativa es vacar al Presidente. Está buscando los motivos y el número (87) de congresistas que respalde la vacancia.
Si las alternativas anteriores fallaran y Viscarra plantea el voto de confianza a su propuesta, el fujimorismo no se atreverá a negárselo porque eso implicaría la disolución inmediata del Congreso. Es más probable que el fujimorismo se divida y otorgue mayoritariamente un voto de confianza bamba, como hizo con la reforma política. Lo otorga de palabra, pero lo niega en los hechos. En el Congreso opera una aguerrida oposición al fujimorismo de diverso signo ideológico que respalda la propuesta de Vizcarra, pero no tiene la capacidad para cambiar la correlación de fuerzas congresales.
El escenario de la calle es mayoritariamente favorable a la propuesta de Vizcarra. El respaldo de la opinión se ha debilitado, pero sigue siendo alto. El debilitamiento obedece probablemente a tres razones: Desperdicio de las victorias obtenidas (el referéndum y el voto de confianza a la reforma política), demora en tomar decisiones y emergencia de un nuevo eje de conflicto (neoliberalismo vs antineoliberalalismo o derecha vs izquierda) que ha hecho perder el entusiasmo de ciertos sectores liberales por la propuesta de Vizcarra. La calle ha comenzado a moverse y, a medida que la ola crezca, puede decidir el desenlace favorable a que se vayan todos. Eso requerirá la convocatoria a una gran movilización ciudadana por parte de todas las fuerzas, incluido Vizcarra, que exigen que se vayan todos.
El congreso decide en términos institucionales pero la decisión política fundamental la tienen Vizcarra con la exigencia del voto confianza y la calle: opinión pública, las movilizaciones y el voto del soberano.