Sinesio López Jiménez
Por donde se le mire, la Cumbre de las Américas que inicia mañana en Lima, no tiene visos de normalidad. La agenda no deja de ser una ironía. Corrupción y gobernabilidad es el tema que van a discutir los presidentes de países cuyos ex -presidentes en su mayoría y muchos de sus congresistas han sido acusados de corrupción. Incluso algunos presidentes en ejercicio tienen la misma acusación. ¿Qué van a hacer?. ¿Se van a mirar al espejo y hablar del tema de la agenda?.
El presidente anfitrión de la Cumbre, PPK, renunció antes ser vacado acusado por corrupción. ¿Y quienes querían vacarlo?. El Congreso cuya mayoría encubre corruptos, mafiosos, socios de narcotraficantes, lavadores de activos, congresistas financiados por Odrebecht (según confesión de Barata y de Kenji Fujimori). Con el pretexto de descubrir la compra de congresistas para evitar la vacancia, los líderes de esa mayoría fujimorista organizaron el operativo mafioso Mamani, avalado luego por el mismo Presidente del Congreso.
Más aún: el actual Presidente de la Republica y el Presidente del Consejo de Ministros ocupan esos cargos gracias al aval real de esa mayoría parlamentaria. Esa es su fuente de poder y su base política de apoyo. Es probable que la mayoría de los integrantes del Ejecutivo sean gente limpia y honrada, pero, ¿qué autoridad moral tienen para hablar de corrupción y gobernabilidad si buscaron y lograron el aval (y son aliados) de una mayoría parlamentaria que encubre y protege a toda laya de delitos de muchos de sus congresistas?.
El evento se lleva a cabo en un momento en que, acusado de corrupción, es apresado Lula, el expresidente más popular del Brasil y de AL y candidato actual a la Presidencia con muchas posibilidades de éxito. Eso sucede en un país en el que el presidente actual, acusado también de corrupción, fue elegido por un Congreso de mafiosos, luego de haber destituido a una mujer honesta como Dilma Roussef. Los analistas internacionales más informados y el mismo New York Times afirman que el juicio a Lula –y las pruebas- no cumplen con los estándares internacionales de justicia.
Si Lula es culpable que sea condenado por una justicia justa (igual para todos) que no se someta a la interesada presión mediática ni, mucho menos, a las amenazas de una cúpula militar. Lo mismo debe decirse de Humala en el Perú y de otros casos parecidos de AL, sean de izquierda o de derecha. Humala sufre una abusiva presión preventiva debido a la presión de los medios de derecha y por temor de algunos organismos de control a la mayoría parlamentaria encubridora de corruptos. Pero otros políticos corruptos o que tienen el mismo tipo de acusación se pasean orondos por Madrid o Nueva York.
La Cumbre corre el riesgo de ser deslucida y aburrida. Ni Trump ni Maduro, las estrellas del evento por razones distintas, vienen. A Trump no le interesa políticamente América Latina. Maduro, acusado de ser un dictador, fue desinvitado por PPK y ha dicho que no viene porque pierde tiempo. Los presidentes del Alba, que no son muchos, han amenazado con no venir en solidaridad con Maduro. Veremos.