Sinesio López Jiménez
Una gran desconfianza reina en el país. Los peruanos tenemos la impresión que se nos ocultan muchas cosas que debiéramos saber sobre la corrupción. Los medios y las redes quieren embarrar a todos para salvar a los verdaderos culpables o atenuar sus responsabilidades. Esa confusión se extiende incluso a los que protestan contra ella. Muchos contestatarios creen erróneamente que todos los políticos son corruptos. Los peruanos necesitamos saber toda la verdad por varias razones.
En primer lugar, necesitamos saber todo lo cantado por Barata, el representante de Odrebecht en el Perú. Hasta ahora sólo la Fiscalía, gracias a la justicia norteamericana y brasileña, monopoliza la información sobre las coimas. Tomadas prontamente las medidas del caso, la Fiscalía debe informar a todos los ciudadanos y debe hacerlo ya para acabar con la desconfianza generalizada.
En segundo lugar, es probable que lo dicho por Barata no sea toda la verdad. En todo caso, todo lo que ha dicho puede ser contrastado con los hechos. Esa es la tarea de jueces y fiscales. Pero es probable que Barata no haya dicho todo lo que sabe sobre la corrupción de su empresa y de los políticos en el Perú.
En tercer lugar, Barata sólo se refiere a las coimas y a los depósitos de dinero, pero no alude al conjunto de normas, dispositivos y adendas que es la contraparte gubernamental de la coima. Esta contraparte no se reduce al visto bueno de las licitaciones dado por los coimeados sino también y principalmente al tinglado normativo que deciden los presidentes y los ministros. Los fiscales y los jueces (también los medios) sólo miran la coima y la ruta del dinero, pero están dejando de la lado todo el arreglo normativo expresamente establecido para hacer viables las coimas. Están pescando a las pirañas, pero dejan escapar a los tiburones.
En cuarto lugar, la corrupción no se reduce a la coima sino que extiende a las donaciones, las conferencias sobrepagadas, etc, etc. La ruta del dinero no se dirige sólo a las pirañas sino que es probable que llegue hasta los tiburones y, viceversa, cuando llega a los tiburones es probable que chorree a las pirañas. En quinto lugar, Barata, hasta donde se sabe, se refiere a las coimas repartidas a los funcionarios corruptos, pero no dice nada de las sobreganancias repartidas entre Odrebecht y sus socios peruanos. Graña y Montero está pasando piola y los fiscales están silbando al techo.
En sexto lugar, no solo Odrebecht ha actuado en el Perú sino también otras empresas brasileñas que operaban con las mismas prácticas corruptas. Pero de ellas sabemos poco o nada. En sétimo lugar, la corrupción no se circunscribe a las empresas brasileñas y a los ministerios que tienen que ver con la infraestructura. Lamentablemente ella se extiende a casi todos los ministerios sin que los organismos de control hayan hecho algo para evitarlo. La corrupción los pone en la picota y los involucra. Hace poco García se vanagloriaba, como si fuera una condecoración, de haber sido investigado 39 veces y de haber salido ileso en todos los juicios. En todo caso, debemos un reconocimiento a los presidentes (Paniagua, Belaúnde, Haya, Bustamante y Rivero) que nunca fueron citados por los jueces porque actuaron con pulcritud y limpieza.