Sinesio López Jiménez
Tres son los componentes centrales de la política moderna: los políticos que deciden, los tecnócratas que saben y los ciudadanos que pifian o aplauden, esto es, otorgan legitimidad a los que cortan el jamón. Según Max Weber, los políticos deciden sobre medios y fines, mientras que tecnócratas solo deciden sobre medios. No siempre existe un equilibrio entre ellos. La asimetría es la relación más frecuente. En algunas épocas y gobiernos predominan los políticos; en otros, los tecnócratas. Los ciudadanos son los que siempre llevan la peor parte, aunque se les reconozca ciertos derechos y se les ofrezca algunas garantías.
El el Perú neoliberal post-90, los tecnócratas asumen un mayor peso político en relación con los partidos personalistas que tienen poca importancia. En realidad los tecnócratas, además de ejercer el conocimiento de los expertos, deciden en alianza con el Presidente de la República y refuerzan esta coalición con el respaldo de los poderes fácticos. Este respaldo arrebata el carácter autónomo que algunas veces tiene la tecnocracia.
Esta coalición presidencial-tecnocrática, reforzada con los poderes fácticos, ejerce el poder del siguiente modo:
1. Apuesta a la eficacia decisoria y hace de ella la fuente de la legitimidad y de la gobernabilidad. La eficacia decisoria no se deriva sólo de los políticos elegidos que deciden sino también de la tecnocracia que tiene el conocimiento experto y que, por eso, también participa en las decisiones.
2. La democracia choca con la eficacia decisoria porque ella abre las puertas a las demandas y a la protesta social. La tecnocracia quiere una torre de marfil para decidir y evitar el “ruido político”. El gobierno tecnocrático quiere una sociedad en silencio que lo deje gobernar.
3. La eficacia decisoria exige concentrar las decisiones en la cúspide del poder, esto es, en el Presidente de la República y en la alta tecnocracia. Desde esta perspectiva, fortalece algunas instituciones (BCR, MEF, SBS, SUNAT), pero debilita otras, entre ellas los organismos de control institucional.
4. El secretismo es la forma preferida de gobierno. Hay que decidir en secreto para que los ciudadanos no se enteren ni cuestionen las decisiones políticas. Todos los gobiernos post-90 han apelado con frecuencia a los decretos de urgencia para evitar el debate público en el Congreso.
5. El hiperactivismo legislativo del gobierno gracias a la delegación de facultades del Congreso, recurso al que apela con frecuencia.
6. El debilitamiento de la accountability vertical de los ciudadanos en la hora de elegir y del control social de la sociedad civil como producto de la neutralización de la presión social y del escrutinio público. Con este fin los gobiernos tecnocráticos deslegitiman las protestas sociales criminalizándolas.
La tecnocracia ha participado activamente en el diseño y aplicación de las privatizaciones, de las concesiones y de las APP y en sus distorsiones. Tienen por lo menos una responsabilidad política y, en algunos casos, posiblemente penal.
LA CORRUPCION Y LA TECNOCRACIA
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