FIDEL Y LAS IZQUIERDAS EN AL

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                                               Sinesio López Jiménez

La revolución cubana surgió dentro de un contexto político latinoamericano (post 1930) en el que todas las fuerzas progresistas reclamaban una revolución para acabar con la dominación imperialista y con la exclusión oligárquica. En el Perú la izquierda marxista y el Apra de los años 30 postulaban una revolución política y social. Acción Popular, la Democracia Cristiana y el Social-progresismo reclamaban una revolución anti-oligárquica en los 50 y los 60. Incluso los militares calificaron a los cambios que realizaron en los 70 como una revolución.

Lo que quiero decir es que el postulado de una revolución era una demanda mayoritaria entre el 30 y los 70 en el Perú y en AL. Es cierto que cada fuerza entendía la revolución a su modo, pero todas las fuerzas progresivas coincidían en demandar un cambio revolucionario y lo hacían a través de un discurso radical. Es cierto también que a medida que accedían al gobierno moderaban su discurso y sus políticas. Eso sucedió con el Apra desde 1956 y con AP después de 1963.

Los que rechazaban una revolución eran las minoritarias fuerzas conservadoras y las oligarquías que defendían sus intereses y sus privilegios a través de dictaduras militares. Hasta 1978 América Latina tenía sólo tres democracias y los otros diecisiete países tenían regímenes abiertamente autoritarios. De estos, uno (Cuba) era una dictadura socialista, otro (Perú) era una dictadura anti-oligárquica y quince eran dictaduras conservadoras, defensoras de statu-quo.

La situación cambió profundamente entre 1978 y 1995. AL que había sido siempre predominantemente autoritaria fue testigo de la virtual desaparición de regímenes abiertamente autoritarios, salvo Cuba y Haití. Además, la ola democratizadora de los 80 es la más larga si se la compara con las anteriores de AL. Esta transformación es uno de los cambios más profundos en la historia política latinoamericana (Mainwaring, Scott y Aníbal Pérez Liñan, 2013, Democracies and Dictatorships in Latin America. Emergence, Survival and Fall, Cambrigde University Press).

La izquierda latinoamericana no fue ajena a este amplio proceso democratizador de los 80 y vivió un periodo de transición confusa de la revolución a la democracia y, por eso mismo, fue tironeada por esos grandes ideales. Fidel, el político más importante de AL, encarnaba la revolución anti-imperialista y anti-oligárquica que encandiló a las juventudes latinoamericanas de los 60 y que desató apoyos entusiastas y resistencias extraordinarias en el mundo de la guerra fría. El pueblo cubano lo amó y lo ama porque lo sacó de la indignidad, de la miseria y del atraso.

Cuando cayó el muro de Berlín se abrieron varios caminos que recorrieron los países comunistas: el de glásnost y perestroika de la URRS que fracasó, el de perestroika con dictadura de China que ha tenido cierto éxito, y el del inmovilismo de los países comunistas de Europa que colapsó estrepitosamente. Cuba apostó por este último con la peculiaridad de que se mantiene en pie. Creo que Fidel pudo haber impulsado una transición de modernización con democracia. Pienso que la izquierda tiene que recoger las grandes contribuciones sociales de la revolución y avanzar hacia la democracia de todos los ciudadanos.

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