Sinesio López Jiménez
La corrupción en el mundo moderno surge de la confusión deliberada de la política con los negocios. Hay gente que entra a la política para enriquecerse cuando para eso está el mundo de la economía. Parece que para los corruptos la política es la actividad más fácil para acumular riqueza.
Uno de los rasgos centrales de la modernidad es la diferenciación estructural e institucional de la vida social en esferas: la economía, la política, la sociedad, la cultura. Cada esfera tiene sus propios fines, su organización, sus instituciones, en fin su propia lógica. Esa diferenciación no impide, sin embargo, una mutua interrelación legítima entre los subsistemas. La economía moderna no funciona sino es garantizada por la seguridad jurídica que le ofrece el Estado; este, a su vez, no puede funcionar sin la tributación que proviene de la economía y sin la legitimidad que le otorga la sociedad si esta recibe del Estado los bienes y servicios públicos que la satisfacen.
La confusión de esferas surge de la constante penetración de la economía en la política. En un artículo anterior señalé que las élites políticas descuidan expresamente el desarrollo de las capacidades del Estado para proveer los bienes públicos de salud y educación con la finalidad de entregarlos a los negocios privados y, de paso, también a los corruptos. La capacidad extractiva o impositiva y las políticas públicas se prestan muchas veces a la imposición de los intereses económicos en la política por medios nada santos.
Las formas más escandalosas de penetración de los intereses económicos en la política se dan sobre todo en el acceso de los políticos al gobierno: las campañas electorales, la inscripción de los partidos en los organismos electorales, las candidaturas al Congreso, el voto preferencial. Las actuales campañas electorales se han vuelto muy caras debido al papel que juegan en ellas los medios, especialmente la TV. Esto lleva a los políticos a la búsqueda de financiamientos indebidos (narcotráfico, cobro de comisiones, robos al fisco, injerencias externas, etc).
La inscripción electoral ya no se obtiene de la adhesión libre y voluntaria de los ciudadanos sino en el mercado. Los políticos del establisment han elevado el número de firmas para la inscripción de nuevas organizaciones políticas haciéndola más cara y construyendo un sistema político cerrado. El colapso de los partidos y la emergencia de liderazgos con entornos han convertido las candidaturas al Congreso en un mercado persa. Los recientes escándalos denunciados y acallados en la organización de PPK son moneda corriente en casi todos los partidos.
El voto preferencial permite que los candidatos que cuentan con más recursos económicos tengan mayores posibilidades de hacer campañas agresivas y ganar. Esta creciente penetración de los intereses económicos en la política no sólo genera injusticias y corrupción sino que le arrebata a la política su identidad y su sustancia: la búsqueda del interés general y del bien común.