Sinesio López Jiménez
La izquierda es un enorme rompecabezas cuyas piezas desordenadas y dispersas hay que colocar en su sitio para darle forma al muñeco. ¿Es esta una ventaja política o una desventaja?. Puede ser una desventaja para quienes creen que es mejor escribir sobre una pizarra en blanco que sobre una borroneada y con muchas enmendaduras. Es mejor inventar todas las piezas que usar las desgastadas. Hay que crear un actor político nuevo sin las taras del pasado. Esta tarea implica un tiempo que desborda las urgencias políticas y electorales. Construir una élite política lleva entre 10 y 15 años y el éxito no está garantizado. Además, quienes se propongan esa tarea se van a encontrar con una inevitable herencia del pasado. No hay construcción pura que salga de la nada. A quienes hablan de pureza política habría que recordarles los versos de Nicolás Guillén: No voy a decirte, mujer, que soy un hombre puro…
¿Cuáles son las piezas de un modelo de izquierda para armar?. Hay varias, pero señalo las más importantes. Primero, todas las izquierdas tienen el mismo sueño o algo parecido que configura un horizonte utópico común: el cambio con justicia sin menosprecio de la libertad. Esta es un valor que las izquierdas de AL aprendimos cuando (en los 80) transitamos de la revolución a la democracia. Segundo, todas comparten, quizás con énfasis diferentes, el mismo programa de gobierno para combatir contra un enemigo común: los puntos centrales de la Gran Transformación. Tercero, existe un espacio nacional-popular que la izquierda está en condiciones de representar si evita la fragmentación. Este es un dato histórico que reaparece constantemente en las encuestas y en las elecciones cuando hay un buen candidato que lo represente.
Cuarto, la izquierda tiene cuadros políticos con distintos niveles de experiencia que están dispersos en todas las organizaciones y corrientes de izquierda, pero sumados formarían un gran partido. Divididos como están ahora son débiles, pero juntos en un gran proyecto de transformación democrática podrían tener una gran fuerza política. Quinto, los pequeños partidos de izquierda, unos más que otros, mantienen una cierta influencia en los movimientos sociales contestatarios. Este nexo político-popular, hoy débil pero existente, parece ser un monopolio de la izquierda.
Sexto, las izquierdas cuentan con cuadros que tienen experiencia de gobierno. Si se asocian entre ellos y con cuadros progresistas que tienen una tradición izquierdista pueden constituir un equipo de gobierno de primera. Séptimo, las izquierdas tienen pocas y dispersas representaciones parlamentarias, pero juntas podrían ser un grupo parlamentario que cuente en el Congreso. Finalmente, existe una corriente intelectual de izquierda, suelta y dispersa, que ya no tiene la importancia de otras décadas, pero existe.
¿Qué falta?. La pieza clave en un régimen presidencialista: el candidato, además de la voluntad de unidad y el mínimo de racionalidad política. Resignarse a la división es aceptar de antemano la derrota. Conozco a casi todos los dirigentes de izquierda, sus virtudes y sus defectos. Pienso que sus diferencias políticas son disfraces ideológicos de pequeñas ambiciones que podrán ser alcanzadas, no en la fragmentación, sino en la unidad. La fragmentación de la izquierda es un suicidio político.