EL LEVIATHAN CORPORATIVO

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Sinesio López Jiménez

Es la primera vez que Humala y Nadine Heredia se atreven a responder al partido de los medios concentrados (PMC) desde sus puestos de mando del gobierno. ¿Hasta dónde va a llegar la irritación de la pareja presidencial? ¿Es sólo una reacción momentánea para luego someterse a los periodicazos de siempre?. ¿Se atreverá a ponerle la cascabel al gato?. ¿Se atreverá a poner un límite al abuso de poder de los medios concentrados?. Ver para creer.

El PMC no quiere ser sólo el partido mediático que reemplaza a todos los partidos (casi inexistentes) sino que aspira ser un Estado dentro del Estado. Robert Dahl, uno de los grandes teóricos de la democracia, llamó el Leviathan corportativo a las grandes corporaciones privadas que abusaban de su poder económico y terminaban afectando la libertad y la participación de los ciudadanos y de los consumidores sin que estos tengan la capacidad de responderle y de limitarlo. El caso del PMC es aleccionador. En la práctica, es un Leviathan privado que mina la autoridad legítima del Leviathan público (el Estado), el único al que todos los peruanos le reconocemos el derecho a ejercer su autoridad sobre nosotros dentro del territorio que nos pertenece.

El PMC, a través de campañas sistemáticas y gracias a su enorme poder económico, impone y saca ministros de acuerdo a sus intereses económicos y políticos. En la práctica y en asociación con la CONFIEP, se ha apoderado de los aparatos económicos del Estado (en particular del MEF y del BCR) y se prepara para tomar los aparatos sociales (salud y educación) devaluando y transformando los bienes públicos en negocios privados, lo que afecta decisivamente a los sectores populares y pobres del país. Su poder se extiende también a la capacidad de imponer la agenda política no sólo al gobierno que termina haciendo lo que quiere el PMC sino también a los procuradores, a los fiscales, a los jueces y a todos los organismos de control que terminan persiguiendo a los políticos del centro y de la izquierda y lavando la cara a los candidatos favoritos de los medios concentrados.

Ejerce quizás su mayor poder sobre el Congreso al que no sólo le impone la agenda sino que lo hace existir. Los congresistas tiemblan cuando se trata de defender las demandas de los ciudadanos que chocan con los intereses del PMC porque  este los hace desaparecer de las pantallas de la TV y de las páginas de sus periódicos  o, en el peor de los casos,  los destruye políticamente a través de campañas de desprestigio. Este control mediático del Congreso es un serio problema porque es justamente allí donde debe discutirse los límites y las regulaciones de los excesos del poder mediático como hicieron en su momento los países desarrollados y democráticos.

Otra preocupación central de los medios concentrados es el control de la representación política de los diversos sectores sociales y de los distintos espacios sociopolíticos. Su apuesta mayor es eliminar a los representantes de los espacios de centro y de la izquierda para coparlos desde la derecha o, en su defecto, estimular su máxima fragmentación. Como digitados por la derecha, esta última parece ser la apuesta de algunos izquierdistas. La izquierda fragmentada es la izquierda que la derecha necesita.

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