Sinesio López Jiménez
Desvalorizar lo público para hacer avanzar los negocios privados es una vieja estrategia liberal, exacerbada en tiempos neoliberales. En el mundo clásico greco-romano y en las ciudades-república italianas del Medioevo, lo público era el espacio de realización de los ciudadanos mientras lo privado era el mundo de las carencias, de la desigualdad y de la violencia. Con la Monarquía absoluta la relación entre lo público y lo privado se desterritoriazó y se corporizó: Ya no ocuparon espacios geográficos distintos sino que el hombre mismo adquirió una dimensión pública y otra privada. Lo público quedó reducido a una relación de autoridad (entre el monarca y el súbdito) mientras lo privado se enriqueció abarcando las otras dimensiones de la vida social (las actividades económicas, la afectividad, la religión, las ideas, etc).
Las críticas de los ciudadanos y de los intelectuales (la ilustración) a la monarquía absoluta desde el mundo privado dieron origen a otro tipo de público: la esfera pública y la sociedad civil que jugaron un papel fundamental en la transformación de las monarquías absolutas en monarquías constitucionales. Las revoluciones democráticos burguesas profundizaron la separación entre lo público y lo privado. Lo público estatal quedó definido como el reino de la igualdad, de la universalidad, de la racionalidad mientras lo privado era el mundo de la riqueza, de la moral privada, de la afectividad, de las ideas, pero también de la discriminación, de la pobreza y de la desigualdad. Nunca ha existido, sin embargo, un lindero infranqueable entre lo público estatal y lo privado. Con frecuencia, este último invadió al primero. En el Perú y en otras latitudes está de moda ahora la captura del Estado por los intereses privados.
Albert O. Hirschman ha sugerido que la historia moderna se mueve entre los ciclos privados y los ciclos públicos y que el tránsito y la duración de los mismos dependen de sus respectivos éxitos y fracasos. De acuerdo a esta tesis, el Perú está viviendo un largo ciclo privado luego del desastroso gobierno de García que, con el necio populismo que desplegó, destruyó la economía, el estado y la confianza de la gente en este. Ello no obstante, los de debajo de la escala social (la mayoría) sigue demandando más y mejor estado. Un componente de la estrategia neoliberal es el despliegue de políticas y campañas de desvalorización de lo público estatal para asaltarlo. Con motivo de una encuesta que revela la incapacidad del Estado para atender los servicios públicos, el liberalismo local propone como alternativa eficaz la privatización o las alianzas público-privadas (APP).
¿Pero quienes han construido el estado ineficaz que hoy tenemos? Aquí como en otras latitudes los ejércitos, los empresarios y los caudillos han forjado los estados con todas sus virtudes y sus defectos. Hace más de veinte años que los neoliberales y sus representantes vienen manejando la economía y el Estado en el Perú. Si este es ineficaz, antidemocrático y corrupto, los responsables son ellos. Han construido y mantienen expresamente un estado ineficaz para justificar la transformación de los servicios públicos en negocios privados.