Archivo por meses: julio 2013

DESENCUENTROS Y CHOQUES

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Sinesio López Jiménez

En el tránsito del segundo al tercer año del gobierno humalista se han producido un desencuentro y algunos choques entre el poder político y los ciudadanos en las encuestas y en las calles en dos oleadas sucesivas. La cosa parece que va a seguir porque los problemas continúan y se pueden agravar. Si los choques se extienden y se vuelven masivos y el Presidente de la República no enmienda  el rumbo que viene tomando en una situación de crisis económica (que se avecina), el régimen democrático puede trastabillar y el mismo Humala puede terminar como Lucio Gutiérrez, ex –presidente del Ecuador. Gutiérrez participó en el golpe contra Mahuad en el 2000, fue elegido presidente en el 2002 con el apoyo de las izquierdas y los indígenas, los mismos que lo sacaron del gobierno en el 2005 acusándolo de corrupción y de haberse vendido a los ricos.

El desencuentro se ha dado en las encuestas en las que Humala se desliza por el tobogán de la desaprobación de los ciudadanos. ¿Por qué es desaprobado?. Los analistas de derecha y la derecha misma  afirman que Humala no ha abandonado totalmente el programa de la gran transformación y no ha asumido a plenitud sus ideas (y sus intereses). Por eso no genera confianza. La izquierda, en cambio, sostiene que Humala ha abandonado el programa con el que fue elegido y se ha entregado totalmente a los brazos de la derecha. La gente  rechaza el incumplimiento de las promesas asumidas.  ¿Y Humala qué dice?. “Yo no gobierno para las encuestas”, lo que, en buen romance, significa que le importa un pepino la opinión de los ciudadanos. ¿Y qué ha hecho?. Ha profundizado su entrega a la derecha dando un conjunto de medidas para favorecer la inversión privada en desmedro de los trabajadores y del interés público.

El primer choque se produjo en las calles. La mayoría de los partidos que integran el Congreso se repartieron los cargos vacantes del TC, la Defensoría y el BCR. Pese a la crítica de los medios, el Congreso aprobó la repartija y se desató un escándalo de grandes proporciones. Los jóvenes protestaron y se movilizaron (en dos ocasiones) contra la repartija; Humala y los partidos repartijeros  retrocedieron y el Congreso anuló la medida de la discordia. El segundo choque se dio también en las calles. Mientras Humala daba su mensaje presidencial, blindado por más de  cinco mil policías, miles de ciudadanos protestaban en las calles contra el gobierno por diversos motivos (ley del servicio civil, la repartija, la ley universitaria, aumento de sueldos).

En su discurso de fiestas patrias, Humala expresó su satisfacción por los aciertos (que conducían a un Perú mejor) y por los errores (que se podían rectificar) mientras los ciudadanos gritaban a todo pulmón su insatisfacción  con el gobierno. Ollanta hizo un recuento complaciente de lo hecho en el segundo año de su gobierno mientras los manifestantes expresaban su ira contra el gobierno.  El mensaje, cocinado en el MEF, tenía un sencillo diagnóstico implícito: Pese a la  crisis internacional, la economía peruana va bien y la inclusión social, mejor, pero lo que falla es el Estado al que hay que reformar para que marche de acuerdo a los sones que le toca el modelo neoliberal. Olvida un dato simple: Los que han capturado  los aparatos económicos del Estado (MEF, BCR y otros) y gobiernan son los representantes de la CONFIEP y del modelo neoliberal.

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LA REPARTIJA DE FONDO

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Sinesio López Jiménez

La situación política se acelera. La crítica  mediática se vuelve política y esta se torna social. Y la crítica social (en manos de los jóvenes y los trabajadores) si, se amplía y profundiza y va acompañada por la crisis económica (como parece) y por la ya evidente deslegitimación política del gobierno, del Congreso y de los partidos de la repartija actual y pasada, puede retornarse política en nuevos términos. Puede ser el comienzo del fin del ciclo neoliberal y el inicio de un nuevo ciclo económico, social y político.

He aquí la rápida crónica de este aceleramiento. Los medios critican al Congreso por su incapacidad para designar a los reemplazantes de los cargos vacantes en el TC, la Defensoría y el BCR. El actual presidente del Congreso busca legitimar su reelección resolviendo el problema. Los partidos que apoyan al gobierno y los de derecha llegan a un acuerdo repartiéndose los cargos. Los medios cuestionan la presencia en el acuerdo de algunos personajes impresentables. Ante la persistencia congresal del acuerdo multipartidario, la crítica mediática se desplaza a la repartija. Pese a ello, los partidos imponen el acuerdo en el Congreso, lo que genera un gran escándalo público.

Humala se lava las manos, rompe el acuerdo y pide la salida de Souza del TC y Freitas de la Defensoría. García, activo participante en otras repartijas, crítica la actual en la que no ha participado porque su pequeña bancada es irrelevante para el caso y porque controla el actual TC y otros organismos fiscalizadores. Los jóvenes protestan, los partidos acuerdistas retroceden, la protesta juvenil se vuelve masiva. Los medios de derecha le bajan el tono y la importancia. Los jóvenes y los trabajadores amenazan volver con más fuerza. La izquierda acompaña estas protestas.

Los designados al BCR estaban pasando piola, la derecha (económica, política y mediática) miraba al techo, pero la batahola también ha barrido con ellos. ¿Por qué la derecha no quiere hablar de repartija en el caso del BCR?.  Porque ella cuestiona la repartija de los aparatos políticos, pero está feliz con la repartija de los aparatos económicos y porque, si se jala la pita, se corre el peligro de llegar a la repartija de fondo que se produjo en los inicios del gobierno de Humala por presión de la CONFIEP y de los medios de derecha: la captura del MEF y del BCR. La derecha estaría feliz si controla a la vez los aparatos económicos y políticos del Estado.

El movimiento juvenil (y social) que cuestiona la actual repartija política puede cuestionar todas la repartijas (incluida la económica del MEF y del BCR) para hacer del Estado una esfera más o menos autónoma, expresiva del bien común (republicano) y del interés general (liberal). Eliminar los privilegios, las discriminaciones, las desigualdades de la política y las capturas de los aparatos estatales, en suma, acabar con el patrimonialismo y el sultanismo,  son tareas democráticas que los movimientos de protesta pueden cumplir. Eso no es poca cosa en un país que no ha tenido una revolución democrática.

 

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LA CAIDA: DOS LECTURAS

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                                               Sinesio López Jiménez

Es una caída vertical. Caer del 53.2% en abril al 35.9% en julio produce seguramente vértigo político. Perder casi 18 puntos en tres meses es dilapidar un capital político necesario para enfrentar las crisis que se avecinan. ¿Qué ha pasado?. Hay diversas lecturas al respecto. La derecha y sus encuestadoras explican el desplome en las encuestas por las veleidades chavistas del presidente, por el intento de volver a la Gran Transformación, por su supuesto estatismo (expresado en el intento de comprar Repsol) y por la reelección conyugal. Esta es una lectura interesada que pretende transformar a Humala de socio en mandadero.

El chavismo de Humala es un recuerdo (a veces seguramente una añoranza) del pasado, la gran transformación es la de él en manos de la derecha, el supuesto estatismo es un cuco (inventado por la derecha) que no asusta a la mayoría de los peruanos que, según sus propias encuestas, piden más estado. La reelección conyugal es probablemente el único factor levantado por la derecha (independientemente de sus intenciones) que ha tenido algún impacto en el desgaste de la pareja presidencial. La gente intuye que la reelección presidencial era cultivada in pectore por la señora Heredia dejando entrever una angurria intolerable y una ambición desmedida.

La derecha, a la que ha servido con presteza y  fidelidad la señora Nadine, la ha transformado, luego de ensalzarla y colocarla (con su aquiescente beneplácito) en sus vistosas páginas sociales, en una rémora en el manejo del poder del presidente. Otra lectura, proveniente principalmente de la izquierda, pone la causa del desplome presidencial en los límites personales y políticos que ha mostrado Humala para enfrentar las situaciones difíciles y las críticas provenientes de la derecha. Esta lo ataranta y él cede. El manejo del asunto de Repsol fue vergonzoso y humillante. Las concesiones hechas a los poderosos en desmedro de los débiles tienen también un alto costo político para Humala, aunque sobre ellas no preguntan las encuestas.

Las causas de la caída que sí aparecen en las encuestas son la falta de seguridad ciudadana, la promesa incumplida de bajar el precio del gas, las criticadas leyes recientes (el servicio militar obligatorio y  la del servicio civil) que han generado movilizaciones de protesta. La lectura de la derecha sobre el desgaste de Humala sostiene que este cae por no haberse entregado a ella totalmente; la de la izquierda, en cambio, que la caída se produce por haberse entregado en demasía a la derecha. El itinerario del desgasta ha sido lento pero constante. Se inició en noviembre del 2011 (58.7%) con la salida del gabinete Lerner,  llegó hasta el 45.7% en junio del 2012, se mantuvo en esos niveles hasta noviembre de ese año (la salida del gabinete Valdez) y se disparó hasta el 53.8% en Abril del 2013.

Mi hipótesis es que la caída va a continuar impulsada por la crisis económica (que ha disipado el fetiche del milagro económico), el mal manejo de la crisis de las instituciones y las protestas sociales. Acicateado por la derecha y por la izquierda y abandonado por la mayoría de las regiones y de los sectores sociales, la soledad visita a la pareja presidencial.

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NO ME DEFIENDAS COMPADRE

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Sinesio López Jiménez

Steve Levitski es un buen analista político que ha escrito excelentes libros de política comparada y que hace también agudos análisis de coyuntura peruana y latinoamericana. Es, además, un buen ciudadano cuyo corazoncito late por los demócratas en los Estados Unidos y por una inexistente “coalición paniagüista” en el Perú. Su candidato ideal, por confesión propia, es Gastón Acurio, lo que habla bien de sus buenos gustos culinarios. Lo que quiero decir es que no hay un análisis inocente de coyuntura y que el analista, por más esfuerzos que haga por controlar su subjetividad, se juega también una pichanguita en los fríos marcos de su pretendida objetividad analítica.

Como analista ha escrito en este diario un artículo que, a contrapelo de su título (En defensa del Frente Amplio), parece más bien la descripción de un largo viacrucis de la izquierda.     Steve sostiene, en resumen, que en el corto plazo el Frente Amplio (FA) va muerto y que en el largo plazo, cuando todos estaremos (efectivamente) muertos (Keynes), podría tener éxito. Concluye su análisis martirológico con una pizca de humor negro: “En 2026, tal vez el FA estaría en condiciones de competir con Alan, que solo tendría 77 años”. Por favor, querido Steve, el FA –supongo- quiere ganarle a un mejor adversario para que su triunfo tenga el sabor de la gloria. Concédele, al menos, ese honor.

¿En qué basa Levitski estas apuradas conclusiones?. Para el corto plazo, los argumentos son los siguientes: La unidad de la izquierda como solución es un mito, la izquierda carece de una base social sólida y no tiene líderes con capacidad electoral y, finalmente, existe un poderoso antizquierdismo (sobre todo en Lima). En San Isidro  -supongo- este antizquierdismo debe llegar al paroxismo. Para el largo plazo Levistki sostiene que “una izquierda sana haría bien a la democracia”, que no está condenada al fracaso porque hay un pequeño espacio electoral y también un espacio social de un tercio de descontentos con el establisment, que podría consolidarse si maneja bien sus diferencias, si  no plantea recetas para la derrota electoral (recuperar el socialismo), si construye un perfil más amplio (que involucre a la clase media) y si se modera como lo hizo Humala en la segunda vuelta.

¿Es la unidad de la izquierda un mito?. Puede ser, pero es un mito movilizador, políticamente productivo por varias razones. En primer lugar, ha sido y es una exigencia de las bases de todos los pequeños partidos y es una aspiración de las bases sociales en las que influyen. En segundo lugar, a la izquierda peruana le ha ido bien cuando se ha presentado unida y le ha ido mal cuando ha ido dividida a la lucha electoral. Esa es la experiencia histórica. En tercer lugar, el todo es más que las partes, en la sociología y en la política. La suma aritmética de Levitski es equivocada. En la política de la izquierda funciona el álgebra más que la aritmética: Menos por menos da más. Reconozco que hay sumas que restan: la coalición del Apra con la oligarquía o con el fujimorismo por ejemplo. En cuarto lugar, la representación monopólica del amplio espacio social de los contestatarios puede dar buenos resultados electorales en el corto plazo.

Reconozco también que el FA carece, por ahora, de líderes con arrastre electoral, pero tenemos dos años para descubrirlos o construirlos. No es una tarea muy difícil si tenemos en cuenta el desolador panorama de los poco edificantes liderazgos políticos de centro y de derecha en el Perú actual. Vuelvo sobre el largo plazo.

 

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TEMORES E ILUSIONES

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Sinesio López Jiménez

En medio de una confusión general se aprobó la ley de Servicio civil. Gritos y protestas masivas de los trabajadores estatales que se sienten afectados por ella han mecido su cuna y aplausos entusiastas de los medios de derecha le dan la bienvenida. Humalistas, toledistas y pepecistas y los burócratas del MEF son los padres de la criatura. Fujimoristas, solidarios, apristas, populistas e izquierdistas son los que la repudian. Teniendo en cuenta las posiciones e ideologías contrapuestas tanto de los promotores como de los opositores de la ley es probable que cada uno de ellos esgrima alguna razón particular para explicar su conducta.

Es probable también que el apoyo o la oposición a la ley se expliquen no por los objetivos que persigue sino por su contenido diverso y contradictorio. Me parece que todos estamos de acuerdo en contar con una burocracia eficaz y eficiente. Este es un objetivo general compartido. Otro objetivo igualmente compartido es superar el caos administrativo, funcional, presupuestal, salarial (más de 400 conceptos de pago) de los trabajadores de la administración pública. Me temo, sin embargo, que este objetivo se va lograr en forma parcial porque quedan fuera de los alcances de la ley  importantes sectores  de la burocracia.

Las diferencias se producen en la discusión de los medios para lograr la eficiencia. La mayoría de analistas y políticos estamos de acuerdo en que la eficacia de la burocracia se logra a través del mérito, de la evaluación y de la capacitación permanente de los burócratas. Los trabajadores estatales y algunos partidos, en cambio,  temen (muchas veces con cierto fundamento) que esos métodos sean usados para los despidos masivos.  Pero el mayor rechazo de los trabajadores proviene del desconocimiento de algunos de sus derechos como el de la negociación colectiva.

El Estado es, en este caso, el único y gran patrón que negocia con los trabajadores fragmentados en múltiples sectores, obteniendo una serie de ventajas injustas.  Lo justo es respetar lo que se llama el monopolio bilateral que establece un solo negociador por cada lado, esto es, el estado y la negociación colectiva de los trabajadores. Está demostrado por diversas investigaciones laborales que los trabajadores obtienen mayores niveles de ingreso a través de la negociación colectiva. Cuando se rompe el monopolio bilateral obtienen más beneficios los que tienen más poder, esto es, el estado y los grandes empresarios.

Uno de los temas más polémicos es la “supresión de puestos de trabajo por motivos tecnológicos o científicos”. Este es un tema que abre la discusión sobre la naturaleza misma de la burocracia en el siglo XXI y plantea la necesidad de una reforma gerencial del Estado. Este tema complejo lo analizaremos en otra oportunidad. Ahora quiero subrayar la ilusión que ha despertado en la derecha esta ley. Ella cree que se ha hecho la reforma más importante de los últimos 30 años. Olvida (le interesa olvidar) que tanto o más importantes que la ley de Servicio Civil es la desprivatización y la democratización del Estado.

Mientras no se acabe con la captura del Estado (por los poderes fácticos en el caso de los aparatos económicos y por los corruptos en el caso de los aparatos de control), este no puede ser el espacio del bien común y del interés general. Mientras las políticas públicas y la ley no lleguen a todos y a todo el territorio por igual no tendremos un estado democrático.

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