Sinesio López Jiménez
Ante las acusaciones de corrupción de su gobierno, García ha desplegado hasta ahora tres estrategias de defensa, dos de ellas de encubrimiento. La primera combina una actitud de colaboración con la Megacomisión que lo investiga con la presencia mediática. García ha asistido a todas las citaciones de la comisión investigadora y ha respondido a los interrogantes que se le formularon, mantuvo un perfil político bajo y se acompañó siempre de la prensa de derecha que lo engríe. García evaluó con razón que era políticamente contraproducente enfrentar a un gobierno que está por encima del 50% de aprobación.
La segunda mezcla temas supuestamente académicos, con manejo mediático y apelación a la fiscalía. Este ha sido el caso de la revelación (por algunos medios) de la compra de una nueva residencia en la que habitará García. En defensa, el ex-presidente justificó el origen de sus ingresos (provenientes de conferencias internacionales costosas pagadas varias de ellas por empresas que fueron favorecidas en su gobierno, de los altos salarios que le paga la USMP cuyo “propietario” fue su ministro de Educación y su Primer Ministro y de la venta de supuestos “bestsellers”) y pidió que la Fiscalía lo investigue, entregándole la información correspondiente. Los medios (especialmente los de derecha) dieron amplia cobertura a sus declaraciones sin discutir la veracidad de las mismas.
En este caso, García se cubrió (sin decirlo) con la denuncia mediática de la compra de una costosa mansión por parte de la suegra de Toledo. La tercera estrategia es política, judicial (pedido de intervención de la fiscalía) y mediática. García ha pasado a la ofensiva política contra el gobierno en un contexto en que desciende ligeramente la popularidad de Ollanta. La denuncia seria de los medios y de la Megacomisión de los indultos de bandas de narcotraficantes por su gobierno lo sacó de sus casillas y respondió con todo. El componente político de su estrategia tiene tres elementos. El primero es el lanzamiento de su candidatura a la presidencia el 2016 y la acusación al gobierno de pretender bloquearla y destruirla con las denuncias de la Megacomisión parlamentaria. García quiere encubrir la denuncia de corrupción con la de persecución política por el gobierno.
El segundo es la acusación contra Humala de buscar la reelección de la “pareja conyugal”. Lo que García pretende, en realidad, es, además de encubrir la denuncia de corrupción, romper la alianza del gobierno con Toledo, aislarlo y alinear a todas fuerzas políticas contra la probable candidatura de Nadine Heredia. El tercer elemento es la presión a Humala para que indulte a Fujimori, pese a que no hay una causa que lo amerite. Lo que busca García es el suicidio político de la pareja presidencial y la renovación de su acercamiento al fujimorismo al que meció sobre el indulto durante su gobierno. En el despliegue de esta estrategia lo acompañan fielmente los medios de derecha que, salvo algunos programas de TV que fueron expectorados, lo han mimado durante su segundo gobierno.
Los dirigentes apristas han acudido a la fiscalía para que investigue las denuncias de un narcotraficante sobre los indultos. Ellos esperan un veredicto favorable de una institución a la que han copado para que los blinde y les extienda un certificado de limpieza y honorabilidad.