Sinesio López Jiménez
La revocatoria puede generar, entre otros males, el caos. La norma misma que la rige, improvisada, imprecisa, antitécnica, induce al caos. El acto de votar es caótico. Es un ejercicio de elección muy complejo. El elector se enfrenta a 41 decisiones de elección que lo pueden paralizar e inducir a error. El conteo en mesa y el levantamiento del acta de sufragio van a producir muchos errores y muchas actas nulas y observadas. El conteo de las actas de sufragio por parte de la ONPE puede ser difícil si hay muchas actas observadas. Los informes a la opinión pública pueden demorar, pese a los avances técnicos.
Si pierde la revocatoria, el caos concluye con el informe de la ONPE. Si ella gana, en cambio, se originan diversas situaciones caóticas de ingobernabilidad cuya gravedad dependerá del número de votos nulos y blancos y del número de autoridades ediles revocadas. Sospecho que el número de votos nulos y blancos va a ser muy alto. Ni los militantes más activos van a emitir su voto sobre los 41 casos a ser revocados. Los votantes apasionados e intensos son los menos. Predominan los indiferentes y poco informados.
El escenario menos caótico es la revocatoria de la alcaldesa y la no revocatoria de todos los regidores. En este caso, el teniente alcalde asume las riendas del municipio. Pero este escenario es el menos probable por las razones arriba señaladas. Lo más probable, si triunfa la revocatoria, es la destitución de la alcaldesa y el triunfo de los votos nulos y blancos en el caso de los regidores. El efecto sobre la gobernabilidad sería, sin embargo, el mismo que se produciría si todos fueran revocados por decisión clara y precisa de los electores, lo que es poco probable. En estos dos últimos casos, sin embargo, la ingobernabilidad sería mayúscula.
Entre los escenarios extremos, cabe también la posibilidad de escenarios intermedios cuyos efectos sobre la gobernabilidad pueden ser variables. Si triunfa la revocatoria, el tipo de escenario que se imponga determinará también la dimensión del caos que reinará durante los seis meses de improvisada administración municipal (que reemplazaría a la actual) y de campaña electoral. El triunfo total de la revocatoria, sea por decisión clara de los electores, sea por triunfo de los votos nulos y blancos, es la de mayor riesgo para Lima. Esta sería el reino del caos.
Los ambulantes tomarían masivamente el centro de Lima por asalto, los sectores mafiosos del transporte se sentirían legitimados y dispuestos a hacer lo que les venga en gana, la Parada volvería al caos de antaño, la inseguridad de los limeños se incrementaría, las reformas quedarían en nada, la ciudad no sólo quedaría paralizada en muchos aspectos sino que retrocedería. Lo peor de todo esto, el escenario de caos e ingobernabilidad anunciaría y prepararía el retorno de las mafias y de la corrupción (Comunicore) al gobierno del municipio limeño. Otro sí digo: los altos costos de la revocatoria y las pérdidas que ella genera (gracias al caos) debieran pagarlos la DBA y las coaliciones mafiosas que la impulsan. No debe haber impunidad.
EL CAOS QUE SE VIENE
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