LA CVR: MEMORIA, HISTORIA Y POLITICA

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Sinesio López Jiménez
Para construir el futuro es necesario cambiar el pasado. La forja del porvenir requiere la construcción de una memoria. Ambos (pasado y futuro) se construyen en el presente a través de la política. La historia se hace, en gran medida, en la política, espacio por excelencia en el que operan la virtud y la fortuna, eso es, las mejores capacidades humanas y la incertidumbre. La política es, en ese sentido, una interminable aventura en la que los hombres y las mujeres crean la historia apelando a las capacidades más excelsas para domesticar la incertidumbre y hacerla predecible. La política (o la lucha por el poder) se despliega, a su vez, en diversos escenarios temporales (el pasado, el presente y el futuro) y espaciales (la economía, la sociedad, la cultura, el estado, las instituciones, las regiones, etc). La batalla por la memoria es un momento de la larga lucha por forjar la historia del país.
Los lectores que hayan logrado sobrevivir al párrafo anterior pueden entender entonces la encarnizada batalla y las pasiones encontradas que desata la CVR. Esta es, por un lado, una requisitoria brillante contra las fuerzas del terror (Sendero Luminosos, el MRTA y el terrorismo de estado) y las condiciones (económicas, sociales, políticas y culturales) que las generaron y, por otro, la forma como las fuerzas democráticas recuerdan uno de los traumas mayores de nuestra historia republicana. La CVR es la forma democrática de recordar la época del terror (1980-1992). Ella es la memoria democrática de los horrores del terror. Se entiende, por eso, la furia desplegada por las fuerzas no democráticas (el fujimorismo y las derechas de la caverna) contra la CVR.
La CVR surgió en una coyuntura política especial en la que, por un lado, habían sido derrotadas no sólo las fuerzas del terror sino también las fuerzas no-democráticas (el fujimorismo y sus aliados) que emergieron, se desarrollaron y pervirtieron gracias a la violencia terrorista y, por otro, habían triunfado las fuerzas democráticas (el gobierno de transición de Paniagua, el toledismo, el Apra, AP, el PPC, las izquierdas y un sector de la derecha mediática). El fujimorismo había construido una memoria oficial en la que aparecía él, Montesinos y su mafia como las fuerzas victoriosas. En esa memoria no aparecían la DIRCOTE, el GEIN, las rondas campesinas ni las fuerzas democráticas que, con aciertos y errores, se fajaron contra las fuerzas del terror.
Con la defección de Humala ante las fuerzas de la derecha y las ambigüedades de su gobierno en la defensa de los derechos humanos la situación política ha cambiado y ofrece al fujimorismo y a sus poderosos aliados de hoy la oportunidad para cuestionar a la CVR. El fujimorismo ya no está aislado sino que es la segunda fuerza electoral y parlamentaria, cuenta con el apoyo del Apra, de la derecha económica y mediática y cree que tiene la fuerza suficiente para revertir los resultados de la CVR y borrar la corrupción y los crímenes del pasado. La lucha por la memoria y por la historia retorna por el lado de la política. Que vuelva a ganar la verdad, la justicia y la libertad.

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