EL PERU DE TODAS LAS SANGRES

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Sinesio López Jiménez
Si Ollanta hubiera triunfado en la primera vuelta con la mayoría absoluta, (más del 50% de los votos), tendría una consistente hegemonía política (en el sentido gramsciano del término) y estaría autorizado a aplicar su programa general casi sin modificaciones. Pero como sólo obtuvo una mayoría relativa (32%) tiene que buscar el apoyo de otros grupos sociales para alcanzar esa mayoría absoluta. Eso lo obliga a adecuar el programa general y las ofertas electorales a las nuevas circunstancias y a las nuevas demandas de los potenciales electores que busca incorporar. Esto es lo que se llama un programa concreto o programa de gobierno en la tradición de los partidos programáticos.
¿Significa esta adecuación programática una renuncia al primigenio programa general?. De ninguna manera. Esa adecuación implica más bien una reafirmación del programa general que, sin embargo, toma en cuenta las nuevas relaciones de fuerza que se busca organizar, la nueva mayoría que se pretende conquistar y las nuevas coaliciones sociales y políticas que se propone conformar. En esa dirección se encamina el documento que Ollanta llama “mi compromiso con el Perú”. En el 2006, en cambio, Ollanta no tuvo la suficiente cintura política para tomar en cuenta la nueva situación de la segunda vuelta y siguió de largo sin hacer los ajustes programáticos y estratégicos que las nuevas circunstancias requerían. Ello no obstante, estuvo cerca de ganar la segunda vuelta.
García, en cambio, se adecuó a los tiempos y a las circunstancias de la segunda vuelta con la escueta propuesta de “cambio responsable” sin darle un sustento programático. Eso explica su triunfo, por un lado, y la profundización irresponsable del neoliberalismo con el perro del hortelano y todo lo que eso implica, por otro. Que Ollanta (en el 2011) entienda las nuevas circunstancias políticas de la segunda vuelta y la necesidad de una adecuación programática significa que ha madurado políticamente y que está en condiciones de gobernar el país con responsabilidad.
Los resultados de la primera vuelta en el 2011 muestran un significativo desplazamiento electoral de Ollanta, con respecto a la primera vuelta del 2006, del eje andino y sureño al eje central y norteño, más moderno, como lo ha señalado con agudeza David Sulmont. En el fondo, ese movimiento significa un cierto desplazamiento del eje de la demanda de más Estado para atender los problemas que el mercado no puede resolver (infraestructura, saneamiento, alumbrado, inclusión social y reconocimiento) al eje mismo del mercado. En esta segunda vuelta, Ollanta tiene que acentuar ese desplazamiento en una propuesta integradora del país. Es necesario acabar con la vieja fórmula histórica de dominación y de discriminación (impuesta luego de la derrota de Santa Cruz en el siglo XIX) que se basaba en la alianza de las élites limeñas con la oligarquía norteña contra el sur y el oriente.
La superación de ese viejo esquema de discriminación económica, social, política y cultural implica la conformación de una nueva coalición política y social del mundo andino y amazónico con las clases medias y populares de Lima y del norte y con los empresarios nacionales que estén dispuestos a jugarse por un Perú integrado de todas las sangres como lo soñó José María Arguedas. Esta es una tarea política compleja que requiere no sólo un cierto desplazamiento al centro político sino también al centro sociológico mayoritario del país sin abandonar las exigencias históricas y actuales del mundo andino y amazónico.
¿Está Ollanta en capacidad de enfrentar este enorme desafío? El respaldo que GANA PERU ha recibido en esta semana de destacados intelectuales, técnicos, economistas, profesionales y artistas muestra la amplia convocatoria que la propuesta del Ollanta ha suscitado en contraste con la incapacidad de convocatoria de Keiko Fujimori. Vendrán luego los jóvenes, los profesores, los trabajadores, los pobladores, las organizaciones del vaso de leche, los colegios profesionales para reforzar la candidatura nacionalista.

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