Archivo por meses: junio 2008

SE BUSCA GERENTES

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Sinesio López Jiménez

García busca gerentes que sepan dirigir y gestionar las instituciones públicas para lograr los resultados esperados. Los ciudadanos quieren, en cambio, un nuevo presidente que permita a los gerentes desplegar sus capacidades y que gobierne para las mayorías. ¿Que pueden hacer los gerentes capaces si son bloqueados por la omnipresencia asfixiante de García, un filósofo-rey que cree presuntuosamente que todo lo sabe y que en todo se mete?. ¿Y de qué sirven los calificados gerentes si dependen de un Presidente que no gobierna para la mayoría?. En realidad, lo que se ha puesto en debate a propósito de la búsqueda presidencial de nuevos gerentes es una agenda de tres puntos: la gerencia pública, la forma de gobierno y la forma de Estado. La propuesta de García parte de un diagnóstico correcto: No existe una gerencia pública en el Estado que dirija las diversas instituciones estatales y que las gestione para que funcionen bien. El Perú no tiene una élite estatal como la tienen todos los países desarrollados en donde la gerencia pública se forma en las mejores escuelas de gobierno de las universidades más prestigiosas del mundo y como la tienen Brasil o Chile en América Latina. Pero el diagnóstico de García es parcial: No toma en cuenta la forma de gobierno, ni la forma estado, ni las actuales condiciones sociales y políticas en las que la gerencia pública va a operar. Los nuevos gerentes en el Perú van a dirigir instituciones estatales y van gestionar bienes públicos bajo la égida de un presidencialismo agobiante, bajo una forma-estado organizada y controlada por coaliciones sociales y políticas vinculadas a los intereses del capital y de los grandes empresarios y dentro de un contexto social y político movilizado. Desde el gobierno de Toledo en adelante, las gentes comunes y corrientes ya no aceptan ser tratadas como cosas sino que exigen ser consideradas como ciudadanos con iguales derechos y responsabilidades. A esto se añade la presencia de los movimientos sociales de protesta que despliegan una creciente presión distributiva. Los estados neoliberales en América Latina no sólo están constituidos por coaliciones sociales políticas que deciden las políticas públicas más importantes de cada país sino que han organizado también formas superelitistas y autoritarias de tomar decisiones, de gerenciar las instituciones estatales y de aplicar las políticas públicas que chocan con la ciudadanía activa, con los movimientos sociales y con la oposición política en general. Las decisiones se toman en la cúspide del poder (Presidente de la República, Ministro de Economía, alta tecnocracia y poderes fácticos), se realizan en forma secreta y sorpresiva (los decretos de urgencia), buscan imponerse sin dudas ni murmuraciones y evitan o bloquean la presión social y el escrutinio público. Estos estados funcionan con “éxito” cuando los ciudadanos han sido desmovilizados, los movimientos sociales han sido derrotados y la oposición política prácticamente no existe. Este fue el caso del Perú de Fujimori en donde el Presidente de la República, la alta tecnocracia y los poderes fácticos pudieron decidir y operar a sus anchas porque el país era tanquam tabula rasa en donde no había oposición ciudadana, social ni política. Este fue uno de los factores que explica el supuesto “éxito” de Fujimori.

Estas condiciones sociales y políticas han cambiado en América Latina y eso obliga a los estados neoliberales a adecuarse y a reformarse sin cambiar la naturaleza que los define. Dieter Nolhen, destacado politólogo alemán, ha demostrado que las formas de gobierno en AL que han tenido una mayor capacidad de realizar las reformas neoliberales y de mantener al mismo tiempo la democracia han sido los presidencialismos de coalición si se los compara con los presidencialismos plebiscitarios que desprecian las instituciones y que debilitan la democracia. La forma de gobierno en el Perú tiene algunas incrustaciones semi-presidenciales (el otorgamiento del voto de confianza parlamentaria al gabinete nombrado por el Presidente y la capacidad de éste de disolver al parlamento si éste, por según vez, se lo niega), pero ella es, en la práctica, un presidencialismo exacerbado. Si a ello se añade la personalidad del gobernante actual, se tiene entonces un presidencialismo opresivo. Por esta razón, la búsqueda de nuevos gerentes públicos tiene que ser acompañada, en las actuales circunstancias, por el debate de una nueva forma de gobierno (que bien puede ser lo que Nolhen llama el presidencialismo renovado o el semi-presidencialismo) que permita a los gerentes desplegar sus capacidades y desempeñarse con eficacia. El cambio de la forma-estado (neoliberal) es una cuestión más compleja, de más largo plazo y alcance y exige condiciones sociales y políticas que aún no existen, pero que están lentamente madurando. Este cambio es, sin embargo, necesario y decisivo para que el gobierno funcione en favor de las mayorías del país.

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EL DESENCANTO CON LA POLITICA

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Sinesio López Jiménez
Aunque García no lo crea, la verdad y el error están democráticamente repartidos. Pero cuando se trata de evaluar las políticas públicas del gobierno y su impacto en la vida de la gente, los mejores evaluadores son los ciudadanos. Los políticos e incluso los técnicos se equivocan con frecuencia cuando se trata de estos temas. El ciudadano, en cambio, tiene la experiencia inmediata y la vivencia directa. Esta es la base y el fundamento de las encuestas de opinión. ¿ Qué dice la gente sobre las políticas públicas del gobierno de García?. ¿Cómo las evalúa?. Con excepción de los acuerdos comerciales internacionales y la promoción de las inversiones, todo el resto de las políticas públicas (promoción del empleo, control de la inflación, el tema de sueldos y salarios, la calidad de la educación pública, el acceso a los servicios de salud, el acceso al agua y al desagüe, la seguridad ciudadana, la reforma del poder judicial, la lucha contra la corrupción) no ha tenido un impacto favorable en la vida de los ciudadanos: La gente cree los problemas que ella vive y que las políticas públicas del gobierno tratan de resolver están igual o peor que antes. En otras palabras, la gente cree que García es muy ágil cuando se trata de resolver los problemas del capital y de los empresarios pero que es lente e ineficaz cuando se trata de enfrentar los problemas de la gente común y corriente, especialmente de los pobres y muy pobres. Esto explica los altos niveles de desaprobación de García, de sus ministros y del gobierno en su conjunto. Esta desaprobación del elenco gubernamental arrastra lamentablemente a todas las instituciones públicas. Los peruanos tienen poco o ninguna confianza en el gobierno, en los poderes del Estado, en las instituciones públicas. La desconfianza se extiende a los partidos políticos existentes que cada vez se devalúan más ante la opinión pública. La poca o nula confianza invade a los medios de comunicación, muchos de los cuales se muestran muy complacientes y generosos con el gobierno de García. Los medios tienen que resolver el siguiente dilema: los negocios con los empresarios y el gobierno o la credibilidad de la gente. Esta devaluación de los poderes e instituciones, partidos políticos y los medios determina el poco o ningún interés por la política y explica que la mayoría (51.9%), especialmente Lima, el sur y centro, esté insatisfecha con la democracia y crea que el país es poco o nada democrático. Pese a ello, siguen apostando a la democracia como la mejor forma de gobierno, con excepción del centro y sur a los que les da lo mismo cualquier forma de gobierno.

Los datos revelan que entre la experiencia concreta de la gente y sus sueños e ideales se produce una dialéctica especial. La insatisfacción de la gente con la democracia tal como ella es y funciona y con los partidos políticos realmente existentes arrastra también a sus sueños y esperanzas y los conduce al escepticismo, a la antipolítica y al autoritarismo, sobre todo en el centro, en el sur e incluso en la conservadora ciudad de Lima. Pero, al parecer, los sueños e ideales de la mayoría de la gente aún son más vigorosos que sus desconfianzas y sus desencantos con la política y con la democracia, razón por la cual sigue creyendo que ésta es la mejor forma de gobierno y que los partidos son necesarios para que ella pueda existir y funcionar. Los bellos sueños de la gente salvan a la nada edificante realidad política que la deprime. Este mecanismo salvador de la democracia tiene, sin embargo, límites: cuando se examinan la curva de apoyo a la democracia (ideal) y la de satisfacción con la democracia realmente existente, ellas tienden a aproximarse hacia abajo cada vez más. Algo parecido sucede con los partidos políticos. Ellos son percibidos idealmente como necesarios para el funcionamiento de la democracia, pero los actuales son considerados no sólo irrelevantes sino ineficaces para representar y defender los intereses de la gente de a pie. Es difícil saber con seguridad si el ciclo semi-partidario, que se inició en el 2, 000 con la transición democrática y que dio a luz a García como presidente en el 2006, tendrá vigencia en el 2011. Nadie lo sabe. Con García cualquier cosa puede suceder. El Apra ha dejado de ser prácticamente un partido de gobierno. García gobierno solo. Muchos de sus ministros están en la clandestinidad. Con la poca o nula eficacia de las políticas públicas del gobierno en la solución de los problemas de la gente, García tiene una enorme responsabilidad en la creciente desconfianza de los ciudadanos en los poderes del Estado y en las instituciones públicas y en el actual desencanto con la política y con democracia. Ojalá los sueños sigan salvándonos de las pesadillas de la realidad.

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DESENCANTADOS CON LA POLÍTICA

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Sinesio López Jiménez

Pasada la ALC-UE, el presidente García ha vuelto a la normalidad. Su aprobación se mantiene en el mismo nivel de diciembre del 2007 y mejora en las regiones, salvo en el norte en donde desciende de 29% a 21.8%. Su aprobación en algunas regiones es superior a la de los presidentes regionales. Estos han experimentado un fuerte desgaste, salvo los del oriente que tienen una alta legitimidad por desempeño (53%), contrariamente a los del sur (18.4%) y a los de centro (16.4%). García ha tenido una cierta capacidad para frenar la caída vertical que se inició en julio del año pasado. Los ciudadanos la atribuyen a su destacado liderazgo y a la claridad de sus objetivos y sus metas, pero un cuarto de la población no le reconoce mérito alguno. Es probable, sin embargo, que el congelamiento temporal de la caída obedezca a algunas medidas que impulsa el gobierno y que favorecen a los sectores populares (la ley de tercerización y la distribución de las ganancias a los trabajadores mineros formales e informales) y a la supuesta reducción de la pobreza. El impacto incremental de ésta puede provenir más de los sectores medios y altos que de los sectores pobres y muy pobres. La mayoría de los peruanos piensa, en efecto, que la pobreza no ha disminuido y que entre los principales desafíos que el gobierno tiene que enfrentar están la falta de trabajo, la corrupción, la pobreza y la inseguridad. Ello no obstante, la mayoría (48.9%) cree que el segundo gobierno de García es mejor que el primero, pero el 14.5% siente que es peor, particularmente el sur (25.6%), el centro (25.5%) y el oriente (22.8%). Esto puede expresar la opinión contestataria de los muy pobres.
Con excepción de los acuerdos comerciales internacionales y la promoción de las inversiones, que los ciudadanos aprueban, en todo el resto de políticas (promoción del empleo, control de la inflación, el tema de sueldos y salarios, la calidad de la ecuación pública, el acceso a los servicios de salud, el acceso al agua y al desagüe, la seguridad ciudadana, la reforma del poder judicial, la lucha contra la corrupción) el gobierno sale desaprobado: La gente cree que en todos estos rubros está igual o peor que antes. En otras palabras, García es aprobado en su relación con el capital, pero es desaprobado en su relación la sociedad, especialmente con los sectores populares, pobres y muy pobres. Los peruanos tienen poco o ninguna confianza en el gobierno, en los poderes del Estado, en las instituciones públicas y en los partidos. Esta devaluación de los poderes e instituciones hace que haya poco o ningún interés por la política y que la mayoría (51.9%), especialmente Lima, el sur y centro, estén insatisfechos con la democracia y que crean que el país es poco o nada democrático. Pese a ello, siguen apostando a la democracia como la mejor forma de gobierno, con excepción del centro y sur a los que les da lo mismo cualquier forma de gobierno. Finalmente, La mayoría de los peruanos piensan que García se ha desplazado a la derecha y que la sociedad está en el centro, mostrando tendencias hacia una lenta conservadorización.
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CORRIENDO EL VELO

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Sinesio López Jiménez

Una encuesta ambiciosa que recoge no sólo los estados de ánimo pasajeros sino que penetra en el alma de la gente, en sus sentidos comunes, sus ideas, sus creencias, sus valores, sus actitudes, sus evaluaciones y sus compromisos más estables y permanentes. Esa es la principal virtud de la última encuesta nacional que acaba de lanzar el IOP de la PUCP y que ha sido aplicada en la primera semana de junio. Ella no sólo presenta los fluctuantes y, con frecuencia, veleidosos estados de ánimo de la opinión pública sino que recoge lo que Montesquieu llamaba el espíritu de las leyes (la cultura política) y l´esprit d´une nation (la cultura de la nación). Por ahora me voy a concentrar en las opiniones pasajeras y en algunos elementos de la cultura política. Hecha después de la ALC-UE, la encuesta expresa los tiempos “normales” de la política. García vuelve a menos de un tercio de la aprobación ciudadana (30.9%) y se coloca en el mismo nivel de Diciembre del 2007 (29%). Sube la aprobación en Lima (de 34% a 37.3%), en el sur (de 15% a 19.5%) y sobre todo en el centro (de 15% a 21.8%) y en el oriente (de 20% a 22.6%). En el norte, en cambio, baja de 29% a 21.8%. La diferencia con la encuesta de IPSOS Apoyo publicada el 25 de mayo del 2008, inmediatamente después de la ALC-UE, es notoria. Apoyo le daba a García 9 puntos más de aprobación ciudadana con respecto a su encuesta anterior y señalaba que en todas regiones subía y sobre todo en el norte en donde se disparaba 16% más alcanzando el 40%. Los datos actuales revelan, en cambio, que García ha logrado no sólo frenar la caída que se precipitó desde julio del 2007 sino que, salvo en el norte, ha incrementado el apoyo ciudadano en las otras regiones en muchas de las cuales se coloca por encima de los presidentes regionales. Las virtudes que los ciudadanos reconocen en García son su liderazgo (23.5%) y la claridad en sus objetivos y metas (la región del centro lo premia con 14.5% por la defensa de los intereses nacionales ¿?). Pero un núcleo duro de los ciudadanos (24.7% ) no le reconoce ningún mérito. ¿Qué explica el freno en la caída y la recuperación en las diversas regiones?. Es probable que jueguen varios factores. En primer lugar, la aprobación de varias medidas que favorecen a los sectores populares: la ley de le tercerización, la distribución total de las ganancias a los trabajadores mineros tanto formales como informales. En segundo lugar, la reducción de la pobreza a través del trabajo y los ingresos y a través de diversas formas de asistencialismo. Mi hipótesis es que los que aprueban esta reducción son más los sectores medios y altos de las diversas regiones que los pobres y muy pobres. En otras palabras, el incremento en la aprobación ciudadana de García se debe más al efecto publicitario de la supuesta reducción que a la reducción misma de la pobreza. De hecho, la mayoría de los ciudadanos (38.3%) piensan que el nivel de pobreza se mantiene igual, sobre todo el norte (40%) y el centro (40%); el 29.9% cree que se ha reducido un poco, especialmente en Lima, el norte y el oriente; y el 27.8% de los ciudadanos (la encuesta ha sido aplicada en las ciudades y no en el campo) siente que el nivel de pobreza ha empeorado, sobre todo en el sur (50%) y en el centro (38.2%). Más aún: la mayoría de los ciudadanos piensan que los principales problemas son la falta de trabajo, la corrupción, la crisis de valores morales, la pobreza y la inseguridad. Un dato lapidario contra García y su gobierno: el 90.8% de los encuestados de todas regiones piensan que la inflación ha agravado la pobreza en el Perú. Ello no obstante, la mayoría de los ciudadanos (42.7%), especialmente la de los limeños (48.3%), cree que este segundo gobierno de García es mejor que el anterior (1985-90), el 32% cree que es igual y el 14.5% siente que es peor, especialmente el sur (25.6%), el centro (25.5%) y el oriente (22.8%). Es probable que esta última cifra exprese el grito de protesta de los pobres extremos.

No deja de ser un dato revelador la percepción de los ciudadanos sobre la ubicación del gobierno en el espectro político nacional. La mayoría (35.7%) lo ubica en el centro derecha (16.9%) o en la derecha (18.9%), el 23% lo coloca en centro y el 27.2% lo sitúa en el centro izquierda (16.5%) y en la izquierda (10.7%). En opinión de la gente, García ha invadido el espacio de Lourdes Flores y del PPC. Esto explica quizás el enroque político que ha hecho la lidereza del PPC con García. Ella se ha desplazado hacia el centro político y ha dejado a García, como corresponde, en la derecha. Habrá que seguir con atención el enroque y las reubicaciones políticas de Lourdes y García para observar si se mantienen o no en el futuro. Corriendo otro velo, la encuesta muestra que la política y la sociedad han abandonado sus ímpetus radicales, se han moderado y se están desplazando lentamente a posiciones conservadoras y termidorianas: el 36.2% se autoubica en el centro, el 17.2% en el centro derecha, el 12.8% en la derecha, el 15.1% en el centro izquierda y el 6.7% en la izquierda.
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LOS POBRES NO SON ESTADISTICAS

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Sinesio López Jiménez

Una aplanadora que masifica, uniformiza, nivela y cosifica a la humanidad. Los hombres y las mujeres dejan de ser personas para convertirse en cifras estadísticas. Ya no actúan, sólo se comportan. Ese es el terreno fértil en donde germinan, crecen y florecen las ciencias sociales (sociología, economía, etc.) y las estadísticas como disciplina académica. Esta es la crítica más radical, más profunda y más pesimista que Hannah Arendt, una de las filósofas más importantes del siglo XX, ha hecho a la modernidad. El debate actual sobre el porcentaje de reducción de la pobreza parece confirmar la crítica pesimista de la filósofa alemana. Los pobres son tratados como meras cifras estadísticas. Ellos han perdido su calidad de seres humanos. Los políticos y los técnicos discuten si son más o son menos. Más aún: se manipulan las cifras, se apelan a supuestas metodologías técnicamente fundadas, se fijan ridículos límites monetarios para contar el número de pobres y muy pobres. El pobre tiene un precio: vale menos de 229 nuevos soles. El muy pobre vale la mitad. Como si todo eso fuera poco, el gobierno añade un maltrato más a los pobres estadísticamente cifrados: Las políticas sociales asistencialistas, que supuestamente reducen el número de pobres, los tratan como cosas. Ellos no piensan, no opinan, no expresan sus deseos, sus preferencias y sus prioridades. El gobierno, sus técnicos y sus burócratas les han expropiado esas capacidades y derechos. Una política que considere a los pobres como seres humanos (que exigen, por eso mismo, ser tratados con dignidad) requiere un doble enfoque: Por un lado, es necesario analizar la pobreza como una situación que genera una serie de vulnerabilidades y, por otro, hay que examinar las capacidades y potencialidades que, pese a ello, logran conservar los pobres para participar activamente en la solución de sus propios problemas.

La pobreza destruye, sin duda, a los seres humanos, vulnera su inteligencia, afecta su autoestima, limita su libertad, restringe sus capacidades de acción, silencia su voz y mengua sus potencialidades de realización humana. Los pobres, además, son muy vulnerables y están permanentemente sometidos a amenazas y a riesgos que no pueden enfrentar con éxito. El pobre tiene férreas limitaciones para domesticar el azar. La pobreza es, sin embargo, algo relativo. Ni siquiera la pobreza extrema es absoluta. Los pobres, que la sufren, conservan algunas potencialidades que les permiten superarla. Sobre esas potencialidades pueden operar tanto las agencias externas a los pobres como las capacidades mismas de los pobres para luchar contra ella. Este doble enfoque ha sido realizado por Nora Bonifaz, Decana del Colegio de Sociólogos de Lima, a pedido de PROPOLI, institución que, a su vez, encargó al INEI en el 2005 la realización de un censo en diez distritos pobres de Lima. Nora Bonifaz hizo un mapa de vulnerabilidades: individuales (discapacidades, vulnerabilidad en el empleo), familiares (vulnerabilidad familiar, vulnerabilidad en la vivienda y sus servicios) y del contexto y del entorno (vulnerabilidad en salud) e hizo igualmente un mapa de empoderamientos (disculpen la palabrita horrible) o de capacidades que conservan los pobres (capital cultural, capital social y activos físicos). Construyó dos grandes índices, uno de vulnerabilidades y otro de empoderamientos o capacidades, los cruzó e hizo algunos hallazgos que pueden sorprender. Unos distritos más que otros presentan más vulnerabilidades y algunas de éstas (las de empleo y las familiares) son más graves que otras. Lo mismo pasa con el mapa de las capacidades. Sorprende que el capital cultural (nivel de educación y capacitaciones) sea tan bajo. En realidad, el capital de los pobres es el capital social (organizaciones, redes, etc). Pero sorprende también el índice de activos físicos que no son nada desdeñables. Pero el hallazgo fundamental es el siguiente: Salvo en tres distritos, los pobres de los otros siete distritos tienen más capacidades y empoderamientos que vulnerabilidades. En las escalas de vulnerabilidades y empoderamientos existe, sin embargo, una pequeña franja de pobres en una situación de indigencia muy grave. Ellos tienen altas vulnerabilidades y muy bajos empoderamientos. Sería interesante replicar este mapa en todo el país, sus regiones y sus gobiernos locales. Mi hipótesis es que en las regiones de la costa se puede encontrar mapas similares al de los diez distritos pobres de Lima. En la sierra y en la selva, en cambio, los mapas de vulnerabilidades y empoderandamientos pueden ser muy diferentes y es probable que, en eso casos, las vulnerabilidades sean mayores que los empoderamientos. Cualquiera sean las formas que asuman los mapas de los pobres, lo importante es que ellos sirvan para desplegar políticas sociales que los consideren como seres humanos, teniendo en cuenta que las mejores políticas sociales son las buenas políticas económicas, como no se cansa de decirlo Efraín Gonzales de Olarte. Sin empleo de calidad y sin salarios dignos no se resuelve el problema de la pobreza. Las políticas sociales para ser eficaces, además, deben desplegar medidas de desarrollo de capacidades, lo que se logra a través de una educación y de una salud de calidad.

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