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17/08/12: La Tumba de Cayetano Osambela en el Cementerio Presbítero Maestro

Cayetano Osambela y Ureta (* Lima, ? de ? – Lima, 21 de octubre de 1878). Hijo del comerciante español Martín de Osambela y de la dama limeña Mariana Ureta y Bermúdez. Sus hermanos fueron Mercedes, Mariana, José y Dolores. Casó con Juana Panizo y Pérez el 1 de agosto de 1855 en la Parroquia del Sagrario de Lima. De esta matrimonio nacen D. Simón Claudio Osambela y Panizo y Da. Carmen Osambela y Panizo. Heredó de su padre parte de la Huerta la Menacho y del Callejón de la Toma de Santo Domingo, entre otros predios. Gran parte de su infancia la ha de haber vivido en el inmueble de su padre en la Calle de Veracruz, la Casona de Osambela. Fallece de pulmonía en 1878. Sobre esta familia existe un espléndido trabajo titulado ‘Don Martín de Osambela, comerciante navarro de los siglos XVIII/XIX, y su descendencia en el Perú’ del historiador Teodoro Hampe Martínez.

Restos de Cayetano Osambela y Ureta en el Cementerio Presbítero Maestro. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

23/02/12: La casona Club Casino Huacho: apuntes sobre un hermoso inmueble del XIX

Declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1992, la Casona Club Casino Huacho representa una época en la historia de esta ciudad al norte de Lima donde grandes y productivas haciendas estaban instaladas en la zona, puesto que fue una de las propiedades de la familia Salinas, principales hacendados del lugar y cuyos descendientes fueron alternativamente dueñas de las haciendas Los Ángeles, Quipico y Andahuasi.

La casona Club Casino Huacho se encuentra ubicado frente a la Plaza de Armas de Huacho, en la calle Sáenz Peña. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Existe una serie de documentos –entre ellos los testamentos de la familia Salinas- que señalan que el hoy Casino Huacho fue construido antes de 1878 –y que fue heredado de su padre a Sebastián Salinas Ondarza. La casona perteneciente a la familia Salinas fue adquirida por el Club Casino Huacho recién en 1956, entidad que la conserva hasta la actualidad.

La casona Club Casino Huacho, Huacho. Foto: Marco Gamarra Galindo.

En la década de los 60’s, era evidente el deterioro que estaba sufriendo. Ante esta situación, el Club Casino Huacho realiza intervenciones que mantienen únicamente -de la construcción original- la fachada, salvo algunos detalles. Este emblemático inmueble de Huacho conserva también los colores originales: puertas, ventanas, balcón, balaústres y cornisa de color marrón; columnas y paredes de color blanco. Los materiales utilizados para su construcción fueron el adobe y la quincha. Su arquitectura es republicana.

Plaza de Armas de Huacho, 1973. Se aprecia la casona Club Casino Huacho. Foto: Sara Ruíz.

Uno de las personas que ha trabajado más la historia de la Casona Club Casino Huacho es Miguel Silva Esquén que, además de ser un investigador, es un huachano comprometido con el patrimonio de su ciudad: su cuidado y difusión. Él señala que esta casa fue alquilada al Club Casino Huacho en 1933, asociación que posteriormente compra la propiedad el 29 de septiembre de 1956, por un valor de S/. 200,000 al contado.

Esta casona alojó en 1900 al vigésimo quinto Arzobispo de Lima, don Manuel Tovar y Chamorro, durante sus visitas pastorales a diferentes pueblos del Norte Chico. En 1992 el Club Casino Huacho es testigo de la desaparición del periodista Pedro Yauri.

Desde el balcón del Club Casino Huacho cuántos discursos se habrán dado, cuántos acaudalados saraos celebrados o cuántas miradas, frente a la plaza, encontradas. Sin duda, esta casona se ha convertido en un emblema para todos los huachanos y por qué no, para todos aquellos que visitamos y queremos Huacho. Leer más »

01/11/11: Casona de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia

El 6 de junio de 1920, el Presidente Augusto Bernardino Leguía otorgó a Andrés Avelino Cáceres -el héroe de la Breña- el bastón de Mariscal, en reconocimiento a su trayectoria en defensa del país. Este momento de la historia está retratado en el mosaico de la Casa de la ‘Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores del 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria’, ubicada en la Av. Arequipa 410.

La Casona que hoy alberga a la Sociedad Fundadores de la Independencia fue construida en 1922 en la antigua Avenida Leguía (hoy Avenida Arequipa). Foto: Marco Gamarra Galindo.

Esta suntuosa casona fue mandada a construir para ser residencia del expresidente Andrés Avelino Cáceres (1836 – 1923) y sede del ‘Museo de la Breña’. El historiador Jorge Guillermo Leguía, en sus apuntes biográficos sobre el ‘Brujo de los Andes’ señala que “el 7 de mayo de 1922 se puso la primera piedra del Museo de la Breña”, con el objetivo de guardar y exponer las reliquias del heroico soldado y de sus combates por la reconquista. Sin embargo, el fallecimiento del Mariscal, a semanas de inaugurarse la Casa como Museo y Residencia, determinó que este inmueble no fuese destinado como tal. El proyecto contaba con la aprobación del mismo Andrés A. Cáceres, quien había entregado al Estado valiosas reliquias de la Guerra del Pacífico para nutrir el Museo.

La hija del mártir ayacuchano, Zoila Aurora Cáceres, quien hizo numerosas y documentadas investigaciones, dijo en 1939 -sobre el Museo de la Breña- que no llegó a existir. Leer más »

13/09/11: Chosica en PuntoEdu

Esta fotografía de una hermosa casona de Chosica fue publicada en la Revista Q -222- del semanario PuntoEdu, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). La conocimos hace dos meses junto a Jesús Reyes y Wilfredo Ardito. Es tan solo una muestra de la belleza arquitectónica y ambiente cálido que nos ofrece la Villa del Sol, Chosica.

Revista Q 222 (12/09/11).

Agradecemos a PuntoEdu por la publicación y reiteramos nuestro compromiso con la cultura y la historia de nuestro país. Leer más »

29/07/11: La Casona rimense del Virrey Amat y Juniet

Caminando por las añejas calles del Rímac, entre el frío categórico del invierno limeño y el crujir propio de la bicentenaria madera -a primeras horas de una agónica mañana-, casi sin percatarse, un grupo de limeñistas recordaron los días en los que descubrieron señoriales casonas en estado ruinoso, vestigios coloniales olvidados, escudos y portadas escondidas tras el fragor urbano de los callejones de alguna quinta o mansión oculta.

El Jr. Trujillo, Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Decidieron guardar para siempre ese instinto sagaz, intrépido, casi natural, de observar detalladamente cada lugar, cada espacio. A partir de allí, la investigación a priori surgió, ansiosa, para colaborar en el amplio campo de la historia de Lima. Con el tiempo, la timidez cede. La acción aguerrida, casi heroica, de ingresar a los lugares más inaccesibles de las entrañas históricas de Lima, valiendose de cualquier excusa o ingenio, prevalece. –Se impone el interés por descubrir lugares nuevos, poco estudiados- mencionaría más de uno. Y así es.

Era, pues, una de las mañanas que recorríamos el Rímac, el barrio de Abajo el Puente, San Lázaro, que entre gallos y mediasnoches nos había dejado el tradicional Jr. Trujillo limpio, desolado, solo para nosotros. Los rumores de ser un sector bravio eran eso, solo rumores. La caminata ameritaba su apertura a puertas del tan noble distrito, y qué lugar más perfecto que el Puente de Piedra.

Amable señora del Rímac que en su balcón republicano observa nuestro trayecto. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Balcones de cajón, tiendas mercachifles, zigzagueantes pasos de los primeros rimenses que parten a sus labores diarias. Allí están todos. Los veo. Me ven. Los saludo. Me saludan. Esperamos un poco. Iniciamos la caminata. La historia colonial y republicana del Rímac empieza a comentarse, hecho clave que manifiesta el curso exitoso de una caminata. Wilfredo Ardito, Vladimir Velásquez y David Pino se disponen a presentar las anécdotas de una pintoresca capillita a orillas del río hablador. Todos, atentos, escuchan. Transcurren así los primeros minutos de la mañana.

La Capillita del Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Continuamos el recorrido, hecha casi una expedición. Miradas abundan hacia el portón de madera, hacia la señora que yace, complaciente, en un gran balcón corrido. Otros aprovechan para comprar unos dulces en la tienda de la esquina. Allí, esa gran construcción neoclásica cuya puerta ofrece gruesas columnas de piedra se gana la atención general. Se ha hecho casi un acto cotidiano encontrar un hermoso friso, un techo machihembrado, perfiles que el arte y la cultura de épocas preteritas trazaron con mano amorosa, para hacer de la Ciudad de los Reyes, ‘Lima’, una ciudad de prestigios indeclinables. Sin embargo, siempre es el mismo sentimiento de impresión y asombro el que nos embarga cada vez que nos hallamos frente a alguna estatua de marmol de carrara, placa decorativa o arco de claustro.

Lo que nos deparó el recorrido: la Casona de Amat, Federico Villareal y Sérvulo Gutierrez

Un par de señores observan nuestro andar –semejante al de un grupo de turístas japoneses con cámaras-. A sus espaldas, una profunda entrada y una serie de arquerías nos invitan a entrar. Absortos, cruzamos por un zaguán de tres cuerpos que culmina en un gran patio. Allí, a la izquierda, una señorial escalera que se abre en dos cuerpos. Sus peldaños de marmol nos muestran lo prestigiosa que fue esta vivienda. ¿De quién fue? ¿Quién es el que vive aquí? Muchas preguntas, escasas respuestas.

Hermosa casona. ¿Cuántas de ese tipo quedarán aún en Lima? Foto: Marco Gamarra Galindo.

Suntuosas columnas grecoromanas, ventanales de mansión colonial, nos sorprenden, vistosas. Una entrada a una posible huerta nos seduce hasta que, de pronto, una pareja de adultos –de avanzada edad- proceden a bajar de una de las habitaciones del segundo piso. Debemos hablar con ellos. Inesperadamente, el virrey Amat y Federico Villareal, dos grandes personajes de nuestra historia, empezaron a surgir en el ambiente. –Esta fue una de las casas que tuvo el Virrey Amat y Juniet. También fue vivienda, años posteriores, del matemático peruano Federico Villareal- comenta, orgulloso, el esposo. –Ahora está enrejada la casona para que ya no ingresen delincuentes a hacer de las suyas-, interviene la esposa.

Patio principal y arco de la gran casona. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Revelaciones que sin duda hacen más interesante el estudio de Lima (imprescindible conversar con los vecinos, inquilinos o habitantes, quién más que ellos para relatarnos los hechos cotidianos a los que están sujetos. Estos también pueden ser preocupantes). Fotos, aquí, allá, atrás también. La mañana empieza a hacerse tarde. Unas horas después, e investigando sobre la casona, pude saber que también fue vivienda de Sérvulo Gutierrez, destacado pintor y boxeador nacional. “La muerte de su madre provoca el traslado del adolescente a Lima, donde se instala en casa de su hermano Alberto, restaurador, en la casona que actualmente es sede de la Peña Hatuchay, en el Rímac”.

Segundo piso de la Casona donde vivió Amat, Federico Villareal, Sérvulo Gutierrez y quien sabe otros reconocidos personajes. Foto: Marco Gamarra Galindo.

La Peña Hatuchay: noche andina bajo el cielo limeño Leer más »

29/12/10: La casona Rospigliosi: un rincón tradicional de La Punta

La casona Rospigliosi, ubicada en el malecón Pardo, a pasos de la Plaza de Armas de La Punta, y que podría merecer fácilmente el título de castillo o palacio, constituye un rincón único en el Callao, caracterizado por el gusto al arte, al atardecer imponente y a la arquitectura de otros aires.

Casona Rospigliosi, imponente por lo colosal de su edificación y vistosa por el ingenioso estilo arquitectónico. La pareja une el entorno tradicional y aristocrático del palacio. Foto: Cecilia Gómez Palacios.

Por las calles del barrio chalaco de La Punta descansan muchas añejas historias. Las más emblemáticas, quizás, son las que han acompañado el compás de una ola recién descargada, sin sucumbir jamás al pasar de los años, o las que han adornado sus parajes de puerto pintoresco con las más vistosas figuras y formas arquitectónicas que uno podría imaginar. Cada parte de una anécdota, curiosidad o relato han construido una pared, un ventanal, un balcón, los cimientos de un lugar especial y, a la vez, inédito.

La casona Rospigliosi, una de las más llamativas de La Punta durante los años 20’s, época de oro del balneario chalaco. Foto: Humberto Currarino.

Uno de los rincones más tradicionales de La Punta es, pues, la casona Rospigliosi, palacio que lleva dicho nombre en honor a la familia que cobijó a principios del siglo XX. El atardecer yace inexpugnable por encima de las cúpulas rojas que coronan su fachada. El sol, que había servido como puente en el horizonte entre San Lorenzo y El Frontón, renace en el reflejo que sus ventanas de arco de herradura, construidas al más puro estilo morisco, dejan avizorar. ¿Será que aún no hemos culminado la época de oro que vivió alguna vez la casona?

Interiores de la casona Rospigliosi. Su belleza sobreresalta en las costas de La Punta. Foto: DodiMiraflorino.

El palacio Rospigliosi, sin embargo, desde hace muchas décadas, ha dejado de ser la casona exclusiva o residencial de sus primeros años. En los últimos años ha sido sede de múltiples oficinas, empresas, instituciones y hasta de una morgue. Su mantenimiento, a pesar de ello, ha sido siempre un deber para los propietarios o inquilinos, como observamos durante nuestra visita en diciembre del 2010. Leer más »

13/11/10: Suárez: La casona que quiso ser Palacio

En la avenida Arequipa hay más de una historia: la casona Suárez es, pues, una de ellas. Su peculiar parecido a Palacio de Gobierno resalta en esta vía importante e invita a los transeúntes a echar sobre ella más de una mirada de curiosidad. Se ha intentado, sin embargo, demolerla -hecho que por cierto, demuestra la falta de conciencia por la cultura en el país-.

Casona Suárez (familia Suárez-Hudtwalker). Foto: Ricardo Granados.

La historia
La casona Suárez (Arequipa 4275. Miraflores), posiblemente del año 1939, es una construcción gótica, parecida también al neobarroco (por el estilo tan recargado en detalles). Lo cierto es que este palacete, erigido en pleno gobierno de Manuel Prado, por el destacado arquitecto polaco Ricardo de Jaxa Malachowski, fue hecho a pedido del médico Gay Suárez, personaje que ha sido centro de una particular historia curiosa. Se dice que este limeño quizo ser presidente del Perú, pero como no pudo llegar al cargo, decidió construir su propio Palacio.

La casona Suárez y el Palacio de Gobierno del Perú. Fotos: Lia/Repmariscalnieto. Ilustración: Marco Gamarra Galindo

Sobre esta casona existe una descripción interesante en el libro “Inventario y Evaluación del Patrimonio Turístico del Distrito de Miraflores”, de Dora Gallardo y Celeny Gutierrez (1993):

Actualmente este inmueble particular se encuentra habitado por sus parientes; esta bella casona tiene un estilo gótico, de recargado decorado por el exterior, consta de dos pisos, alrededor de todo el último piso se ven balcones salientes. Está protegido por un enrejado negro, con tres entradas, la principal y la más grande al centro y dos más pequeñas a los lados, las que a su vez van a dar entrada a los pasillos laterales. El patio de afuera tiene dos bancos hechos de marmolina al igual que el piso. Dirigiéndose a la puerta de entrada que es de fierro y enchapada de bronce dorado con vidrios iguales a la de las ventanas, se halla un escalón y el descanso respectivo, los cuales son de mármol. En el interior se puede apreciar una decoración gótica con cuadros en pan de oro, que pertenece a la familia; tienen, además, un bello jardín interior. Vale la pena mencionar y destacar que esta bella casona fue construida por el Ingeniero que construyó el Palacio de Gobierno, de ahí su semejanza con la casa de Pizarro, hasta en el decorado tipo francés.

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06/08/10: El imponente palacio del Marqués de la Osambela

Caminar por las calles céntricas del Cercado de Lima es como regresar a la Lima de antaño, tan tradicional y monumental que, todavía, guarda celosamente recuerdos que muchos de nosotros hemos olvidado.

Una de estas reliquias dignas de ser admiradas es el Palacio del Marqués de Osambela, una magna construcción de finales del siglo XVIII que se encuentra en el Jirón Conde de Superunda. Perteneció al opulento banquero y comerciante español Martín de Osambela, Marqués de Osambela y Teniente Coronel de Milicias.

Mencionado Jirón Conde de Superunda y la Casona de Osambela en resalte. Foto: Marco Gamarra Galindo.

De estilo neoclásico con influencia francesa del rococó, esta casona limeña posee un hermoso mirador desde donde se observaba la entrada y salida de los barcos del Callao. Además, presenta características únicas en comparación a otras casas virreinales de la época. Una de ellas son sus habitaciones, distribuidas en forma paralela a la calle, lo cual hace que su fachada sea lo suficientemente extensa para albergar a cinco balcones de cajón de estilo Luis XVI.

Balcones de cajón de la Casona de Osambela. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Al parecer, fue en 1815 que Martín de Osambela, al encontrarse enfermo, escribió su primer testimonio declarando que no tenía herederos. Sin embargo, después contraería matrimonio. Años después, el libertador San Martín se hospedaría en casa de la familia Osambela e inclusive, sería aquí donde se celebró la proclamación de la independencia política del Perú.

Casi treinta años después de su muerte en 1825, el palacio de Osambela pasaría a manos del vasco José de la Asunción Oquendo, razón por la cual la gente la comenzó a llamar la casa de Oquendo, nombre con la que también se conoce hoy en día. Actualmente funciona como sede de la Academia Peruana de la Lengua y Lenguas Nativas, y de la Oficina Regional en el Perú de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

Si usted se encuentra por el corazón del Centro Histórico, no deje de visitar esta majestuosa casona de añil azul, la cual se conserva y destaca por sus balcones de cajón. Leer más »

25/05/10: La casona El Buque y su callejón

Un vestigio de la otrora arquitectura monumental de la Lima del siglo XIX. Esta residencia ubicada en el cruce de los jirones Junín y Cangallo en los Barrios Altos, más conocida como el “Buque”, fue el primer conjunto habitacional o “quinta” de Lima del siglo XIX. A pesar del reconocimiento, esta casona se está perdiendo poco a poco.

Casona El Buque. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Son más de las tres y seguimos nuestro camino por las angostas calles de Barrios Altos, hemos pasado ya el Barrio Chino y la Plaza Italia para subir hasta el Jr. Junín. Cada vez más cerca del centro tradicional de Barrios Altos. Con el pasar de los minutos, vemos a la cercanía a la piedra de la Horadada. Es señal que hemos llegado al callejón de “El Buque”.

A simple vista se puede apreciar que esta imponente casona de tres pisos llamada así por la gente del lugar -por la curiosa forma de su construcción- está adornada por unos antiguos pero descuidados balcones. Sus altos portones están acompañados de desperdicios que le dan a la fachada un reflejo de un lugar olvidado y a la vez triste. Cuentan sus inquilinos que en sus interiores, el piso y la escalera eran de mármol. Además de las barandas que eran hechas de bronce.

Desde el Callejón del Buque. Foto: Marco Gamarra Galindo

Recorrer este popular rincón barrioaltino es volver a aquellos tiempos en que este conjunto habitacional posiblemente el más antiguo de toda Latinoamérica durante el siglo XIX, era morada de los intelectuales que vivían enamorados de Barrios Altos; donde también se armaban grandes jaranas criollas llenas de picardía que acababan el día siguiente.

Vista general del Callejón de El Buque, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo

De la misma manera que ha afrontado los diversos terremotos que han asolado Lima, “El Buque”, permanece en pie como no queriendo llevarse consigo todas las historias y anécdotas de la antigua Ciudad de los Reyes. Esperamos que las autoridades se pongan a derecho junto con los inquilinos para que puedan encontrar una solución temprana al deterioro y abandono del emblema de Barrios Altos, “El Buque”. Leer más »

04/03/10: Quinta Presa: un palacio en el Rímac

La tradición oral limeña cuenta la curiosa anécdota del virrey Manuel Amat y su afán por conquistar a la mestiza Micaela Villegas, más conocida como la “Perricholi”. Sin embargo, este virrey no sólo se preocupó por conseguir el amor de esta huanuqueña, sino también hizo varias obras de infraestructura en Lima como la monumental y hermosa Quinta de Presa, construida en el siglo XVIII. Un veradero orgullo de los habitantes del antiguo “Barrio de San Lázaro” (Rímac) y ejemplo claro del sobrio estilo rococó.

La Quinta Presa es una residencia veraniega ubicada en las afueras del casco histórico de Lima. Debe su nombre a que su primera propietaria fue Isabel Carrillo de Albornoz y de la Presa.

“Pero en el Rímac todas las casonas son antiguas” nos replica el taxista ante nuestro única referencia de la Quinta de Presa: un verdadero palacio que ostenta el reconocimiento de ser la única casona de estilo barroco francés (rococó) en el Perú. La historia que guarda ha variado mucho a lo largo de los años. Desde un recinto construido especialmente para la Perricholi durante la colonia hasta una hacienda –inmensa por cierto- con miles de hectáreas que contaba inclusive de esclavos. Durante la República fue el Cuartel de Gendarmes de Infantería, lo que la adornó con cañones.

Con el ánimo de conocer este emblema del Rímac, cruzamos el “Callejón de Presa”, llamado así el pasaje que dirige a la Quinta de Presa hasta el Jr. Chira 344 (Rímac), ubicación de la quinta. Frente a ella, se hallan unas rejas que impiden el acceso externo a la misma, lo que mantiene en resguardo a este vestigio colonial. Situación muy parecida a la Quinta Heeren. Recordemos que esta residencia rimense se encuentra hasta el momento cerrada al público pero si se contacta con el INC [hoy Ministerio de Cultura] o con la Municipalidad del Rímac puede obtener un permiso de ingreso.

La Quinta Presa en un día de verano. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Lo que diferencia a esta magna construcción es su interesante estilo y cautivante arquitectura. Sus anécdotas no han sido ajenas a la historia. Se cuenta que fue un recinto de la amante del virrey Amat, razón por la cual también se conoce a la casona como “Palacio de la Perricholi”. Sin embargo, hay algunas evidencias que responderían a don Martín Arias del Castillo como dueño de estos campos. Este último dato favorece a los que afirman que la Perricholi sólo asistía allí, como invitada a fiestas y recepciones organizadas por el virrey.

Ernesto Ascher en Curiosidades limeñas, en cambio, asegura que la Perricholi “nada tuvo que ver con ella ni tampoco residió en ese lugar”. Añade que “la referida Villa fue construida y perteneció al Coronel del Ejército Don Pedro Carrillo de Albornoz, existiendo la probabilidad que en los planos interviniese el Virrey Amat y es por ello la confusión a que más arriba hacemos mención”.

Sin duda, su esplendor estuvo en la colonia al igual que muchas construcciones de la época ya que al pasar de los años, testigos perpetuos de una Lima tan señorial que difícilmente volverá, la indiferencia de las autoridades y habitantes terminó por olvidarse de la esencia de la Ciudad de los Reyes.

La Quinta de Presa estaba hace unos años en proceso de restauración lo que le devolvió el estilo afrancesado. Actualmente, se ha paralizado el trabajo por lo que nos queda esperar unos años más para que recobre mucho más la belleza y encanto de este monumento histórico nacional desde 1972, ejemplo de las maravillas que ostentaba nuestra gloriosa Lima de antaño.

Cómo llegar:

Es preferible que aborde un taxi (lo puede hacer desde la Plaza Mayor o el Jr. Trujillo). A partir de cualquiera de estos puntos, diríjase al Jr. Chira 344, Rímac. La quinta se ubica muy cerca al Hospital Leguía. Recuerde que tiene que obtener el permiso respectivo de la Municipalidad o el INC [hoy Ministerio de Cultura]. Leer más »