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24/01/13: Apuntes sobre el Callejón del Buque de La Victoria y La Valentina

El Callejón del Buque es un conocido rincón de La Victoria (Cuadra 3 de la Avenida Luna Pizarro), famoso por sus veladas y jaranas criollas. Sus orígenes, estima el arquitecto Antonio Polo y La Borda, se remontan al primer tercio del siglo XX. En ella vivió Valentina Barrionuevo, reina de las peñas criollas (denominada así por su destacada habilidad para el canto y el baile) y esposa de otro gran jaranista limeño, el “Manchao” Arteaga.

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Alicia Maguiña, Carlos Hayre y Valentina Barrionuevo. Foto: Chino Dominguez.

Todo personaje que se reclamara criollo tenía que haber visitado su casa en el Callejón del Buque. Tenía su propia peña ‘La Peña Valentina’ (cuadra 9 de la Av. Iquitos), donde promovió la aparición de nuevos exponentes del canto y baile criollos y afroperuanos.

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Criollos Carlos Hayre, Manuel Acosta Ojeda y Nicomedes Santa Cruz visitaban el Callejón del Buque de La Victoria. Foto: Chino Dominguez.

En su honor se celebra el concurso ‘La Valentina de Oro’ (lo organiza su hija). Cabe resaltar que Nicomedes Santa Cruz era un fiel asistente y participante de las jaranas que se armaban en el Callejón del Buque. También que en el mencionado Callejón habían varias familias afroperuanas, devotos del Señor de los Milagros e hinchas de Alianza Lima. Todavía hay criollos que se reúnen en este lugar.

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Concurso “La Valentina de Oro” (1982). Foto: Chino Dominguez.

Se le llama callejón a aquellos solares de dimensión rectangular, provistos de un corredor central, descubierto y al aire libre. Señala el arquitecto Antonio Polo y La Borda que los callejones son edificaciones de interés social con unidades básicas de vivienda de uno o dos ambientes, generalmente de un sólo nivel o piso y con servicios básicos compartidos.

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Carnavales en el Callejón del Buque de La Victoria, años 50’s. Foto: Pasache Music. Leer más »

11/09/11: La Quinta Virgen del Carmen del Jirón Miro Quesada

En la cuadra diez del Jirón Antonio Miro Quesada -Barrios Altos- encontramos otra quinta limeña de pintoresco aspecto y apacible ambiente. Su interior presenta un patio cuadrado rodeado de casas enladrilladas de rojo y en el centro un farol. En dos esquinas surgen dos entradas cuyas puertas enrejadas están separadas por un pequeño altar en devoción a la Virgen del Carmen. En enero de 1994, por su valiosa colaboración y ardua labor en bien de la vecindad, orden, limpieza y tranquilidad, obtuvo el primer puesto del concurso de Patios Tradicionales del Centro Histórico de Lima, en marco de la semana de Lima por un nuevo aniversario.

La Quinta Virgen del Carmen, ubicada a unas cuadras de la iglesia del mismo nombre. Fotos: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

20/08/11: Un lugar escondido en Lima: el Colegio San Pedro Nolasco

¿Qué misterios existen detrás de la Lima que conocemos? ¿Encierra el Centro de Lima vestigios ocultos de la época colonial? ¿Sabemos toda la historia que nos presenta la Ciudad de los Reyes? Caminando por sus innumerables jirones, calles apretujadas, plazas señoriales, casonas ostentosas y quintas de cuyos callejones han surgido pintorescas anécdotas limeñas, quizás encuentres la respuesta.

La construcción del Colegio San Pedro Nolasco se inició en el siglo XVII. Sin embargo, los terremotos y los diferentes propietarios permitieron que sufra muchas modificaciones. Actualmente sobrevive este arco barroco en un solar de los jirones Cusco y Andahuaylas, en los Barrios Altos de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Las primeras horas de la mañana presencian la férrea actividad comercial del Mercado Central. Vendedores, transeúntes y serenos, en conjunto, inundan el Jirón Cusco y los alrededores del Cercado de Lima. En medio de ellos, como contraolas, caminamos en un ejemplo perfecto de agilidad y destreza. Antonio Polo y David Pino habían recorrido estas calles hace tan solo unas horas, en busca de uno de los testimonios más antiguos de la historia de la capital: la gran portada del Colegio San Pedro de Nolasco (XVII). Con esfuerzo, sudor y lágrimas habían llegado, exhaustos. Era el momento de regresar, conocer el lugar en todo su esplendor, esta vez en persona: observar quizás algunos detalles mantenidos en el olvido, reflejo de una época que se va perdiendo poco a poco.

El Claustro de San Pedro Nolasco en plano del s. XVII. Funcionó como universidad intra claustra de los mercedarios. Ilustración: David Pino para Lima la Única.

Doblamos por Andahuaylas: una hilera de casas de media altura, muchas de ellas convertidas en quintas zigzagueantes, nos reciben en serie. –Por aquí debe ser-, comenta entusiasmado David Segura, con quien me interno en esta expedición. Vecinos conversando en las afueras, cargadores trabajando y agudo el sonido de los comerciantes ofertando sus productos: sigue cotidiano el día. Con cierto sigilo miramos los interiores de los primeros multifamiliares que vemos. Una entrada nos invita, interesante. Sus interiores se abren en dos pasadizos. Vacilamos un segundo. Escogemos el de la derecha. Inquilinos, desconfiados, nos miran intentando mostrar desinterés. Detrás de un pequeño árbol, empieza a dibujarse la figura de una curva que poco a poco, se convierte en un arco. Su color rosado resalta su presencia detrás de la vegetación que amenaza con ocultarla de la vista. Hemos llegado.

Salvo algunos detalles que permiten reconocer el origen mercedario del inmueble -como, por ejemplo, la Virgen de la Merced que se encuentra en la parte superior del retablo de la actual capilla-, hoy día el antiguo Colegio es prácticamente irreconocible. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

09/07/11: Rímac: recorriendo el tradicional Barrio de ‘Abajo el Puente’

La última vez que estuve allí, había recorrido sus calles con mucho sigilo, con cuidado, casi en silencio. Tal vez no en la mejor situación. Quizás sin el debido tiempo. Aquella vez, si bien pude obtener información valiosa -traducida en fotografías y testimonios-, no dispuse de mucho tiempo para el detalle, la mirada paciente o la contemplación fija (y poner aprueba los conocimientos arquitectónicos pertinentes). Aquel día, por azares del destino -o porque ya era un poco tarde-, la calle estaba tomada. Haber continuado el recorrido por los jirones siguientes hubiera significado asumir un riesgo innecesario. El tiempo me depararía una nueva oportunidad para conocer el Rímac que no desaprovecharía.

El Rímac, tradicional barrio limeño, nos enseñó los secretos que ocultan sus calles. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Es una mañana fría, limeña. Unas cuantas personas observan la corriente del río Rímac, que continua, incesante, su tramo por debajo del Puente Trujillo. Los bodegueros de la Alameda Chabuca Granda alistan lo que hoy será otro día de comercio. Son pocas las personas que se ven reunidas a puertas del también llamado ‘Puente de Piedra’, punto de partida de nuestro recorrido al Rímac, un paseo que podría considerar de expedicionario: era, pues, la primera vez que David Pino, David Segura, Wilfredo Ardito, Antonio Poloylaborda –grandes amigos, interesados en la historia y la puesta en valor de Lima- y yo ‘asaltábamos’ las calles del Rímac con nuestras cámaras y nuestro peculiar caminar –similar al de un grupo de turistas japoneses en Lima, sin embargo, había que disimularlo y parecer lo más estoico posible-, con el único fin de conocer y difundir el valor histórico y patrimonial del distrito del Rímac, la imponente y vistosa arquitectura de las casonas y el quehacer cotidiano de los rimenses.

Una de las casonas que más nos trajo la atención. Sin embargo, existe poca información sobre la misma. Foto: Marco Gamarra Galindo.

La avenida Loreto fue testigo de nuestro ingreso al Rímac, la primera calle que recorrimos a nuestras anchas, luego de haber esquivado buses de todas las líneas imaginables y las miradas de sus somnolientos pasajeros. Para ese entonces las primeras construcciones coloniales y republicanas empezaban a sobresalir en el paisaje urbano: quintas y casonas de quincha y abobe, pintorescas –con refinado estilo arquitectónico- pero también cochambrosas y decadentes, surgían en ambos extremos del pavimento. Aprovechábamos los breves instantes que teníamos para poder fotografiar el momento, la serie de balcones de cajón que observábamos mientras caminábamos, las tradicionales calles del Rímac. Caminábamos ahora por la avenida Chiclayo.

Jirón Chiclayo a la vista. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Fue en esta última calle donde apreciamos una de las casonas más documentadas y antiguas de la capital. Como bien diría Antonio Poloylaborda: Si bien Lima no ha sufrido ni tifones ni huracanes devastadores a lo largo de su historia, sí ha sufrido el implacable dolor de la indiferencia y el olvido. David Segura dijo sobre la misma edificación: “y pensar que esta vivienda es una de la más antiguas de Lima. Su construcción está fechada en el siglo XVI. Aunque quizás en apariencia no sea la misma de ese entonces, algo de esa fecha debe perdurar hasta el día de hoy. El balcón es republicano, pero crea una composición simpática con la fachada asimétrica y la ventana repisa del primer piso“.

Antigua casona del Jirón Chiclayo y tema de nuestros comentarios. Foto: Antonio Poloylaborda.

Al doblar hacia la Avenida Marañón, no pudimos dejar de sorprendernos por el increíble número de zaguanes de aires coloniales –muchos de ellos ahora convertidos en pujantes comercios-, que merecen la mejora de sus condiciones y servicios por el bien de los inquilinos y del propio inmueble. El Rímac, a la vuelta de la esquina, nos deleitaba en cada calle, jirón o esquina (con el apoyo de alguna simpática señora que nos invitaba a caminar en los interiores de su residencia centenaria). Observábamos, asombrados y con detenimiento, los grabados artísticos en el techo, los arcos o los detalles de algún ventanal.

Una mimosa vecina del Rímac nos da la bienvenida a su quinta. Foto: Marco Gamarra Galindo.

-No, no somos de la Municipalidad- respondimos ante la interrogante de un vecino, al vernos ingresar a los interiores de una hermosa casona, cuyo portón de entrada estaba abierto –una de los metas consiste, pues, en ingresar a estas grandes casonas y poder conversar con los habitantes de la misma-. ¿Qué pasará con la Municipalidad del Rímac, en especial, por estos lares? Maravillados con esta casona en particular, de la cual lastimosamente no pudimos obtener mayor información, y luego de haber tomado las respectivas fotos para el recuerdo, partimos a la avenida Lambayeque, no sin antes conocer la Quinta Virgen del Carmen –que indica, en una de sus cuatro entradas de ingreso, en peculiares letras, el nombre de la quinta-. Estábamos ante uno de los inmuebles multifamiliares más tradicionales del Rímac –que junto al ‘Sagrado Corazón’, ‘Señor de la Justicia’ y la misma ‘Presa’- constituyen los sitios donde han surgido más de una anécdota curiosa y de donde se han criado más de un conocido deportista, político o cantante. Por ser valor fundamental de la identidad rimense, la quinta recibe el cariño incondicional de sus fieles hogareños y de sus generaciones de moradores; de todos de los habitantes de este barrio.

Quinta Virgen del Carmen, ubicada en el Rímac, es una de las más tradicionales de este sector del Centro de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Dejamos atrás, en cada paso, en cada mirada al zaguán de una gran casona, en el profundo diálogo sobre temas de arquitectura e historia –en el amable trato de los vecinos-, en la aspiración de un sueño, todo temor natural de explorar barrios desconocidos. Quizás hasta nos hubiéramos animado a dar unos movimientos al son de una música: Néctar no está en el cielo y suena a todo volumen en una radio de los alrededores de la Plaza de Acho.

Caminando por las calles históricas y bohemias del Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

De pronto, al parecer la zona más solitaria del Rímac, nos dio la bienvenida. En la Avenida Cajamarca solo se respiraba silencio, la nostalgia de una época añorada y pudiente, que si bien nosotros no la vivimos, la pudimos presentir, latentes por siempre en la pasividad de las últimas calles del Centro Histórico de Lima. Atraída quizás por el entorno surgido, nuestra efusividad se vio reducida al zigzagueante paso de nuestros pies. Avanzando y viendo los interiores de las quintas contemporáneas formamos parte de esa vida en secreto, y asimismo, dura, impenetrable, hasta que una señora nos alertó del riesgo que corríamos. -Tengan cuidado, jóvenes, por aquí hay mucha delincuencia- logró decir, preocupada. Quizás fue una advertencia que también nos presentó el ambiente en que nos hallábamos: pocos vehículos y poco tránsito peatonal, sumado al gran número de casas cuyas puertas de ingreso permanecían clausuradas con concreto enladrillado, quien sabe hasta por cuántos años. Calles desiertas hay soledad.

Son muchas las casonas que hoy se ven en estado ruinoso y decadente. La indiferencia de las autoridades juega a favor de ello. Foto: Marco Gamarra Galindo.

La iglesia San Lorenzo, ubicada en el cruce de Pataz y Libertad, se convertiría en un punto que acabaría con ese estado, dudoso. Con su intenso color rojo, ostentosa de un peculiar espacio esquinero y de unos relucientes interiores que nos deslumbraron, San Lorenzo nos cautivó. Sin duda un sector más que debe formar parte de los principales atractivos turísticos del Rímac, así como muchas de las casonas que, por haber brindado a la capital un tipo identidad e imagen diferente al de otras ciudades del mundo, merecen darse a conocer pues son la ciudad en su esencia misma.

Entre los atractivos de la iglesia San Lorenzo están sus dos torreones. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Seguimos por Libertad, y si bien no nos jugábamos la libertad, sí quizás la integridad. Una serie de pintorescas casas en hilera, de un solo piso y una puerta rústica de madera en cada una -el color era la única diferencia entre ellas- era el entorno que prevalecía en la calle hasta la Plaza de Toros de Acho. Inseparable, a su derecha, el mirador Ingunza. Unas rejas nos separaban de esa historia de Lima. El cielo gris, de invierno, brindaba a la ciudad una vista más entristecida, desolada.

Viviendas rimenses de peculiar aspecto en el Jirón Libertad. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

22/06/11: Los Barrios Altos de Lima en faceta nocturna

Los Barrios Altos de Lima a la luz de la luna. Hemos caminado muchas veces por los pintorescos Barrios Altos pero casi nunca teniendo como guía el reflector de los faroles coloniales ni las pocas estrellas que iluminan el cielo limeño. Si bien ‘se nos hace la noche’ cuando nos quedamos, imprudentemente, en horas que no son tempranas, ahora comprendemos que es la misma noche la que nos acompaña -y no la que nos obliga a retirarnos, con el presagio de sufrir algun inconveniente-. La noche nos brinda otra perspectiva de ciudad, nos cuida y nos permite apreciar, en cierto punto, cómo el Centro de Lima vivía sin luz, en la época de ocupación española.

Aún no he tenido la suerte de hacer este ‘tour’, pero tengan la certeza que algun día lo podré hacer: caminar por los históricos Barrios Altos de noche, quizás a la hora en que podría cruzarme con el diablo de la Piedra Horadada o con algun ánima que reunida en alguna plaza centenaria, empieza su procesión perpetua por callejuelas y jirones angostos. Comparto con ustedes las interesantes fotos del forista sotlab, en Skyscrapercity, las que se contrastarán con algunas fotos mías tomadas en horas tempranas.

Contrastes día y noche en los Barrios Altos.

La iglesia Virgen del Carmen de día. Foto: Marco Gamarra Galindo.

La iglesia Virgen del Carmen de noche. Foto: Sotlab.

Plazuela Buenos Aires de día. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Plazuela Buenos Aires de noche. Foto: Sotlab.

Plazuela de la Iglesia San Camilo o Buena Muerte de día. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Plazuela de la Iglesia San Camilo o Buena Muerte de noche. Foto: Sotlab.

Más fotos nocturnas de los Barrios Altos
Cortesías de forista Sotlab.

Pileta de la Plaza del Cercado, Barrios Altos. Foto: Sotlab.

Casona contemporánea del Jr. Paruro, Barrios Altos.

Peculiar construcción en el Jr. Huanta, Barrios Altos. Leer más »