Acabas de subir a la custer donde yo estoy, te veo y tú no me ves; ni siquiera te percatas de que te miro. Observo tu rostro, tu hermoso rostro y quisiera decirte algo, pero tu no te distraes de tu canto, simplemente abres tu boquita para cantar sin gusto. Tu canto es monótono. Es de noche y nadie te escucha, son tan breves los momentos que pasé mirándote. Tus ojitos marrones con esas hermosas pestañas tuyas me hacen llorar. Son las 10.30pm y tu estás despierto, tu criaturita, que debería estar dormida, pensando en las clases del colegio de mañana, habiendo cenado la sopita de choclo y tomado la leche. Tú, que deberías preocuparte sólo por estudiar, estás parado, cantando una canción desconocida, ni siquiera cantas porque amas cantar… nadie te escucha, nadie te ve. ¿Cuántos años debes tener? ¿Seis, siete, ocho? Dime angelito lindo, qué haces hasta estas horas despierto? Veo tu vulnerabilidad y tu inocencia y quisiera abrazarte y no puedo, porque sé que si lo hago, tú creerás que todas las personas son así, y no, en este mundo uno no puede ser ingenuo. No todos se acercarán a ti con nobles intenciones, y ahora nuestros corazones están tan sanforizados que ni si quiera nos percatamos de lo que significa tenerte cantando a las 10.30pm en una custer llena de gente con una radio a todo volumen.
Hoy vi el rostro de la pobreza… no fueron aquellas cifras tan vacías que me dicen que en el Perú hay 54% de pobres… NO BENDITA SEA! LA POBREZA TIENE EL ROSTRO DE UN NIÑO DE SIETE AÑOS, QUE DEBERÍA ESTAR DURMIENDO Y CUYA ÚNICA PREOCUPACIÓN DEBERÍA SER ESTUDIAR, Y JUGAR FUTBOL…Y NO ESTAR CANTANDO A LAS 11 DE LA NOCHE EN LA CUSTER DE LA RUTA UNIVERSITARIA, JAVIER PRADO SIN QUE NADIE LE HAGA CASO. Y yo que tantas veces había visto niños subir con caramelos y cantar, yo que tantas veces di moneditas sin percatarme de lo que hacía, ahora te estaba viendo a los ojos, esos ojitos marrones, con esas mejillas curtidas por el frío y quería abrazarte y decirte ¿qué haces despierto hasta estas horas? Pero no podía hacerlo… te fuiste tan rápido y me pregunto cómo estará tu corazón, cómo sonreirás, cómo harás para ir a casa. Pensé que no debería ser yo quien te diera cobijo, sino que debería ser tu mamita, aquel ser que te protegió por nueve meses. Me sentí tan impotente de no poder hacer nada por ayudarte, sino darte dos pequeñas mandarinas. Y pensé también que hay personas malvadas que te explotan y todas esa moneditas que juntas van para esos malos seres humanos. ERES TAN SÓLO UN NIÑO… y yo que casi te triplico la edad, estoy yendo a mi casa, donde me esperan mis padres, una cena, una cama con techo y abrigo… y tu? Dónde quedas? ¿qué vas a hacer mañana?¿acaso irás al colegio?¿tomarás desayuno? Desde que estoy en la universidad viajando siempre en la Daewoo o en las custers de Javier Prado, vi muchos niños subir, pero tú has tocado mi alma. Subiste en el paradero de la puerta principal y bajaste en plaza San Miguel en una fría noche nebulosa. Sé que no serás el último pequeñito que vea en esa situación y me siento tan pero tan impotente de no poder hacer nada, salvo dar paliativos momentáneos. ¿Cómo recordarás tu niñez? Principito, no sé tu nombre, ni si quiera me miraste, pero tu rostro quedará grabado en mi corazón. La pobreza no es una estadística vacía… tiene el rostro de un niño suplicando el derecho de vivir una niñez digna, la pobreza tiene rostro, y tiene nombre, son seres humanos con dignidad, con el derecho de realizarse como personas. Nuestros corazones se han sanforizado tanto, que ya ni si quiera nos sorprende verlos subir a la combi. ¿Cuándo despertaremos?