Es digno de perpetuar lo que una vez mi amigo Power Team me contó hace ya muchos años; por esas épocas no pude creer lo hiperbólica de la situación, y sencillamente se me ocurrió sonreirme de la forma de salir de su apuro. Sin embargo, no puedo dejar de reirme de nuevo al recordar lo reiterativo de las cosas. Esta es su historia en primera persona.
Y Cindy y yo estábamos en una reunión, recién habíamos llegado. Vino Bola 8 a saludarnos…
– Percy, ella es Karla, digo Cindy mi enamorada
– Hola, mucho gusto, Karla- El gordo la había fregado!
Por la /&#$%#%/ dije Karla en vez de Cindy, aduciendo a la anterior chica que me gustaba antes de estar con mi enamorada… y todo rojo, la miré y le dije recordando la nota metafísica de Hegel, Cindy, negrita linda… es que amor, yo amo la concepción de tu ser, te amo como una entidad conceptual, como un ser metafísico, casi trascendente a todo lo humanamente objetivo y pragmático, donde el nombre es lo de menos y la escencia es lo primordial. Donde las formas son simplemente formas que redundan en lo mundano de lo inmediato. ¿Qué es un nombre? ¿Cómo puedo describir con un sólo nombre la multiplicidad de facetas que tienes que hacen que me derrita por ti? ¿Cómo el mar puede ser contenido en un vaso? ¿Cómo expresar el universo en una fórmula? ¿Cómo puedo concebir lo infinito y eterno en un pensamiento? Negra, negrita, el nombre es lo de menos… no es que te haya confundido, simplemente es algo que no tiene que ver con nombres. Y cuando nos enamoramos, todos buscamos una parte de nosotros faltante en la persona amada, por eso al pensar en esa persona siempre nos ponemos en mayor o en menor medida tristes y en un contexto así, el nombre es lo de menos. Te quiero en el concepto más abstracto y hegeliano que puedes concebir, donde tu y yo vamos intercambiandónos el una al otro, donde el yo y el objeto se funden y nos proyectamos en el uno y en el otro y establecemos juntos la conciencia del yo…. y en un pensamiento metafísico tan trascendente, te importa el nombre?
Y la negrita linda me respondió – I-M-B-É-C-I-L!–
Y ahí me di cuenta de que mi enamorada de filosofía sabía un poroto. Leer más