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Una dulce canción de cuna: ‘Duerme negrito’

Cuando era una nena, mi mamá solía acompañarme para dormir. Añoro esos momentos con gran ternura y cuando los recuerdo, me lleno de alegría y nostalgia. Una nostalgia sublime y llena de paz.

Me encantaba escuchar su hermosa voz materna cantarme al oido y era uno de los momentos más agradables de mi niñez. No sólo me cantaba cuando debía dormir, sino también cuando estaba triste y lloraba porque no podía dormir. Mi mamá me llenaba de caricias y de besos mientras entonaba unas canciones que a la vez me llenaban de preguntas.

De pronto estaba en mi cama, en sus tiernos brazos, mientras me consolaba y secaba mis lágrimas porque no podía dormir… shhhh, ya vas a dormir, y ni cuenta te darás… poco a poco, tranquila…

Duerme duerme negrito
Que tu mama ‘ta en el campo negrito
Duerme duerme mobila
Que tu mama ‘ta en el campo mobila

Mamá, ¿porque la mamá del negrito se tenía que separar de él? ¿Es que acaso no quería al negrito? ¿él tampoco se podía dormir igual que yo? Yo tampoco me puedo dormir cuando estás lejos de mi. Te extraño demasiado y me parece tan raro cuando me dejas. ¿La mamá del negrito también lo dejaba verdad? ¿y se ponía triste cuando lo dejaba? Me da tanta pena cuando una mamita deja a su hijito chiquitito… ¿Es que la mamá del negrito tenía que dejarlo para ir a trabajar?¿No tenían para comer verdad? Por eso la mamá lo tenía que dejar para ir a traerle comida al negrito.

Te va trae’ codornices para ti
Te va trae’ rica fruta para ti
Te va trae’ carne de cerdo para ti
Te va trae’ muchas cosas para ti
Y si negro no se duerme
Viene el diablo blanco y zas! …
Le come la patita chicapumba
Chicapumba apumba chicapum ..

Me gustan las ricas frutas, yo también quiero esas frutas. Pero no me gusta la carne de cerdo… y ¿quién es el diablo blanco? No me gusta ese diablo porque le va a comer la patita al negrito, pobrecito. ¿Quién lo va a defender de ese diablo blanco si su mamita no está con él? Y si yo no me duermo, aparecerá ese diablo blanco? ¿y por qué el diablo es blanco? Yo siempre creí que los diablos eran rojos y los angelitos eran blancos… no lo entiendo.

Duerme duerme negrito
Que tu mama ‘ta en el campo negrito

Trabajando
Trabajando duramente
Trabajando si
Trabajando y va de luto
Trabajando si
Trabajando y no le pagan
Trabajando si
Trabajando y va tosiendo
Trabajando si

Por lo general nunca llegaba a mantenerme despierta para escuchar la parte que dice “trabajando y no le pagan”. Las pocas veces que escuchaba esa parte, mi cabecita de niña de nuevo se llenaba de dudas y de preguntas… ¿por qué no le pagarían a la mamá del negrito si pasa todo el día lejos de su hijito para conseguirle alimentos? Me imaginaba entonces a mi mamá haciendo eso, alejándose de mí para conseguirme codornices, fruta fresca, carne de cerdo y muchas cosas; y que de pronto no pueda traerme nada de eso, porque no le pagan. No lo entiendo!

Pa’l negrito chiquitito
Pa’l negrito si

Trabajando si
Trabajando si

Duerme duerme negrito
Que tu mama ‘ta en el campo negrito

Negrito … Negrito …

Hoy encuentro muchos significados sublimes y tristes, profundos e injustos, dulces y a la vez amargos.Todo ello se encuentra en la canción de cuna del Negrito. La canción está tatuada en mi alma, los ojitos añorantes del negrito, la tos de la mamá, el diablo blanco y la patita chicapumba chicapumba apumba chicapum!

Estuve escuchando una sublime versión a cargo de un mártir: Víctor Jara. Su interpretación es dulce con una voz llena de ternura y también de dolor. En este caso el chicapumba es yacapumba yacapumba apumba apumba! Colocar su interpretación aquí, también significa expresar mi incomprensión y mi dolor por la tortura que Víctor Jara sufrió antes de morir.

La otra versión que me encanta hasta el punto de sentir la dulzura de la letra, es la interpretación de Mercedes Sosa. Dulce!

Finalmente, Atahualpa Yupanqui cuenta los orígenes de esta canción popular de cuna. Himno de mi niñez, himno de denuncia y también de protesta.

Hoy también veo a mi Esperancita y le digo: Mamá, no puedo creer que me hayas criado con canciones de protesta para dormir, ¿te imaginas las implicancias psicoanalíticas que ello trae consigo? Y río por dentro y por fuera… Ayayay! No puedo evitar sonreirle y llenarla de besos nuevamente… mi mamá fue una verdadera mujer luchadora que me cantaba canciones de protesta como canciones de cuna. Y las consecuencias las ando viviendo en carne propia últimamente… ¿Qué mamá no es una mujer luchadora, perseverante y aguerrida por sus hijos?

Mamá, hoy no me quiero dormir con esa canción, hoy me quiero despertar con ella. Hoy quiero despertar.
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César, Soy! Y no me importa si no lo parezco…

Reflexiones de la mujer del César sobre el ser y el parecer en el contexto de los refranes

Creo que muchas veces las personas toman los refranes a la ligera y hacerlo conlleva a consecuencias muy peligrosas ya que dichos refranes pueden ser inconcientemente aceptados como verdades absolutas, como justificación a determinadas perspectivas sobre una realidad, como recurso para explicar superficialmente de una manera realmente escandalosa una situación que amerita un gran esfuerzo de reflexión.

Los refranes, conjuntos de versos armoniosos al oido; frases recurrentemente escuchadas y mencionadas; oraciones popularmente tradicionales, son frecuentemente aceptados como ansiosas salidas para explicar una circunstancia compleja de la realidad. Sin embargo yo digo que no podemos aceptar un refrán como un referente verdadero, per se, para explicar, justificar y finalmente simplificar, una realidad.

“La mujer del César no sólo debe ser la mujer del César, sino también parecerlo”

¿Es que acaso no sólo basta el hecho de “ser” para también “parecer”?

¿Qué implicancias trae consigo cambiar “la mujer del César” por “el César”?

¿Transmitiría el mismo mensaje decir “El César no sólo debe ser el César, sino también parecerlo”?

¿Por qué el refrán hace referencia “a la mujer del César” y no al César?

¿Existe acaso la posibilidad de “ser” y “no parecer”?

¿Quién en, su sano juicio, se ocuparía y preocuparía de parecer algo que no es?

¿Por qué yo me esforzaría en parecer algo que no soy?

El concepto de “ser” es motivo y ocasión de reflexión de muchas ramas de estudio como la filosofía, la lingüística, la psicología, la antropología, etc.

Según el estudio de Benveniste [1]; que habla sobre el significado de “ser” como verbo por su propio derecho, y no como cópula; en las lenguas indoeuropeas “ser” se expresa con la raíz “es“, que significa “existir, encontrarse con la realidad”.

Existencia y realidad se definen como “lo auténtico, consistente, verdadero.”

“Ser” en su raíz etimológica significa más que una afirmación entre sujeto y atributo, también es más que un término meramente descriptivo de un fenómeno. Denota la realidad de la existencia, lo que es o quien es; afirma autenticidad y la verdad (de él, de ella, de ello).

Al afirmar que alguien o algo es, nos referimos a la esencia de la persona o de la cosa y no meramente a su apariencia.

Si yo soy la mujer del César, ¿debería acaso preocuparme de parecerlo? ¿La complejidad y profundidad de “ser“, no implicaría necesariamente que “parezca“?

Ser”, de por sí, implica varios conceptos filosóficamente complejos, reflexionados desde los presocráticos hasta la filosofía moderna. Y uno de sus puntos críticos es la reflexión y análisis en torno al concepto del proceso, actividad y movimiento como elemento del ser.

También quisiera llevar esta reflexión del ser y parecer a un nivel más íntimamente personal y rozar a pincelazo fino el tema del conocimiento a sí mismo y del “qué dicen ellos que soy yo?

No eres los que tus amigos dicen que eres, tampoco eres lo que tus enemigos dicen que eres; eres… err…. ¿quién eres?

“Si crees ser lo que tus amigos y enemigos dicen que eres, evidentemente no te conoces a ti mismo”[2]

¿Sería esta la respuesta de la mujer del César luego de escuchar el refrán que motiva mi reflexión?

Desde mi enfoque un tanto simplificador; la idea de “ser”, implica cambio, devenir, transformación. El desarrollo, lo impermanente, lo mutable son conceptos inherentes al proceso vital.

El hecho de que la mujer del César esté abierta a la posibilidad de preguntarse, junto con los otros sobre la naturaleza del “ser y la razón de la mujer del César”, es una afirmación categórica de su ser; y que irónicamente, podría ser vista, por una reacción simplista y superficialmente, como la negación de su ser.

Y si el César estuviera en una sociedad budista zen y su mujer le preguntara ¿qué dicen ellos que soy yo?, entonces, ¿qué le respondería el César?

¿Podría la mujer del César ser fiel a sí misma, coherente y valiente para decirles a ellos que no le importa realmente lo que digan que ella es, si ella sabe qué es? ¿Se atrevería a hacerlo en una sociedad como la nuestra? ¿Estaría hablando con seres humanos que ven más allá de los superficial y con profundidad de reflexión? Y si ese no fuera el caso, ¿cuál sería el precio que pagaría la mujer del César? ¿La exclusión, la discriminación, la indiferencia?

César, soy! Y francamente, me importa un pepino lo que digan...

[1] FROMM, Erich. Una primera ojeada, en: ¿Tener o Ser? Madrid, FCE, 1976. pp40
[2] DE MELLO, Anthony. La Oración de la Rana Leer más »