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Ese país chiquito llamado Lima

¿Cómo ves a tu Perú? ¿Cómo lo sientes y lo reflexionas? ¿Siquiera lo has pensado?

Jorge Basadre veía al país como un “problema y posibilidad”: nos habla también del Perú “legal u oficial” y también de un Perú “profundo”.
Juan Croniqueur o José Carlos Mariátegui, nos dice que la “unidad peruana está aún por hacerse”, es decir, que estamos en proceso de formarnos.

Estamos inacabados, adolescentes aún. “País adolescente” como diría Luis Alberto Sánchez. José María Arguedas decía que estábamos impacientes por ser y por realizarnos. Y también tenemos el pensamiento triste y desesperanzador de los que no pudieron expresarse…

¿Cómo es que pensamos el país? ¿Cómo nos vemos entre nosotros mismos? ¿Cómo percibimos nuestras diferencias culturales, sociales y lingüísticas?
¿Vivimos en el mundo de Hola Yola, con un pensamiento burbujita?

El día de hoy hablé con Facundo y le pregunté sobre sus vivencias y lo que sintió pasar de hablar quechua, su lengua materna, a hablar el castellano; cuandó aún era un niño. Facundo nació en San Lorenzo y se crió en el distrito de Ccochirihuay (si intentas buscar ese nombre en wikipedia, te ahorro el trabajo, aún no se encuentra ahí); que se podría denominar un centro poblado con apenas 50 familias. A los 12 años tuvo que viajar a “la capital”, en el Cusco mismo para continuar sus estudios secundarios conforme a la visión que tenían sus padres donde “se debe aspirar a más”; según esa visión, esto quiere decir que Facundo debía ir a la capital para buscar una mejor educación y labrarse un futuro mejor. A continuación, relato en primera persona su experiencia y sus vivencias.

“Cuando me preguntas por qué no les enseñé a hablar quechua a mis hijos tengo que hacer necesariamente referencia al entorno en el que vivimos. ¿En qué momento hablarían quechua aquí en Lima? Pareciera que he roto con mis raíces, mis costumbres y mi pueblo, verdad? Pero yo quería que mis hijos tuvieran otra perspectiva de la vida, del mundo occidental. Si les hubiera hablado en quechua probablemente hubieran sentido mayor identificación con sus raíces y su cultura; pero eso no es lo que exige este mundo de competitividad agresiva y esta sociedad de consumo enraizado.

Yo reniego con aquellos políticos que no conocen el Perú, que viven sedientos de poder y que ni siquiera reflexionan del profundo choque cultural que es tratar de aprender otra lengua; la exigencia de tener que expresarte en castellano y tener aún tu mote; y ser muchas veces objeto de burlas, precisamente por tu mote.

La transición que pasé al cambiar mi quechua por castellano fue muy difícil y es complejo de explicar. Había agresión de por medio y siempre podías ser blanco de burla por el mote que tenía aún. Es lamentable ser objeto de burla a raíz de tu lengua y de tu forma de hablar… y yo digo ahora, ¿Por qué nosotros tenemos que someternos al español? ¿Por qué tenemos que someternos a un país chiquito llamado Lima? Con personas que nisiquiera conocen la realidad del Perú profundo, que no conocen la sierra, ni la selva. Que nos dan leyes extrañas a nuestra cultura, idiosincracia y realidad… gente que no conoce nada (y yo agrego: gente que vive en la burbujita).

Así estoy yo, y así me siento, como Arguedas. Que no era de esta cultura, pero tampoco de la otra. Que cuando le declara su amor a la chola Juanacha, ella lo chotea por ser misti y ser blanquiñoso “porque un blanquito nunca se casa con una chola”. Que cuando baja a la capital, tampoco es aceptado por ellos, porque él cantaba su huaynito, tocaba su charango, hablaba su quechua… Ahí es donde viene la búsqueda inacabada de tus raíces, donde nace tu palta existencial. Es una situación muy difícil de entender para los de la costa, para los limeñitos.

A nosotros n-a-d-a nos une con Lima. La verdad, yo no sé por qué tenemos un país con una capital llamada Lima… Yo fui de frente del quechua al castellano. Y no tuve la oportunidad de pasar por ese estado escolar, llamado transición, para los niños quechuahablantes que deben aprender castellano. Y recuerdo que era muy duro y terrible porque no podía transmitir mi manera de pensar y ni siquiera podía expresarme, y si lo hacía, me expresaba mal y me forzaban a hablar como ellos… eran épocas muy difíciles, era secundaria.

Cuando me hablas sobre discriminación lingüística es difícil no hacer referencia a eso que se llama “complejo de perdedores” o “visión de los vencidos”. Es decir, que seguimos pensando que el extranjero siempre va a seguir siendo mejor que nosotros; inclusive queremos imitarlo y hablar como él…. y cuando él habla mal y con su dejo gringo, acaso lo criticamos? Y cuando un quechuahablante habla mal el español, acaso no se burlan de él?

Cómo es un serrano que habla mal el castellano? Acaso no es aún objeto de burla y de crítica? Es dramático… eso de hablar el español, no sé… Por qué no simplemente hablamos quechua y luego inglés?, ya para darles el gusto con esto de la globalización y eso de aldea global. Por qué nos han impuesto el castellano?

Y por eso no les enseñé quechua a mis hijos, porque no quería que pasaran por lo que yo pasé… ¿Qué hacemos la mayoría de nosotros, los serranos, que hemos llegado a la capital y que nos hemos abierto oportunidades? ¿Qué podemos esperar para nuestras familias frente a un mundo que no valora al otro y que no respeta su idiosincracia?

El país es demasiado complejo, con muchas lenguas y dialectos, con muchas costumbres distintas, con otras culturas y la verdad, la verdad, me parece que esa complejidad es muchas veces orígen de discriminación entre nosotros mismos. Aquí no tenemos una identidad, cada uno tiene una idiosincracia, sus particularidades. Pero por otro lado, también tienes que mirar al mundo de afuera, porque sino, estas jodido.”

Quisiera también hacer mención a la experiencia de Esperancita en sus épocas universitarias, cuando me contó una desagradable vivencia sobre discriminación lingüística. Había un respetable profesor de filosofía, con el dejo o mote de una persona cuya lengua materna es el quechua. Y recuerda también con disgusto a aquellas alumnas, esas chicas, “las pituquitas” que se burlaban de él a propósito, ya que sabían que el 6 lo pronunciaba como “seise” y precisamente le preguntaban la hora reiteradamente cuando sabían que había un seis de por medio. Y se reían y reían de su manera de hablar.

Compartí esta experiencia con mis amigas de sociología el día de ayer… Y mi amiga Mily me comentó muy triste que aún, en estos tiempos post Comisión de la Verdad, el grupo de los “gringous pituquitos” de su T (los que han pasado por EEGGLL entienden) seguían burlándose de la forma de hablar del mismo profesor de filosofía casi 30 años después.

Y seguimos hablando sobre los libros de enseñanza para los niños que utilizan en la sierra, los cuales no se adaptan ni a la realidad ni al entorno de ellos. Como el ejemplo que Mily me mencionó:

– ¿Qué es eso?
– Es un water.
– ¿Y el mar es así como la figurita
?

Es increíble enseñar a leer con libros que no se adaptan al entorno de los niños por ejemplo de la sierra. Con tantos recursos a su alrededor que se podrían utilizar para que ese pequeño capte más las cosas, el niño podría aprender mejor.

Somos un país con grandes desencuentros y desigualdades, distantes y distintos también. Somos pueblos con distintas lenguas maternas, diferente color de piel, costumbres, arte y cultura. Es lamentable seguir viviendo en la burbujita, no salir del cascarón y no comprender que en las diferencias está la riqueza. Y que el ser humano, siempre será fin y nunca medio (Gracias de nuevo Alberto Simons).

Agradecimientos especiales a los que sirvieron de inspiración para hacer este post. En primer lugar a Tavito, con su discurso sobre “Qué implica vivir en un país pobre y cómo se ubica la Universidad en ese contexto”
A jkusunoki por haberme planteado el tema. A Dianita y a Mily por escucharme y por haberme permitido escucharlas hablar sobre lingüística y sociología. Y a Geraldo, mi oroino linguista amigo :O)

¿Te gustaría leer más sobre el tema? Puedes leer la investigación de Jorge Ivan Perez y a continuación el video, que fue parte de su estudio:

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