“Estas dos cosas matan el alma: la desesperación y la falsa esperanza”, dice s. Agustín. También vale esto para la comunicación: una falsa esperanza de comunicarse absorbiendo de cualquier manera al otro y haciéndolo completamente homogéneo consigo mismo, lleva, hasta cierto punto, a desesperar de lograr comunicarse en forma auténtica. Así (…) nace la desconfianza y el encerramiento, allí donde existía la alianza y la confianza.
Carlo María Martini en Effatá “Ábrete”
Mea culpa, mea culpa, mea culpa…
Escuché la frase, de labios de nuestra Defensora del Pueblo, Dra. Beatriz Merino en la entrevista en Cuarto Poder.