Hace una semana fui a ver una de las obras teatrales más bonitas que en mi corta experiencia como asistente a puestas en escena he podido apreciar. Estoy hablando de Cita a ciegas, dirigida por Francisco Lombardi y protagonizada por un Borgesísisimo Carlos Gassols. Una de las ideas que quedó suspendida en mi inconsciente fue el “amor inevitable”, la duda plasmada por los artistas que preguntaba hasta qué momento el ser humano podía elegir, si bien tenemos la libre potestad de tomar la decisión, en qué momento termina esta facultad y con ella nuestro libre albedrío. Es decir, en qué punto ya no podemos (o realmente no queremos) elegir por dónde hemos de transitar en esta senda maravillosa de la vida. Claro que todas las dudas e inquietudes giraban en torno al amor, la pasión, “el amor ignorado que, señora mía, siempre nos cobra cuentas…” Pero en mí quedó plasmada esa reflexión, en qué momento termina nuestro libre albedrío?
Y esta semana, en uno de los más intensos días que me tocó vivir, me puse a contrastar con la realidad dicha reflexión.
No me considero una persona perfecta, tengo miles de defectos y muchos errores que varias veces me han jugado crisis en cuanto a disonancias cognoscitivas. Creo que como yo, muchos estudiantes universitarios tienen que pasar, o han pasado por situaciones parecidas. No mencionaré el curso, pero es cosa de toda la vida: los trabajos grupales, individuales que pesan harto en la nota final del curso. “Puxa, yo trabajo, yo estudio, a las justas tengo tiempo para vivir, encima estoy con el inglés o estoy participando en un EQUIPU o en la organización del CONEII, etc, etc, etc”… les suena conocido? Claro, la mayoría de nosotros está practicando, también está estudiando, y siempre hay raros especimenes que están estudiando inglés, o artes u otra cosa, o para colocarle la cerecita al pastel, están practicando profesionalmente un deporte… Sin embargo, esta es una de las tantas excusas que esa vocecita macabra nos mencionará en aquellos momentos de crisis, de duda que ya mencionaré.
Y como podrán ver, con un estilo de vida así (si a eso se le puede llamar estilo), pues no esperes que tengas una participación descollante en tus calificaciones, puede haber por ahí un 19 o un 15 o un 10 snif (y si es en un parcial… mis condolencias snif), etc. Y de pronto, aparece tu profe: “Bueno chicos, habrá un trabajo en el curso, que valdrá por 4 prácticas, es en grupos de cuatro o de cinco y el plazo de entrega es la próxima semana” Con eso te catapultó: Un solo trabajo que vale por cuatro prácticas, un solo trabajo que vale cuatro de esas noches de amanecida, un solo trabajo que te puede subir el promedio hasta los cielos, un solo trabajo que te puede bajar hasta irte por un 14 al final… un solo trabajo que te pondrá a prueba.
Es vox pópuli que muchos lo mandan a hacer, es vox populi también que siempre, te faltará el tiempo para terminarlo. Si claro, con qué tiempo lo voy a hacer? Y si sale mal? Pues no, ya pues, cuanto es la cuota, quién consigue al que lo haga, que? Es tu amigo? Oye, pero dile una rebaja pues… Y es en este momento donde aparece la macabra contra la gritona (felizmente, gracias porque gritas dentro de mí, conciencia mía, porque todavía gritas y yo todavía te escucho). Había una tristeza profunda en mí durante lo largo de esa semana, qué tenía, no lo descubría… Fue durante una visita a la Capilla que me dí cuenta. Mama mía!!!! Ese bendito curso! Y en la soledad de mi vida tuve que enfrentarme conmigo misma: la guerra entre la macabra y la gritona. Ganó la gritona, claro que fue muy difícil. Una decisión como esas acarrea consecuencias muy duras. ¿Cómo manifestar mi decisión a mis amigas, aquellas amigas a quienes tanto quiero? La pavada… por qué no tuve los cojones de decir en el preciso momento, puxa chicas, saben, tengo no sé qué, que no puedo. Pero oye? Inclusive hasta los más chancones lo hacen, quien no lo hace? Ponte a pensar, vale por cuatro prácticas, y tu no has dado tan bien el parcial, mira, no sé, piensalo… y aquí es donde aparece esa macabra, que es la que siempre aparece para tergiversar las cosas: pero mira, tu no tienes tiempo, pero mira inclusive Teobaldo que es archi chancón lo hace, pero mira que ya te comprometiste y debes ser fiel a ese compromiso con tus amigas. Ajaaaaaa, aquí es donde aparece la lealtad no? Y la lealtad conmigo? Puxa, una vez copié en una práctica y me sentí horrible, felizmente que todavía me sentí tan, pero tan horrible… Otras veces te piden ayuda al costado, oye 365? Sssshhhhhh!!! No 412! Ahhhh gracias, y la 1 c)? V o F? V okis…. Te la piden y ¿normal? Si ya sé, ya sé, quién no “compara” las respuestas. “No te estás copiando, simplemente estás comparando, tu sabes, la pregunta vale cuatro puntos y o sacas todo el puntaje o sacas cero, sencillamente no te califican el procedimiento…” Si ya sé, ya sé todas las fabulosas excusas que te puede dar la macabra, y claro, en estos casos la gritona, se convirtió en la silenciosa, en la muda de la casa, en la ignorada…
No sé si es cuestión de finales o de principios, pero hay algo que me impide ser partícipe del grupo, no me sentiría bien. Puede que nadie me vea, pero hay alguien ahí arriba que me ve: Dios, y también hay alguien aquí adentro que también me ve: yo. Ya sé que la macabra pudo poner un montón de excusas, pero la conciencia, digo la gritona le ganó. También me dí cuenta de que esa decisión la tomé en un momento de soledad, de reflexión y que en cuanto saliera a la calle me vería en un contubernio de dudas, probabilidades, posibilidades. Y ahora? Como les digo que ya no? Puxa, nos malogras el presupuesto. Y ahora? Ya nunca habrá tanta confianza como la que solía haber… he quedado mal con ellas, y no dije que no a tiempo. Y ahora, se me viene el bendito trabajo para cinco personas, que lo tendré que hacer yo sola. Pedí una sola cosa: tener la fortaleza de ser consecuente con esa decisión que había tomado y no sacarme la vuelta a mí misma, es decir no serme infiel a aquella decisión que ya había elegido. Pero me dijeron ok, pero entonces tu pagas pues, luego todas te damos. Y de nuevo, el vía crucis, no tuve los cojones de nuevo, porque no quería quedar mal, para decir, no.
En toda esta crisis, apareció el chocolate embarrado de la torta: La crítica elección de los magistrados en el Congreso, lo del caso de Javier Ríos, el electo y luego renunciante magistrado para el TC y sus fotos faltosas al lado de Agustín Mantilla, su hermano, y López Meneses; y la cuestionable defensa de Aurelio Pastor de la elección en bloque: “no pues, es posible que los elijan en bloque, y si uno falla, eso no quiere decir que todos quedan fallados no pues!” También la increíble versión del Sr. Ríos: “Nos reunimos para hablar de diabetes, y no veo nada de malo, el hecho de que esos señores tengan procesos judiciales no los convierte en apestosos, y mis valores de cristiano me hacen tratarlos igual y defender los derechos humanos” Me pareció que en ambos casos era la macabra la que hablaba, esa macabra, es muy inteligente, y usualmente nosotros le hacemos caso, porque sus palabras son seductoras. Y llevé esa triste visión, a mi otra triste visión actual: Algún día egresaremos, algún día estaremos en grandes puestos en empresas muy reconocidas, algunos de nosotros estarán trabajando para el estado, y aparecerán situaciones difíciles y yo me pregunto si la macabra cobrará fuerza y si la que solía ser gritona, seguirá siendo, o sencillamente estará ignorada la pobre….
¿Es cuestión de ética? ¿Con qué cara voy a hablar de ética? Dime?
Uno de mis amigos más nobles y sabios que tengo me dijo: Dianita, es que esas decisiones no son las que nacen de un momento a otro. ¿Cuántas veces he visto que se copian en la práctica? Creo que en toditas, se pasan los datos. Y no crees que para mí es incómodo y doloroso? Ver que luego ellos sacan 15 y yo 12? Pero, como te digo, eso se va cultivando, poco a poco, se va madurando, esas decisiones crecen chiquititas y tu debes ayudarlas a que maduren. Quizás ahora tu no veas tan malo “comparar respuestas” o inclusive puedes ayudar a tu amiga del costado, pero tú tienes la libre potestad de tomar la decisión, y finalmente, cuando llegue una prueba de mayor envergadura, no te será muy difícil reconocer que es lo adecuadamente correcto y humanamente digno… porque no estamos llamados a ser Hijos de Dios? Acaso no estamos llamados a realizarnos como seres humanos?
Una de las personas que más admiro y a quien más quiero, me dijo una vez que nuestras acciones tienen consecuencias para la eternidad. Cada una, una por una juega un papel importante… eternamente. Me impactó más porque quien me lo dijo era un astrofísico muy, pero de muy avanzada edad. Y yo creo que tiene razón. Solo que muchas veces no nos damos cuenta y preferimos hacer caso a la macabra. Y en respuesta a mi primera interrogante. ¿En qué momento termina nuestro libre albedrío? Ahora creo que siempre tenemos la oportunidad de elegir, sólo que muchas veces las consecuencias son muy diferentes dependiendo del momento en que decidas tomar la elección. Pongo mi ejemplo: si yo hubiera dicho que no desde un principio, no tendría este dolor que tengo ahora y hubiera sabido desde un inicio que tenía que preparar mi trabajo si o si!!! Pero tomé la decisión después, y las consecuencias son otras. Y si hubiera tomado la decisión un poco más tarde, quizás ya no hubiera podido hacer nada, porque el trabajo ya hubiera estado hecho. La macabra siempre estará ahí, pero depende de esas decisiones chiquitas hacer que su voz pierda fuerza y también gracias a eso, hacer que la gritona, cobre mayor importancia, ya que la gritona es nuestra conciencia y cuando sabemos que algo está mal y no nos sentimos mal, es momento de preocuparse. No, mejor dicho antes, no esperar a que la pobre quede sanforizada para la eternidad.
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