El día en el que La Valerosa decidió, por convicción propia, disolverse a través del típico sudor, debido al penetrante sol de Iquitos y convertirse en agua aromática de girasoles, recordó sus épocas pasadas de aquellos milenios mágicos de valerosa juventud, risas y “pollos que se te suben” cual bebidas fermentadas, compartidos junto con aquellos maravillosos seres mágicos que sólo pueden existir en un lugar llamado Magis Asilo.
Bajo el penetrante sol de Iquitos, y al borde de la vereda en el Barrio de Belén, estaba La Valerosa recordando las señales de humo que él
le había dejado en su bitácora pública…
“Es la segunda vez que estoy escribiendo este cuento; pensaba que estaría listo para cuando cumplas lo que tienes que cumplir, es decir, para ayer… pero el tiempo en este lugar fue simplemente indiferente conmigo y con mi desventura luego de que mi dispositivo espiritual-mental USB fuera escondido por las fuerzas del olvido de mis conexiones interneuronales… Ya no está ahora conmigo, debe estar ahora con %•”%$$• en el paralelo mundo de los antónimos a honradez (sabes que no me gusta hacer una motivación negativa). Tengo aún la esperanza esperanzadora de que mi USB PLUS_BELLE aparezca de nuevo; mientras tanto he recordado a “La Perseverante” (esa benditaaaaaaa!) con su historia en la playa del niño, de las olas, del castillo de arena, de los helados Lamborgini y los sándwiches de pollo y… ya pues, caballera nomás, a empezar de nuevo.”
Felices treinta Chico Stone
La Valerosa recordaba entonces con especial fruición aquella fecha tan importante para él. Reflexionó además en la trascendencia que el común de los mortales otorgaba a un acontecimiento de ese calibre. “Es que ese día trajiste, con tu nacimiento, la alegría a tu mamá, a tu hermano y a mí”, le había dicho, alguna vez en sus sueños alpha, el ancestro gruñi gruñi de La Valerosa.
Por otro lado, el hábito de recordar aquella fecha importante en la vida de los seres humanos, había sido cálidamente aceptado y promovido por los seres magísticos como muestra fiel y sincera de su identificación con la especie humana. Uno de los más fervientes y apasionados promotores de la cultura de ese hábito había sido él, fiel admirador de Julio Ramón Riveyro, defensor acérrimo del Gery´s Game de Bixar, y a quien La Valerosa debía agradecer profundamente que le haya prestado el dvd pirata de la vida de Monseñor Romero.
El Chico de la cara Stone había sido promotor de iniciativas con las cuales Juancito habría demostrado su amor pasional y lagrimístico por Universitario de Deportes; y gracias a las cuales también Allison había alcanzado la Eudamonía alguna vez, en la presencia corpuscular de Camotudo y a través del holograma de François Vallaeys.
“Te invito a mis dulces treinta. Espero verte ahí, no faltes (o te mando a la /&%$?=/%)”El Chico de la cara Stone , habría mandado una señal de humo, bits de información y de comunicación por medio del Gmail, a varias personas del voluntariado, y entre ellas estaba La Valerosa… ¿Sabría acaso que ella, seguía regia como siempre, pero que ahora estaba de voluntaria en Fe y Alegría 47 en Iquitos?
El sol quemaba con más fuerza, el clima se volvía aún más caliente de lo que usualmente era, el comercio aumentaba y la gente caminaba y caminaba más rápidamente como si escapara del silencio y de la reflexión que una conciencia madura te propone siempre. Mientras tanto, en medio del trajín y del sol, La Valerosa seguía reflexionando en ese ser magístico, el Chico de la cara Stone, con quien alguna vez comió pizza en Barranco a la espera del autógrafo de un famoso Cuentacuentos, objeto de admiración y respeto tanto por Allison como por La Valerosa.
Ella recordó entonces que entre San Martín y Próspero había una sucursal de Amazon, (coincidencias de la vida!)… Sí, había un Amazon en Iquitos… Pero la situación era más kafkiana aún, ya que el Amazonas en el que La Valerosa pensaba hacía referencia al Mercado de Libros Usados y Viejos (pero no por eso obsoletos) ubicado en la primera cuadra del Jr. Abancay, en Lima-la-voraz, la macrocefálica y la intensa…
Efectivamente, había una sucursal de Amazonas en Iquitos (qué dulce suenan ahora las coincidencias) y esa sensación le traía a la mente el libro del que el Chico de la cara Stone le había contado alguna vez…
“Me impactó la muestra fotográfica y las descripciones que Ribeyro hizo de sí mismo. De pronto una foto de chibolo tenía como título el inocente ; otra de adolescente, el enamorado ; otra más de adolescente, con la cara de baboso ; otra de joven con el cojudo ; otra de adulto con el huevón … fue demasiado chévere, cómo me impresiona este autor”
La Valerosa pensó entonces que le hubiera gustado haberle dicho a “mon cher Julio”, como ella lo solía llamar (muy confianzuda era algunas veces La Valerosa) que en el futuro, existiría un amigo muy querido para ella del Magis mmmm… (no sabía bien si era magísticamente El Agustino o magísticamente Asilo, pero de que era magístico, eso ni dudarlo). Bien, este amigo sería muy fan de Julio Ramón… en fin, La Valerosa se arrepintió de haber hablado mucho de fútbol latinoamericano con su “mon cher Julio” y de no haberle pedido pertinentemente una dedicatoria para su amigo cara de Stone…Y claro, obviamente su libro, así ella se ahorraría el aporte-chancha-materialista que usualmente los seres magísticos suelen hacer en los cumpleaños… todo con mucho amor biensûr!
Aquellos seres de barro que trabajan con otros barros: los seres magísticos
La Valerosa continúo caminando por medio del Mercado de Belén, aquel lugar que parece extraído de lo real maravilloso de Gabo, una especie de “El Aleph” de Borges donde se concentra todo y puedes encontrar absolutamente de todo, a excepción, claro está, de lo que anhela el ser humano: la trascendencia.
Entre los múltiples puestos que La Valerosa iba recorriendo mientras recordaba a sus amigos magísticos, encontró un lugar que le llamó la atención: Una tienda de espejos.
Los espejos representan muchas cosas en distintos planos para La Valerosa. En primer lugar, porque a través de ellos el ser humano puede conocerse… y es en cierta forma, la primera invitación a la reflexión sobre el être del hombre. Muchas metáforas en la literatura se han escrito a raíz de los espejos; reflexiones teológicas han utilizado su nombre para dar a entender “al otro como espejo de ti mismo”; teorías de física cuántica se valieron de ellos para explicar la naturaleza de acción de los quarks; y claro, “el universo paralelo” también se concibió como inspiración en los espejos…
Sin embargo, como diría La Mary: “La Valerosa es… La Valerosa” ¿Y qué podía hacer La Valerosa en un comercio lleno de espejos? Ella siguió reflexionando y extrañando a sus amigos magísticos, obviamente, mientras contemplaba su sirénica figura en los múltiples espejos… de pronto, comenzó a recordar a aquel ser magístico, al que La Mary solía reconocer como mucho más figureti que La Valerosa…
Rochi, La Abeja Figureti
¿Existirá en el mundo alguien más posero y figureti que La Valerosa? ¿Es posible la existencia de un absurdo literario, metafórico, lógico filosófico y cuántico como tal?
El mundo de los magísticos dice que sí… que efectivamente, existe alguien mucho más rochosamente figureti y posero. Su nombre es Rochi, la Abeja Figureti, la niña bien, la Pocahontas del Magis Asilo.
La Valerosa comenzó a extrañar mucho a la Abeja Figureti. Ella, Rochi, dejó a sus amigos magísticos sumidos en la tristeza provocada por su ausencia (bueno, nunca tanto Rochi) debido a que partió a la Tierra del Canguro para perseguir el hermoso acento australiano de Mel Gibson y para tentar su suerte a ver si consigue el autógrafo de Russell Crown en su cuaderno Standford con carátula de “The Gladiador”.
Como buena figureti que es, las fotos en el Facebook no se hicieron esperar… Ella siempre aparecía rodeada de especímenes masculinos de cabelleras amarillas-castañas-negras-rojas y ojos azules-verdes-pardos (muy selectiva, eso sí!) entre risas que sólo pueden hacer las personas que justo se acaban de enterar que se han sacado la Tinka. La ropa no solía ser una constante que predominara en el ambiente fotográfico, por el contrario, parecía que la consigna era mientras menos, es más…, “Era la fiesta de bienvenida” habría dicho Rochi, entre sonrojos.
Los comments no se hicieron esperar: “Rochi, por favor, más decenciaaaaa!!!!”.Escribía exaltadamente La Mary; nadie sabe si motivada por el impacto, el pudor, o la envidia (confesadamente compartida por las demás chicas magísticas… buiiiiinaaaaa Rochi, bricheando por un Perú mejor!!!).
Entre los poderes mágicos, de la que fue alguna vez coordinadora del Magis Asilo, se encuentran bailar el alcatraz mientras le apagan la velita; confesar públicamente que le gustaría que le regalen toallitas perfumadas porque no piensa bañarse por los tres días que durará su travesía a la Tierra del Canguro; morder sin roche la cola del disfraz de Hugo Chávez que vestía Lucía; hacer de Mama Ocllo con medias multicolores y nariz clown; pasar horas y horas frente al skype; y poner al servicio su tiempo, esfuerzo, responsabilidad, inteligencia, alegría, buen ánimo y harto amor para llevar alegría, atención y paz a los abuelitos del asilo.
A La Valerosa no le importaba que La Abeja Figureti usara windows para comunicarse desde La Tierra del Canguro; por el contrario, el profundo cariño que le tenía, hacía que ella tuviera la paciencia de explicarle, a la distancia qué es Ubuntu… Pero oh! Ingratitud! Respuesta recurrente del hombre, tan magnífica y prolíficamente comprendida y expresada por Shakespeare en el Rey Lear… “Ubuntu sucks”habría escrito Rochi alguna vez en su estado en gtalk Y el corazón de La Valerosa se estrujó del dolor:
– ¿Por qué Rochi? ¿Por quéeeeee?
– Porque gtalk no tiene los iconos chéveres del messenger, además porque no tienes skype.
– Yo no tengo skype no porque use Ubuntu, sino porque mi computadora Mafaldita está a las justas y ya no funka el sudo apt-get install snif snif
– Qué monseeeeee!!!
La Valerosa sonrió al recordar las charlas anacrónicas en Gtalk con La Abeja Figureti y se alegró de saber que en diciembre se encontrarían de nuevo junto con todos los seres magísticos completos, pero esperó que esta vez Rochi decida usar la ducha en vez de las toallitas perfumadas, just in case de verla en el aeropuerto.
La Mary
Serían cerca de las diez de la mañana, y el Mercado de Belén seguía en constante movimiento… por ahí podías ver las carachamas aún moviéndose como diciéndote “comeme en sopa cerrando los ojos que mi sabor opacará mi mal aspecto”. Vendían también carnes de todo tipo, como la de lagarto. Los pescados abundaban, pero el rey era el Paiche.
La Valerosa seguía su camino, y fue envuelta en melodías cuando pasaba por el área donde venden cd´s de música. Ella alcanzó el éxtasis al reconocer las melodías y las canciones de Armonía 10, Aguamarina, Grupo América, La Orquesta Candela, Los Hnos. Yaipén, Los Caribeños de Guadalupe, Kaliente, Grupo Explosión, Mallanep, Papillón, Los Ronish, Vico y su grupo Karicia, Grupo 5, Los Villacorta… La Valerosa no hubiera podido estar más rodeada de fantasía musical incluso si en ese momento hubiera escuchado El Concierto de Aranjuez o si María Callas, la diva, le cantaba frente a frente La Traviata de Giuseppe Verdi.
De pronto escuchó una melodía que provenía de un comercio de música un tanto alejado. En un inicio no podía escuchar bien por las anteriores canciones mezcladas y que sonaban a la vez. Pero esta melodía se distinguía cada vez más: “Si quieres un poco de mi, me deberías esperar y caminar a paso lento… muy lentoooooooo…Y poco a poco olvidar el tiempo y su velocidad. Frenar el ritmo, ir muy lento, más lentooooooooo”
La Valerosa, sudorosa, (pero eso sí, siempre regia); miró al cielo donde las nubes estaban más hermosas que nunca y el sol quemaba aún mucho más… ¿A quién me recuerda esta melodía?
“Hay tanto que quiero contarte, hay tanto que quiero saber de ti, ya podemos comenzar poco a poco, cuentame que te trae por aquí…. No te asustes de decirme la verdad, eso ya no puede estar así tan mal, yo también tengo secretos para darte y que sepas que ya no me insistas más, hay tantos caminos por andarrrrr… dime tú si quisieras andar conmigo oooooohhh”
De pronto La Valerosa recordó todo. Es imposible confundir esa voz… es ella, la musa inspiradora y pasionalmente mortal de Romeo. Es ella, es Julieta Venegas.
La Mary habría confesado secretamente tiempo atrás que había viajado dejando las lejanas tierras de la Tortilla Azteca y la Telenovela Televisa en busca de la identidad de su ser y del significado de amar profundamente en la reflexión y la acción. Un clon, producto de las elucubraciones por conquistar el mundo de sus amados amigos Pinky & Cerebro, había sido el reemplazo perfecto que La Mary había encontrado para que la Julieta Venegas que todo el mundo conoce siguiera con una carrera artística.
“He dejado de dar conciertos” confesó a La Valerosa hace mucho tiempo… y comenzó a reír y reír como sólo ella podía hacerlo. Uno de los poderes mágicos que La Mary ostentaba orgullosa y que La Valerosa anhelaba tener era esa maravillosa capacidad para documentar pertinentemente todas las acciones, coordinaciones y acuerdos que los seres magísticos tenían y traducirlas al lenguaje algorítmico y tecnológico de las señales del correo electrónico.
La Valerosa seguía su camino a través de los comercios de música, escuchando embelesada las melodías de su querida amiga magística La Mary, artífice de su actual nombre: “La Chola Valerosa” ganado en una de las batallas campales en contra de la tristeza y del olvido de los abuelitos del asilo.
De pronto, La Valerosa se detuvo frente a un comercio que ofrecía “otorgar colores a lo que el ser humano más debería cuidar”. La Valerosa se preguntó qué es lo que el ser humano debería cuidar más… ¿sería acaso el cerebro, donde dicen se encuentra la inteligencia? ¿Sería acaso el corazón, por medio del cual el hombre puede amar profundamente? ¿Serían acaso los ojos, aquellos que dicen que son el espejo del alma? ¿Serían acaso las manos, por medio de las cuales una persona puede acariciar al ser amado? ¿Sería acaso todo el ser del hombre lo que debería cuidar más?
– ¿Qué es lo que el ser humano más debería cuidar? ¿El corazón? ¿El cerebro? ¿Los ojos? ¿Las manos? ¿Los pies? ¿La figura?
– Ah… esa es una pregunta muy difícil.
– ¿Y cómo podría otorgar colores a “eso” que el ser humano debería cuidar más?
– Ese lema lo puso mi abuelita… si tienes paciencia, puedes preguntarle a ella.
La Valerosa no dudó en aceptar la amable invitación de la dueña del comercio y se acercó a la anciana que estaba sentada mirando el trajín de la gente que caminaba y caminaba como si el peso de su conciencia la persiguiera.
Hola! – Dijo La Valerosa esbozando una de sus más hermosas sonrisas – ¿Qué es lo que ser humano más debería cuidar?
Pero parecía que la anciana no la entendía, o no la quería entender…y continúo un largo silencio. Entonces recordó lo que había aprendido de sus amigos magísticos y de la hermosa y dulce sonrisa que La Mary daba a los abuelitos. Entonces La Valerosa tomó la mano de la anciana y la acarició… Bien atrevida y mandada era La Valerosa…
– ¿Quién eres?
– Oh, mi señora, es una pregunta muy difícil la que usted me hace… creo que siempre estaré tratando de responderla durante toda mi vida.
La abuelita comenzó a reír junto con La Valerosa
– Ay mi niñita… ¿Qué es lo que le quieres preguntar a esta anciana a la que ya nadie le hace ya caso?
– Bueno, si usted me ha puesto de nombre “nadie” entonces es cierto eso de que “nadie” le hace caso… Pero creo entender de sus palabras que cuando habla de “nadie” se refiere a “ninguna persona”… Pero no me diga eso, que me parte el corazón cuando sé que una abuelita siente que nadie le hace caso.
– Muchas veces es cierto, yo al menos lo siento así. La experiencia, mi niña, me dice eso… La juventud es una ilusión, de pronto te llegan los años y junto con ellos todos los males de la vejez y de pronto te vuelves inservible para la sociedad. Ya no cuentas para ellos, sencillamente porque ya no les sirves…
– Es muy lamentable lo que me dice… créame que lo siento muchísimo. Me acerqué a molestarla porque quería saber qué es para usted lo que el ser humano más debería cuidar…
– Atashaaaaaay!!! La capacidad de escuchar claro! La predisposición a entender y a comprender lo que el otro está diciendo, sobre todo si es anciano. Ahora me parece que ya nadie escucha al otro. En mis intensos años de experiencia he aprendido que algunas veces sólo necesitamos que la otra persona nos brinde su presencia física y entonces nuestra palabra adquiere significado… escuchar al otro nos lleva a niveles más profundos y densos en nuestra vida, nos ayuda a percibir e ir de otra manera por los caminos de nuestra existencia. Escuchar implica buscar acoger el mensaje tanto verbal como no verbal de la otra persona, a fin de comprender los múltiples contenidos de su mensaje.
“La persona que escucha el mensaje emocional demuestra que le interesa mucho nuestro ser y eso nos ayuda a ser más plenos. Es difícil escuchar los sentimientos porque nos han educado para valorar sólo los hechos…”
– Es usted muy sabia, me alegro mucho de haberla encontrado… Y ese último verso, me parece conocido. Creo que le pertenece a uno de los tantos sobrinos del Tío Nacho, verdad?
– Ah, si queridita, lo leí recientemente en un escrito de Nino Vásquez (esssseee jotaaaaa)…
– Pero abuelita… yo comprendo ahora que una de las cosas que el ser humano más debería cuidar es su capacidad de escuchar; sin embargo no entiendo cómo en este comercio se “otorga colores a lo que el ser humano más debería cuidar”.
La anciana comenzó a reír mucho
– ¿Sabes que la Ciudad de Iquitos es mágica, no? – Preguntó la anciana.
– Sí, me doy cuenta a medida que paso mis días por aquí…
“Tengo que confesar que a veces no me gusta tu forma de ser, luego te me desapareces y no entiendo muy bien por qué… no dices nada romántico; cuando llega el atardecer te pones de un humor extraño con cada luna llena al mes… Pero a a todo lo demás le gana lo bueno que me das, sólo tenerte cerca siento que vuelvo a empezaaaar.”
Entonces La Valerosa volvió a recordar a La Mary, parecía que las canciones de Julieta Venegas la trajeran mágicamente a Iquitos… de pronto se dio cuenta de todo.
– La Pavada!!!! ¿Pero qué es lo que caracteriza a La Mary? ¿No son acaso sus grandes aretes que siempre combinan con su ropa y con su típica bincha en el cabello?
La Valerosa entonces estalló en risas…“todo este tiempo! Era un comercio de aretes sirup… y todo para recordar que a La Mary le gustan los aretes blancos!”
César-soy-otro-cuando-escucho-a-Fito-Arenas
La historia de la democracia es muy accidentada en América Latina… y los ancianos, que jugaban las cartas, los naipes y la timba en el Mercado de Belén, no eran ajenos a la historia de sus entrañas. Porque es imposible ser estratega, sin tener una posición y opinión sobre la política en tu país.
A La Valerosa le encantaba entonces quedarse, cual mirona, a ver a los ancianos jugar a las cartas mientras escuchaba sus comentarios sobre la “triste historia política” en el país.
La experiencia de la práctica democrática en Magis Asilo que La Valerosa había vivido había sido un tanto especial. Luego de que Rochi decidiera dejar a sus amigos magísticos por perseguir koalas en Australia, la coordinación del Magis Asilo quedó por unos 30 segundos en vacancia presidencial.
Fue entonces que él asumió la coordinación de los chicos súper poderosos de Magis Asilo. Su probada responsabilidad, honestidad, buen ánimo y capacidad de ser fino para hablar en público hizo que la ovación de la Mesa Redonda de los Magísticos fuera unánime. Él, César “soy tu cordi” Arenas, asumía la coordinación luego de que Rochi confesara públicamente que prefería viajar para desperdigar su cariño a los canguros.
La Valerosa entonces sonrió al recordar a César. Gracias a él, ella se había animado a participar en esa aventura de profundo amor, pasión y mucho desprendimiento (todo muy decente claro!).
Ella continuó su camino a lo largo del Jirón Itaya, en el corazón del Barrio de Belén y al costado de un puesto ambulante que vendía pescaditos, vió a un niña pequeña jugar con su muñeca, descuidada, desnuda, muy usada, pero a la vez, muy querida. Fue imposible para La Valerosa no relacionar dicha muñeca con la “hija” de ella, Doña Euduvina Meléndez.
La primera vez que César contó a La Valerosa de las aventuras de los seres magísticos del Asilo, habló de Doña Euduvina, su entrañable amiga, a quien él consideraba una compañera del alma y quien le había enseñado a ser más paciente y más ser humano.
Por otro lado, La Valerosa comenzó a recordar, entonces otra de las tantas batallas campales a las que había sobrevivido junto con los súper amigos magísticos del asilo; en aquella ocasión habían interpretado a mágicos seres invertebrados.
Vengan a divertirse con nosotras: cantaremos, bailaremos reggaetón y luego comeremos mucho – habían dicho las cigarras
– No! Porque para ustedes todo es placer!!! – Respondió una hormiga-valerosa arrochada porque era la primera batalla en la que participaba junto a los seres magísticos.
Y era imposible para La Valerosa recordar la primera respuesta de César, la cual era muy recurrente en él:
– Y asuuuuuuuu!!!! ¡Qué miedo contigo!
“jajaja… ese César-qué-miedo-contigo. Me pregunto si algún día tendré una voz tan grave como la de un varón para que cuando lo llame por teléfono no me sienta arrochada por ser una chica que está llamando a un chico” . Pensaba La Valerosa mientras seguía su camino por el Mercado de Belén.
La Valerosa pasó entonces por el puesto que vendía bebidas mágicamente poderosas, hechas a base de extractos de plantas naturales y con “precisos grados de alcohol” (exactamente para qué, ella no lo sabía, pero tampoco se atrevía a preguntar). Entonces ella recordó las inexorables consecuencias a las que César había atribuido el comportamiento de aquella vez…
“Sinceramente no creo que haya sido consecuencia de haber leído los cuentos para niños de Ana María Machado; tampoco creo que su predilección por la poesía de Vallejo haya tenido algo que ver; dudo mucho que el hecho de que le guste escuchar Illapu y Quilapayun haya tenido injerencia en tan especial reacción… ¿Habrá sido acaso consecuencia de tanto escuchar a Silvio?” Meditaba La Valerosa.
“Fueron varios factores los que intercedieron aquella vez… fue todo en sí: el ambiente, la gente, la luz, la compañía, el vino… Pero creo que lo determinante fue escuchar a Fito Páez y luego… luego fue inevitable lo que sucedió después… la exaltación y la saltada de piernas!!!” Habría confesado el sonrojado coordinador a la sorprendida Mesa Redonda de los Caballeros Magísticos en una de las tantas reuniones de planificación. Y de ahí todo fue historia. “Es que yo… yo… yo soy otro cuando escucho a Fito” intentó justificarse el coordinador, pero la historia perpetuará su hazaña en la memoria pública de La Valerosa.
Juancito, el fanático amoroso de Universitario
La Valerosa continuaba caminando por el clásico Jirón Itaya en el Barrio de Belén, de pronto pasó por el puesto de periódicos…
“Tu amor es un periódico de ayer…”
Era imposible para La Valerosa no recordar al grande, al genio, al rey de la puntualidad a Héctor Lavoe… pero ¿qué le pasaba a La Valerosa cuando recordaba al buen Hectitor?
– Avla connnnn!!!!
– ¿Tato? ¿Qué haces aquí? Si tú no eres un ser magístico…
– Parece que no me conocieras, acaso no sabes que yo aparezco donde menos lo imaginas… acaso ya te olvidaste de generales?
– Eeeehhhh, claaaaaaaarooooo… ese connnnnn, tu siempre, tan sutil (sic).
– Ah, por cierto, aparecí para hacerte recordar lo de los cuentos amazónicos
– Oh si claro! Lo tengo en mente, es más, adquirí una compilación maravillosa para ti en El Festival de la Creatividad, donde estuvo presente toda la red de colegios rurales de Fe y Alegría 47. Tenía planeado hacerte autografiar cada cuento por su respectivo autor… bien personal, tú sabes….
– No esperaba menos de ti varona!
– Chistoso!
Tato de pronto se había esfumado, y la memoria de La Valerosa comenzó a trabajar a mil por hora… ¿quién de los maravillosos seres magísticos también es un gran amante y excelente bailarín de la salsa?
La Valerosa lo tenía muy presente, sería imposible olvidarlo. Había tenido la ¿maravillosa? oportunidad de conocer al gran Juancito en un Silencioso Retiro, de esos que comenzó a promover el Tío Nacho.
Por esos días La Valerosa ansiaba el silencio y la paz, que encontraba en un lugar místicamente especial para ella, pero siempre se topaba con la presencia corpuscular de Juancito ocupando el sitio de La Valerosa, donde ella había dejado su huella … está demás mencionar los sentimientos muy a lo Kill Bill de Quentin Tarantino que La Valerosa sentía cada vez que se lo encontraba.
“Paz, paz, y paz, oh no… él no me vencerá…. Me pondré más adelante y comenzaré a moquear y llorar como nunca antes… le será imposible mantenerse ahí jojojojo”. Elaboraba una estrategia, La Valerosa. Pero la verdad, nunca aplicó dicho maquiavélico plan (a pesar de que a Juancito le hubiera encantado eso, pero no, fue un fair game).
Al final Juancito se fue por otro lado. La Valerosa nunca distinguió bien quién sería la “especial” presencia corpuscular de ese ser masculino. Fue después de que La Valerosa se incorporó a la Mesa Redonda de los Magísticos que todo se hizo claro:
– Yo te conozco
– Ah si?
– Si claro, eres la chinchosa que siempre estaba moqueando y trataba de disolverse como mucosa en el R de S… bien escandalosa eres ah!
– Ah, claro, ya te recuerdo…. Tú eres el que siempre se sentaba en mi sitio de paz, soledad y silencio.
– Ah manya, no sabía que tenía tu nombre escrito.
– Bueno, había dejado mi olor ahí, había marcado mi territorio!
De pronto las risas estallaron. Era imposible estar al lado de Juan y no reírse a su lado. Uno de sus poderes mágicos era imprimir sonrisas en los labios de las abuelitas, oh si oh si! Él es el galán de todas, todas eran hermosas flores para él.
– Tienes un noble corazón…- Le había dicho Hilda, una de las abuelitas del pabellón cuatro, en una de las tantas batallas de los seres magísticos.
– Y eso que no has visto mi páncreas, ésta como quiere…- Respondió oportunamente Juancito.
La Valerosa continuaba su camino por Jirón 9 de diciembre, por donde venden todos los productos avícolas como huevos, pollos, gallinas, y de pronto, ella recordó el fanatismo pasional y amoroso que el gran Juancito tenía por el “equipo de sus amores: Universitario de Deportes”… y la varonil forma bien a lo Súper Sayayín de Goku en la que él había demostrado su agradecimiento a los seres magísticos por su camiseta…
“Bien carito nos salió, digo… no, aquí en Iquitos la gente es hincha del CNI”
La Pillina
El sol quemaba con más fuerza y trataba a La Valerosa como pan de molde… tostada la quería dejar!
Entonces ella recordó la exaltación de La Pillina y su estado de Nirvana y que, efectivamente, para alcanzar la Eudamonía hace falta Camotudo y la presencia en forma de holograma de François Vallaeys en medio de una celebración de cumpleaños para chiquiviejos.
La Pillina era también un ser magístico tan especial para La Valerosa y la recordaba y extrañaba con mucho cariño.
– Santos ventarrones… qué pillines son todos ustedes!- Habría dicho La Pillina si hubiera tenido la oportunidad de ver a sus súper amigos magísticos. Pero junto con La Valerosa, La Pillina también había decidido librar otras batallas por otras tierras, específicamente en Sicuani, Cusco.
“¿Qué será de la vida de La Pillina? Mmm le mandaré un mensaje telepático con la voz de Silvio Rodríguez… se emocionará tanto” Ideaba La Valerosa para alegrar a su amiga.
Allison era un ser muy especialmente magístico y muy culto también (fue inspiración del concepto de la “carrera popurrí”). La Pillina no dejaba de deleitar con sus ocurrencias, las fotografías a las palomas y demás foco que se le cruzara en el camino; amante acérrima del cemento en su versión geriátrica… “Siento una gran tristeza cuando una casa tradicional de Lima se está cayendo por lo deteriorada que está, es como si una parte de mi estuviera muriendo” Habría comentado alguna vez La Pillina.
Recurrentemente La Pillina deleitaba las conversaciones de la Mesa Redonda de los Magísticos con sus analogías filosóficas y antropológicas. Por su gran sutileza y profundidad para hablar, había creado la necesidad de tratar temas de especial relevancia como las convergencias entre el Imperativo Categórico de Kant y las presentaciones artísticas de la Tigresa del Oriente; el Método introspectivo del racionalismo de Descartes y las canciones italianas de Laura Pausini; y la ironía existencialista de Sartre y las moscas que vuelan y vuelan en verano.
La Valerosa entonces recordaba una de las tantas conversaciones intelectualoides pequeño burgués a.k.a caviarones que tenía con La Pillina:
– Pillina me suena a pollina
– Pero si ese es tu grado en la Mesa Redonda de los Magísticos!
– Sip, pero no sé… creo que Bandida me gusta más…
– Toda una Bandolera tú!
La Valerosa pensó entonces los divergentes gustos musicales de ambas. Mientras una se deleitaba escuchando a Silvio, la otra se desvivía bailando las canciones de Explosión, Kaliente, Mallanép y Papillón.
Mientras una gustaba de las conversaciones elevadamente gloriosas e intelectuales en “La Posada del Ángel”, la otra saltaba de felicidad convertida en el Pollo de Caquetá conversando en el Mercado de Frutas o en la Parada.
Pero así eran las amistades magísticas: unen seres mágicos tan musicalmente distintos, pero reunidos por el Magis Asilo, y claro, también por los sabios consejos del Tío Nacho, que ahora los transmitían sus más queridos sobrinos.
“Ah si, ambas amamos a los Beatles y claro, simpatizamos mucho con todos los sobrinos del Tío Nacho, esos esejotaaaaaaasssss!!!” La Valerosa sonreía recordando las convergencias con La Pillina.
La ofrenda
El sol arremetía con mayor fuerza a La Valerosa, quien parecía sucumbir ante la tentación de disolverse prontamente y transformarse en deliciosa y aromática agua de girasoles… pero debía ser fuerte ante semejante tentación ya que antes tenía que reflexionar mucho aún.
El Mercado de Belén, en cierta forma le recordaba a su tan amado Mercado de Caquetá; pero aquí podías ver a las carachamas aún vivitas; carnes de lagarto y de mono si quieres; y claro el típico ají charapita.
El sol parecía que literalmente quería disolver a La Valerosa.
– Yo debo elegir en qué momento me disolveré y me convertiré en agua de girasoles… total, para eso tenemos la maravillosa capacidad de elegir y de ser responsables de nuestras elecciones y de sus consecuencias en nuestra vida.
Era imposible olvidar esas enseñanzas de ella: Cristabel, el ser más milenario y con mayor experiencia de los súper amigos magísticos. Anteriormente estuvo tentada de ser considerada Ofrenda en los habituales rituales de los sábados en Fátima; pero su tropical risa contagiante hizo que la Mesa Redonda de los Magísticos reconsiderara la idea.
Orgullosamente los seres magísticos sabían que ella era la Esclava, pero no era para nada de una naturaleza cercana a la esclavitud de Isaura, ni mucho menos la que era considerada algunas veces como su prima: La Valerosa.
“Ya mamá, no te preocupes, pronto estaré ahí para continuar lavando los platos, barriendo, limpiando el baño, encerando el piso, regando el jardín y limpiando las benditas ventanas mientras reflexiono sobre el rol del trapo en la intelectualidad femenina” pensaba La Valerosa al recordar la especial naturaleza nominal de Esclava que Crista tenía: digna, libre, coherente y sobretodo muy llena de amor oh si oh si!
La Valerosa no tenía ni un inti en su bolsillo para comprar nada de nada, pero se sentía tan llena y feliz de recordar con afecto los consejos de Crista y claro, su “particular” risa y comentarios muy a lo de “uy, se nos subió el pollo”.
El sudor salía entonces con mayor fuerza de los hermosos poros de La Valerosa… sabía que entonces ya era momento de tomar la decisión. Recordó los dobleteros caminos de Lucía y su hermosa risa; las costumbres gileras llenas de experiencia de Sexi; la risa en mail de Angelito jajaja.
La Valerosa llegó a las orillas del río Itaya, en Bajo Belén y entonces sabía que el momento había llegado. Era ahora que se disolvería y se convertiría en exquisita y aromática agua de girasoles. Mandó una sonrisa telepática a las nuevas integrantes de los súper amigos magísticos: Mariana y Claudia.
Y La Valerosa estaba ahora lista.
– Omyyyyyyy, pero este NO es el Río Itaya como el de San Pedro de Pintuyacu donde es realmente el paraíso…
La Valerosa contrastó las múltiples y dramáticas realidades del Barrio de Belén, uno de los más pobres del distrito de Maynas, donde no hay agua potable ni desagüe ni luz y donde en épocas de lluvia, el agua inunda todas las casas; y al caminar unos cuantos metros más se puede llegar al Jirón Próspero, con su irónico nombre, el cual conduce a la moderna Plaza de Armas de Iquitos.
– Este Río Itaya, donde se ubican en maderas flotantes, los cuartos para las necesidades fisiológicas, donde a su vez la gente se baña; es dramáticamente distinto del Río Itaya en el que me bañé en San Pedro de Pintuyacu, lugar al que llegué luego de recorrer 39 km en la Carretera Iquitos-Nauta y caminar en la selva por una hora y 45 minutos. Definitivamente no puedo dejar que el sol me disuelva ahora… oh no, aún hay mucho que hacer oh si oh si! – Pensó La Valerosa.
El sol pareció comprender entonces la fiel determinación de esta serrana en la Amazonía y comenzó a palidecer poco a poco.
Mañana sería otro día, La Valerosa ya no recorrería las calles del Barrio de Belén, sino que ahora estaría en su mágico Macondo, en El Milagro donde sólo pueden llegar los mensajes por medio de las estrellas y de la luna llena.
En ese momento, ella lanzó una gran sonrisa a sus amigos magísticos y agradeció lo mucho que había aprendido de cada uno de ellos.
– Estoy recordando las enseñanzas de Ignacio sobre el amor, la libertad, la coherencia, la contemplación y la creatividad. No creo que sea coincidencia que esté aquí, librando otras batallas en un lugar fundado por uno de sus sobrinos: José María Velaz (esejotaaaa!!!!). Pienso mucho en ustedes con gran alegría. Ya nos veremos en diciembre.
FIN
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