Es sin duda conforme al deber que el tendero no cobre más caro a un comprador inexeperto, y, donde hay mucho tráfico, el comerciante prudente tampoco lo hace, sino que mantiene un precio fijo universal para todo el mundo, de manera que un niño le compra igual de bien que cualquier otra persona. Se es, así pues, servido honradamente, sólo que esto no basta ni con mucho, para creer por ello que el comerciante se haya conducido así por deber y principos de honradez, pues su provecho lo exigia; que además tuviese una inclinación inmediata a los compradores, para por amor, por así decir, no dar preferencia en el precio a uno sobre otro, no se puede suponer aquí. Así pues, la acción no había sucedido ni por deber ni por inclinación inmediata, sino meramente con un propósito interesado.
(…)
Justo ahí comienza el valor del carácter que es moral, y sin comparación alguna, es el supremo, a saber en que haga el bien, no por inclinación, sino por deber.
Fundamentación de la metafísica de las costumbres
Immanuel Kant
Trad. De José Mardomingo
Y precisamente ahí, cuando estés feliz creyendo que entiendes lo que estás leyendo… de pronto te darás cuenta que él menciona “la segunda proposición es:” entonces te preguntarás, “pero, ¿donde está la primera proposición?” Y serás conciente de que no entendiste ni papa y de que pasaste una semana en el cutis de la luna. Y el momento será humillantemente glorioso.
Y luego tomarás conciencia de que para él, tus acciones carecerían por completo de valor moral – la muy inmoral -. ¿Y donde se fue la ley que será objeto de respeto entonces? ¿donde, la máxima?
¿Me faltarás el respeto alguna vez?
Si algún día Immanuel – o alguno de sus sobrinos rigurosos – me leyera… me mandaría a volar muy pero muy lejos, por ser una irrespetuosa – y nada rigurosa – lectora.
Entonces, yo le daría un besito… la muy inmoral.
El besito también sería bien inmoral.
Un buen ejemplo de docere/delectare, y muy a tu pesar, querida lectora kantiana.
Y para faltar el respeto no hay que pedir permiso.
Quizá te explique eso la próxima vez que te vea y comentemos la última triada de Messi.
Hola Bambino, yo siempre creí que para faltar el respeto se pedía permiso, muy quedito al oido, casi tímidamente.
Messi es un tri-papi