Ellas

«Patricia, la prima de naricita respingada y de carácter indomable» me hizo pensar en aquellas mujeres amadas y adoradas por los poetas del mundo de la vida… ¿qué sería de ellos sin ellas? y ¿qué sería de ellas sin ellos?

¿Qué hubiera sido de la vida de Augusto Salazar Bondy sin Gred Ibscher? ¿y de A. Camus sin María Casares? ¿Cómo hubiera vivido Jorge Luis Borges sin su María Kodama? Y ¿qué hubiera sido del gran Quino, el papá de Mafalda, sin su Alicia?

Estas y muchas más luminarias en el mundo intelectual, artístico y cultural no brillarían con todo su esplendor si no hubieran cobijado sus nobles, dulces e inteligentes cabezas bajo el amor, la pasión y la confianza de sus amadas amantes.

Todo gran hombre debería tener la oportunidad poder amar a una gran mujer, y toda gran mujer también debería tener esa bella oportunidad de amar y hacer feliz a un gran hombre.

Me gustaría mucho poder exigirle esa bendición y esa dicha a la vida pero realmente no sé si me encuentre en la situación para hacerlo…

Me deja con grandes expectativas esta vida y con una sincera preocupación por el devenir. ¿Sería tan cruel la vida de…? ¿O quizás la vida es más misericordiosa…? Podría ser también que la vida sea más griega y de a cada quien lo que le corresponde. ¡Oh esas cosas de la vida!… ¡yo no sé!

En cambio yo sé que me sacrificaría a dejar de brillar para que mi gran hombre brille. También se que mi sacrificio no sería sacrificio, sino gozo puro. ¡Ay vida…!

Comparto un interesante post de Rocío Silva Santisteban que quizás recorre el camino de mis admiraciones por esos amores bellos – y también difíciles-…

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