El día de hoy sucedió una cosa completamente inesperada: levanté la mano para hacer una pregunta…. y mi mente estaba en blanco. ¡Merde!
Justo antes, momentos previos estaba elucubrando y reflexionando mi pregunta, con los ojos entrecerrados, porque así pienso mejor, entre la vigilia y el sueño; mientras el profesor hablaba y mientras yo quería captar la esencia y la sustancia de lo que nos contaba. Se me escapó la pregunta… huyó la muy pícara. Y yo seguía en blanco, delante de toda la clase en silencio, y a la expectativa del profesor.
«Profesor, lo siento, me he bloqueado», dije delante de la clase. Silencio total. Silencio incómodo. Pero no me sentía presionada, estaba demasiado relajada, es más, estaba casi feliz, pero cuestionándome por qué michi se me había ido la pregunta. «No te preocupes, estas cosas pasan, a mí me ha pasado, es más, incluso dando la clase… pasa.»El profe continuó con la clase. De pronto mencionó con descuido la palabra apasionamiento, y entonces mi mente – y mi corazón se abrieron -, fue como una llave inesperada que hubiera conmovido cierta fibra, que hubiera tocado cierta melodía crucial. Entonces recordé la pregunta anhelada.
«Dices que no basta tocar la cítara, sino que hay que tocarla bien… pero, no sería más prudente decir que lo anterior y más importante, es dejar que arte de tocar la cítara te envuelva y te desborde, que se convierta en tu principal apasionamiento, aquella actividad que te conmueve y te estremece, y que de pronto, se convierte en todo para ti… finalmente, y por consecuencia, tocarás bien la cítara»…. ¿No debería ser así acaso? digo es un decir, como solia decir el ilustre Sol, y también Vallejo.
– Vous étiez très méchant, très sévère, non?
– Passionné; on dit souvent que j’étais un critique féroce, mais en réalité, je crois que j’étais un critique passionné parce qu’on a la mémoire des articles négatifs, des articles violents contre certains metteurs en scène; mais en réalité quand j’aimais un film, je pouvais le défendre avec plus d’énergie que n’importe qui.
* * *Je voyais tout ce qui existe dans la vie comme une concurrence au cinéma, c’est-à-dire que je détestais le théâtre parce que c’était un concurrent au cinéma, mais pour la même raison je n’allais pas aux sports d’hiver. Je ne sais pas skier, je ne sais pas nager, je ne sais rien faire; je n’irai pas regarder une course, ni un match, ni quoi que ce soit, parce que j’aurais l’impression de trahir le cinéma. Je n’aurais pas l’idée d’aller à la chasse, ni à la pêche ou quoi que ce soit, j’ai changé d’idée avec le temps, je suis plus tolérant, j’accepte que les autres aillent à la pêche, à la chasse, ou fassent du ski mais moi-même je ne participe pas, non…
– C’est une vocation que vous aviez alors? Parce que vous me décrivez ça comme une vocation…– Une vocation exclusive, oui, le cinéma a l’exclusivité absolue.
François Truffaut sí que era un citarista apasionado…. un cineasta apasionado digo. Al extremo completo. Creo que es inevitable que alguien que adore, venere y ame tan apasionadamente su vocación, sea necesariamente excelente en su campo, un genio, un ser exquisitamente conmovedor y atrayente. Personalmente, a mí me atrae demasiado y con mucha intensidad.
A pesar de su máxima «se puede dejar una mujer por un film, pero nunca un film por una mujer» anhelo que mi Truffaut personnel no me compare nunca con un film. Que yo no sea solo “una mujer”, sino que sea “la mujer“, “su mujer“. Así no tendría que escoger jamas entre un film y yo… así es el decir de mi alma.