– ¿Qué haces?
– Estoy esperando
– ¿sabe que esperas? Digo…. la persona que esperas
– No
– ¿Por qué esperas entonces?
– Porque… vale la pena. Verdaderamente
Una hora fija. No quedamos en una hora en específico. Solo me dijo que nos encontraríamos en «el preciso momento en que el atardecer te conmueve el corazón y sus colores te hacen cosquillitas en el alma… en ese preciso instante nos vemos» – me dijo. Pero ahora estabamos en otra dimensión, en la realidad. Aquí las cosas son muy distintas…
– Lo que ha pasado dos veces, pasará incluso tres
– Oh Mon Dieu…. eso es verdaderamente preocupante
– ¿Por qué?
– Yo… pfff… me salí del contexto – nuevamente-. De pronto pensé en las elecciones, las re-elecciones, las re-re-elecciones y ciertos gobiernos. Pensé en política y mi pensamiento se fue por otras aristas… lo siento, me conflictué
– Entonces culpemos a Paulo Coelho. Fue su idea…
Mi amigo del alma me contó que una vez vio cuarenta y tres veces un atardecer. Yo solo estoy viendo uno y ya estoy pensando mucho en ti. ¿Y si pensara en ti cuarenta y tres veces más intensamente? Entonces… ¿escucharías mi voz?
– Yo ya no espero nada. Así ya no me decepciono
Pensé en la esperanza esperanzadora, en la mirada optimista, en los petirrojos, en las piedritas del río Mantaro, en los cantos del río y en los escarabajos tímidos. Fugazmente tararee Color Esperanza, pensé en Diego Torres y en sus bigotes. Me sonrojé por todos los caminos inesperados que mi mente me hace recorrer… la muy bandida, la muy patética.
Miré nuevamente a mi amigo y recordé la conversación sobre el nihilismo… todo muy serio, muy nocturno, muy sombrío. Recordé que estaba hablando con él y que era muy descortés de mi parte que mis ojos estuvieran mirando el universo en su atardecer, que mi corazón estuviera pensando en la hora en que vendrías, y que ese inquilino interior tarareara queditamente Color Esperanza.
Nihilismo… cierto
– Sí, también es una mirada muy válida. En cierto momento te iluminas y comprendes que no tienes porqué encontrarle explicación al absurdo, sólo debes… ¿continuar?
– Pero una vez me dijiste que tú tampoco ya no esperabas
– Sí, lo dije. Sé que lo dije…. pero mira tú. Hoy, estoy precisamente aquí esperando mientras escucho el sonido de la luz.
Pensé que la luz era más silenciosa en sus movimientos. ¿por qué comenzó a tener melodía la luz? Se hace de noche… probablemente este no era el atardecer en el que aparecerías. ¡Vaya que eres muy preciso!
… y mientras veía intensamente al sol atardecido
como buscando donde depositar sus deseos, esperaba;
que hoy le sea a él recordar un ayer junto a ella
y que mañana sea un celebrar tanto sentido hoy,
…que aún no sucedía… pero deseaba tanto que existiera.
Apreciado Tarrou,
Sinceramente es maravilloso lo que escribes… Es la tercera vez que lo leo y recién le encuentro el sentido a lo que quisiste decir. Es muy conmovedor.
MiL Gracias,
Diana