Entre enchiladas de salsa verde con queso gratinado en esplendoroso anhelo de comida mexicana en terruño peruano, emergió inesperadamente el reggaetón del antaño… todo fue tan fenomenológico que todavía no me lo creo. Culpo a las aguas del Chavo, especialmente al agua de Jamaica – definitivamente es un elemento que entra a mi lista de “cosas que ponen stone”, junto con el café, el chocolate, la hojita de coca, el yogurt de lúcuma, el chupe de camarones y la sopa de carachama con ají charapita-.
– ¡No puede ser! Es que es… completamente impensado. ¡Es la canción de la pelota de playa!
– ¿Qué fue? ¿Por donde? Se te subió el agua de jamaica…
– La canción es rebotante… “tú me dejaste caer, pero ella me levantó”. Es la canción de la pelota de playa… está clarísimo… la letra es una oda a la hermenéutica… ¡oh, hay tantas preguntas!
Y al final la cuestión no fue saber el cómo… sino el qué.
Al Alphaville de esta dimensión no llegó Lemmy Caution para que me dijera quedito al oído, como suspirito del alma, que lo más importante no era la respuesta, sino formular la pregunta… y que si no sabía «qué», pues todo estaba bien…