– Los últimos acontecimientos me han ayudado a ser conciente de que me puedo apreciar a mí misma como muy madura, digamos adulta en ciertas dimensiones… sin embargo, me siento tan infantil en cuestiones emocionales.
– Una persona muy querida me solía decir “nadie es adulto”. Y si lo piensas muy bien, no hay adultos, ¿No te parece?
– No lo sé… no lo siento así del todo.
– ¿Por qué?
– Yo lo percibo así. Por ejemplo, nosotros… Frente a una determinada situación difícil, tú podrías manejar tus emociones mejor que yo, con mayor ecuanimidad y reflexión. Yo simplemente…
– Pero… ¿claro no? Setenta y cuatro años no pasan en vano.
– Si… muy probable. Es muy probable.
Me quedé pensando en sus palabras mientras veía el cielo color de plata y sentía los rayos de sol posarse a través de la ventana. Su risa sonaba como cascadas de agua de esperanza en mis oídos. Setenta y cuatro años no pasan en vano… es muy probable.