«Estas elecciones están polarizando dramática y radicalmente a las familias – y a las amigas del alma – que se aman»
– El lunes del día siguiente al 10 de abril me deprimí. Y el día se deprimió conmigo. ¿Lo recuerdas? Estaba gris, a punto de morir. Creo que lloré todo el día incansablemente.
– Yo también estuve muy triste.
– La depresión me duró toda la semana. Recién me fui recuperando poco a poco…
– Yo también me deprimí. Me da náuseas pensar que aquella señora pasó a la segunda vuelta. ¡Es terrible!
– Diana, Yo no puedeo creer que tú hayas votado por ese señor – que quiere ser como Lula da Silva – en primera vuelta. No sólo eso, sino que para complicar más las cosas, escribiste un post facebookiano justificando tu respuesta ¡en primera vuelta! insisto ¿Qué te alucinaste? ¿Vargas Llosa?
– Francamente, yo no puedo creer que tú hayas votado por el señor primo de Godard. ¡Por el peluche del neoliberalismo! Sobretodo tú. No lo esperaba de ti, no de quien fue mi hermana en indignación por el conflicto de Doe Run, compañera en las protestas por lo de Bagua, amiga en los conversatorios sobre interculturalidad y Arguedas. Mi hermana de conciencia en Yuyanapaq. Lo esperaba de todos… ¿pero de ti? ¿de ti? ¡Eso es traición!
– Cálmate. Fue por razones de estrategia, ya te dije. ¿Sabes? Creo que por el bien de nuestra amistad – y porque nos amamamos – obviaremos esta oscura etapa de nuestras vidas: la primera vuelta.
– Yo no creo que mi voto de primera vuelta sea oscuro. Voté reflexivamente y con los escrúpulos del caso.
– Creo que para la segunda vuelta nos unirán más cosas inquebrantables.
– Sí… yo creo que sí.