– Y entonces tú… ¿crees en la Revolución?

– ¿Qué es la Revolución? Probablemente alguien que sabe más de ella te hubiera respondido inmediatamente. Yo me cuestiono siempre…

– Te pones a filosofar…

En 1760, algún tiempo después de salir del colegio de caciques de los jesuitas en el Cuzco, el padre López de Sosa casó a Joseph Gabriel Condorcanqui – Tupac Amaru II – con Micaela Bastidas.

Ella era de sangre indígena y blanca (y quizás negra también) y, según todas las descripciones, muy bella. Católica devota, hizo bautizar a sus tres hijos y les dio una educación religiosa. Durante la gran rebelión asumió un papel activo, a veces como consejera y otras como comandante en ausencia de su esposo; se convirtió así en la primera lideresa revolucionaria del Perú.

Durante la rebelión en el Alto Perú, Túpac Amaru usó todos los símbolos de la realeza incaica, publicó edictos y, de muchas maneras, se comportó como el señor legítimo de la tierra. Decretó el término de la esclavitud y ordenó poner fin a otros abusos que afectaban a los indios. Invitó a los criollos a quienes llamaba «hermanos», a plegarse a la causa. De hecho, pocos respondieron, ya que la mayoría tenía miedo de una revolución social que pusiera en peligro sus propiedades y su estatus en la sociedad colonial.

Finalmente, el jefe incaico fue derrotado – en realidad, fue traicionado por otros indios – en abril de 1781, y en mayo fue descuartizado por cuatro caballos en la plaza principal del Cuzco. Micaela Bastidas y los otros dirigentes también fueron sometidos a crueles muertes. La rebelión en el Alto Perú no fue aplastada hasta noviembre. El visitador Areche tomó medidas extremas para borrar cualquier vestigio del Inca derrotado y esto significó exterminar a prácticamente toda su familia.

Textos tomados de KLAIBER, Jeffrey. Los Jesuitas en América Latina, 1549-2000. Fondo Editorial Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

– No solo a filosofar, sino también a encontrar relaciones por tantos lados inimaginables… que no te lo creerías