Salimos a almorzar para celebrar el cumpleaños de Mario. Por casualidades del mundo de la vida todos los presentes fueron hombres y yo fui la única exponente estrogenada, así que en un inicio pensé que me sentiría muy fuera de lugar.
En contextos así, es realmente extraño confesar tu apasionamiento inmoralmente intenso por Messi. Pareciera como si estuvieses hablando en otro idioma. Pero ellos me provocaron, sino me hubieran preguntado hincha de qué equipo era, no habrían sabido que yo era ante todo, hincha de Messi.
No entiendo cuando en estas situaciones salen a flote esos temas “de mujeres” y “de hombres”. De pronto estaban hablando en un doble sentido muy macho – y no sé si hable muy bien o muy mal de mi- pero yo comprendía absolutamente todo, y me reía muchísimo.
Mi mente es una dobletera de primera… mi escuela del humor es loretana, formada con cariño y picardía entre chicos iquiteños – citadinos y de comunidades indígenas – con el fútbol como pasión casi religiosa y que por cosas de la vida, fueron mis alumnitos también.
Comenzaron a hacer referencia a la broma macho y a la risa macho y a todo lo macho. De pronto, Ricardo preguntó, “y ustedes cuando se ríen, de qué se ríen, digo, entre mujercitas solamente”. Me quedé helada. Nunca pensé que me preguntarían semejante pregunta.
¿De qué michi nos reimos con mis amigas cuando estamos entre nosotras? Sonreí muchísimo y mi rostro se me iluminó por completo…
– Oh, de las bandideces antikantianas que nos permiten construir un nuevo universal a partir de nuestras temporalidades. Le damos vuelta al Sr. Kant y a su certeza universal, necesaria y verdadera. No hay forma que podamos “ejercer” la felicidad así… oh no. Somos unas bandidas.
Y me miraron como si fuera un klingon hablando de repostería francesa y de crema chantilly a aficionados al sumo.
Me sentí ridícula. ¿Quién me manda a ser “sincera”? Ay por favor… Intenté inmediatamente subsanar semejante falta de ubicuidad situacional:
– Es que todo depende de con qué amigas estás… con algunas amigas queridas hemos desarrollado determinadas cosas en común, e intereses afines hasta crear un vocabulario que entendemos entre nosotras mismas: cine, música, los Beatles, de nuevo cine, política y harto doble sentido digamos, finísimo… como Les Luthiers, xkcd y Mafalda. No con todas mis amigas me río de lo mismo. Creo que el sentido del humor y la comprensión del mismo es ante todo un ejercicio de confianza, y también de afinidad.
Me miraron nuevamente. Me seguí sintiendo más klingon todavía.
Y me sentí más ridícula aún…
Honorable amiga, creo que sueles estar siempre con la gente adecuada pero no en el sitio adecuado, pareciese que siempre andas en la nebulosa fantasìa de tus mundos, que ocurrentes eres belle, jamás dejes apagar esa chispa tuya de gracias 😉
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Catherine