Foto tomada de abc.es/ciencia/
Fue en ese preciso momento de incertidumbre que el Curaca Mayor me señaló para desenredar y leer el futuro que nos depararía semejante catástrofe. No tuvo temor de admitir sus limitaciones, y por otro lado me vi con la conmoción de semejante responsabilidad. Era señalada delante de todos los Grandes, yo, quien hasta hace sólo unos momentos era invisible. Solo atiné a hacer lo que mejor sé hacer, aquel gran deleite y alegría. Mi plenitud.
Miré al cielo, me arrodillé y oré. Ante la catástrofe inminente y la casi segura desaparición de la gran civilización que conocía, agradecí intensamente y con fe. Agradecí a Dios por los Grandes, por la Creación, por las maravillas, porque todo lo creado era bueno. Agradecí también por lo mío, lo más íntimo y pequeñito. Y agradecí también por todo aquello majestuoso que escapaba a mi comprensión. Leer más