«Algunas veces me pregunto si es mejor borrar todos los malos recuerdos – porque precisamente hoy, a pesar del tiempo transcurrido, aún me siguen haciendo daño -. Luego me aterra pensar que quizás al borrarlos, también se me vayan de la vida las buenas cosas… y finalmente no me quede nada. Ni aprendizajes, ni cariños, ni resentimientos, ni alegrías, ni dolor, ni nada de nada. En fin…»
En noviembre del 2009, hace más de tres años, escribí lo siguiente:Quería compartir contigo mi experiencia de la segunda evaluación del Programa Enseña Perú. Dicha evaluación me ha dejado con muchos vacíos y una gran preocupación. A lo largo de todos los textos de las evaluaciones percibí al “Joven Líder” (ellos llaman así a los jóvenes egresados que trabajarán en los colegios “vulnerables” – cada vez que escuchaba mencionar esa palabra me sonaba tanto a cliché) como una suerte de super-héroe que será quien “gracias a él” se mejore la calidad educativa del colegio, que los alumnos aprendan más, “gracias a los planes estratégicos” que el “Joven Líder” proponga.
Dichos textos me dejaron un gran sinsabor en la boca. Poco a poco iba percibiendo que el enfoque que este proyecto tiene es bastante empresarial, en el sentido en que está orientado a captar a “jóvenes valores egresados de buenas universidades, que pudiendo ganar más dinero en otros ambientes – ‘se sacrifican’ – por enseñar en colegios vulnerables”. Por tal motivo, dicho proyecto debe tener una gran red de contactos empresariales llenos poder económico (e intuyo que también político) que asegure gran atractivo para estos jóvenes.
Pero yo me pregunto, quién se preocupa real y auténticamente de los colegios, de los profesores con los que ahí trabajarán, de los niños mismos, de los padres de familia, del entorno social.
Pensaba en mi experiencia como voluntaria en el Caserío El Milagro en Iquitos y recordaba los sueldos tan diminutos – por no decir ínfimos – que ganaba un maestro. Me preguntaba cómo ellos verían a ese joven, lleno de seguridad – “todo lo puedo cambiar yo solo” – ganando un sueldo alto y que enseñe lo mismo que un maestro preparado. ¿Te imaginas el grado de preocupación e incluso de menosprecio hacia su labor, que podría sentir el maestro? Me pareció una suerte de conquista y al percibir esto, se me erizó la piel.
Pregunté también quienes estaban detrás de todo el proyecto, si había gente preparada. Para mí, gente preparada, para este preciso proyecto, implica que las personas sean muy sensibles socialmente, que tengan la sutileza de tratar con personas que viven en ambientes olvidados. Que sean suaves en trato y sobretodo respetuosos. Que comprendan que finalmente, la labor deberá ser cooperacional y no conquistacional. En términos profesionales me parece que deberían haber educadores en su gran mayoría, sociólogos, antropólogos, filósofos y psicólogos. Quizás tenga un gran prejuicio respecto a la edad de las personas, pero me parece que mientras más años tengan, mejor será porque estarán más curtidos para orientar a los “jóvenes líderes”.
Sin embargo, cuando realicé este comentario, los jóvenes entrevistadores no me escucharon. Es decir, me escucharon, pero no me escucharon. No percibieron hacia donde estaba orientada mi pregunta y la gran preocupación que ella transmitía. Me dijeron que en el Proyecto si bien, estaba liderado por gente joven, los perfiles de estas personas eran impecables profesionalmente, que a su corta edad tenían un currículum envidiable que cualquier persona difícilmente alcanzaría. Por ejemplo el Director del Proyecto, que a sus 27 años, es egresado de Administración de la Universidad Pacífico, ya era profesor de dicha universidad y encima había laborado como asesor para el TLC con EEUU en Washington y que tenía una maestría en Georgetown University (Global Competitiveness Leadership Program). Así mismo, los demás jóvenes organizadores destacaban por su gran liderazgo (La palabra Liderazgo ha estado presente siempre… otro cliché).
Reformulé mi pregunta, tratando de ver si habían, educadores como principales pensadores del proyecto. No me entendieron -una vez más-. Los que me entrevistaron me mencionaron que en el Board de Enseña Perú se encontraban Gastón Acurio, Vania Masías (bailarina que trabaja con niños de Villa El Salvador en expresión corporal), Fernando Zavala (y me dijo que había sido Ministro de Economía y Finanzas) y Jaime Raygada, el ex Gerente General de Procter & Gamble Perú, el Embajador Felipe Ortiz de Zevallos y el empresario Alfredo Graff.
Me frustré. Porque escuchando, no escuchan. No perciben. Pregunté luego en qué colegios trabajarían y me dijeron que los colegios receptores serían públicos privados sólo en el Callao, comenzando por una red llamada Coprodeli y luego Fe y Alegría.
Reconozco la gran pasión que mueve a estos jóvenes organizadores. No dudo que sean unos excelentes profesionales con muchísimas ganas de ayudar, pero para un proyecto de esta envergadura, hace falta algo más que excelencia técnica… no logro articular bien la palabra que faltaría, pero creo que es criterio. La mayoría tiene carreras empresariales como Administración, Contabilidad, Gestión y Dirección y son egresados de la Universidad Pacífico. Pueden ser muy exitosos económicamente y todo, pero les falta el espíritu de la sutileza… ese del que nos hablaba Pascal.
Cuando llegué a mi casa, entré a internet a buscar más información sobre este Proyecto. Efectivamente, ha aparecido en todos los medios socialmente públicos, como una suerte de “cena de gala pro – fondos niños pobres”. Salió en programas de Cable como “Fulanos y Menganos”, “Oh Diosas”, han aparecido en revistas como “Somos”, “Caretas” etc. El marketing publicitario es asombroso y confirma mi intuición de que la Dirección está llena de contactos empresariales que les abre muchas puertas para obtener ingresos económicos que sustenten el proyecto…. ¿pero y los niños de los colegios?
También compartí la preocupación de Susana Frisancho sobre este Proyecto preguntando por qué no buscaron trabajar con egresados de Educación ya sea de Institutos Pedagógicos o de Universidades. Me gustó que dijeran que el sistema educativo tal como ahora está trabajando, no está funcionando bien del todo, y que ellos están apostando por algo nuevo y creativo. También me dejó pensando la respuesta que el joven entrevistador me dio cuando le dije que el Proyecto Enseña Perú me parecía demasiado empresarial: “es que a los proyectos sociales les falta la visión de sostenibilidad económica. Estamos apostando a ello”. Por un lado, eso es bueno. Pero sería malísimo si sólo se queda ahí.