La otra vez se me apareció de nuevo un petirrojo. Siempre se me aparecen los rouges de la nada, exactamente cuando estoy caminando. Nada es exacto con ellos. Nada es preciso, sino que sólo es. Es la existencia plena. C’est tout!Como cuando caminamos por la acera llena de distintos matices de gris, con un sol con anhelos de horno microondas para vernos como canchita popcorn instantánea – con sabor a mantequilla, claro -, carros con claxons como vuvuzelas amplificadas… y, entonces, aparece la rouge seduciéndonos. Mira! la rouge!!!! Siempre aparecen petirrojos cuando estoy contigo. Y siempre aparecen flores y plantitas en la acera. Y tú sonríes. Adorable. Me siento como una versión venida a menos de Princesa de Narnia.
No estoy para justificarla, ni tampoco para crucificarla. Estoy para admirar su arte. Hoy me siento como Russian Red: de derecha, con un nombre comunista y súper fashion. Y sin zapatos… y con anhelos marxistas (están de moda, es lo último, luego de esas tendencias neoliberales que invadieron Lima).