gritar
como ahora?»
ORGASMO, José Watanabe.
Mi muy apreciada Señorita,
Me pregunto dónde comenzará a leer esta primera carta. ¿En su escritorio junto a su biblioteca llena de papeles en estado eterno de entropía bibliófila? ¿En su reino lleno de sábanas y peluches de burritos, gatitos, ositos y muñequitas Peloncitas? ¿En el cómodo sillón de su sala, que en ciertas ocasiones suele convertirse en esa gran nave – escondite secreto para mirar films de todos los tiempos? ¿En ese rinconcito de cielo al que usted recurre cuando quiere llenarse de esperanzas? ¿En el aposento de lo intangible y trascendente, quizás? Perdone mi atrevimiento mi humana señorita, no quise sonrojarla…
Usted comenzará a leer estas sinceras lineas que este extraño – pero no peligroso – caballero le envía con el auténtico deseo de hacerla mi amiga por correspondencia.
No se asombre por favor, tampoco se asuste de encontrar esta misiva en el buzón del condominio en el que vive. Por un momento piense en que ahora las personas ya no suelen escribirse cartas a mano. Ese es un antiguo hábito olvidado, un gesto de cariño anacrónico, una práctica que se ha vuelto obsoleta gracias al Twitter – al que usted es acérrima (soy su “follower” mi apreciada señorita) -, al Facebook – no tengo el placer de ser su “amigo en el Facebook”, porque por más que la busco, no la encuentro; y la Señorita que tiene su mismo nombre vive en Quebec. Le escribí, pero me indicó que ella no es usted, sino su prima, la más querida. No quise insistir más y me consolé diciendo que si no podía contactarla por el Facebook, era por alguna razón buena -. Leer más